OPINIÓN VALENTÍ PUIG | El gran vicio de leer

Opinión | DESPERFECTOS

El gran vicio de leer

Hace unas décadas, todo periodista cultural quería imitar a Pivot; Hoy triunfan los 'influencers' que despachan los libros como un anuncio de pizzas a domicilio

Libros en la Feria del Libro Antiguo de Madrid.

Libros en la Feria del Libro Antiguo de Madrid.

En otros tiempos los jóvenes descubrían la pasión de leer por un 'Quijote' legado por un tío abuelo canónigo, por los consejos de un padre lector o del profesor despistado que entre el griterío del aula alababa 'El espectador' de Ortega. Llegaron las páginas de libros en la prensa. Luego se creyó que con la televisión la difusión de los buenos libros tenía un gran cómplice. En TVE con el 'A fondo' de Soler Serrano –todo en Youtube- conocimos a los mejores escritores del tiempo. En Francia, cada viernes durante décadas, 'Apostrophes' de Bernard Pivot sedujo por el tono y la fórmula. Cruzaba las piernas, agitaba una novela en sus manos, jugaba con las gafas como un coqueto de los libros. Murió el lunes, con 89 años. Después de ver 'Apostrophes' sus espectadores iban a la librería. Él celebraba el oficio de leer. Llevó la literatura de los salones del siglo XIX a los platós de televisión.  

En uno de sus programas más especiales entrevistó en Lausanne a Simenon, el escritor instintivo y inagotable, observador de grandes personajes nimios. Pivot consiguió que Simenon se enfrentase consigo mismo y escuchase la voz grabada de su hija Marie-Jo antes de suicidarse, desgarrada por un amor total y extremo por su padre, celosa. Fue un 'Apostrophes' electrizante y escabroso. Con su mirada traviesa de bebedor enamorado del 'Beaujolais', Pivot escuchaba las confidencias de Simenon como si viera pasar a viajantes de comercio asesinados en un hotel cutre de Sancerre, la lluvia fría y oblicua, la claridad grisácea, secretos de linaje oscuro. Después de resolver un crimen atroz, Maigret abre la puerta de casa y olfatea: hay quiche de Lorena, 'choucroute', el pollo al vino, raya a la mantequilla negra, la tortilla de finas hierbas, babás al ron. El gastrónomo Robert Courtine compiló las recetas de la señora Maigret. ¿No es eso uno de los mejores homenajes a la literatura, ratificarla como verdad? 

Es exactamente lo mismo que consiguió Pivot. Las cámaras de 'Apostrophes' dieron entrada a las modas intelectuales en la sala de estar de los Dupont, sin abstenerse de las peleas de gallo entre intelectuales de moda o la salida abrupta de un escritor dipsómano. En televisión, ningún programa de libros ha conseguido tantos espectadores. Multiplicaba por 10 las ventas de los libros que comentaba. 

Ahora que se da a entender que Rusia es una tribu bárbara, es curioso que uno de los personajes más finos de 'Apostrophes' fuese Nabokov y que la aparición de Soljenitsin siga retumbando. Quedan los libros pero el estilo Pivot ha perecido. Ganan terreno los críticos matarifes, la licuación del lenguaje, la pérdida de personalidad. Hace unas décadas, todo periodista cultural quería imitar a Pivot; hoy triunfan los 'influencers' que despachan los libros como un anuncio de pizzas a domicilio. Es la era del 'phone sapiens'. Por suerte quedan retazos de 'Apostrophes' en Youtube, con los compases iniciales de un concierto para piano de Rachmaninov. Queda también sus menús para los refrigerios de la Académie Goncourt que presidió durante años. Todo eso se brinda con Beaujolais.