Llamadme Jonás - La Nueva España

Opinión | Con vistas al Naranco

Llamadme Jonás

La lucha en Bruselas por los trabajadores asturianos

A la memoria de Jean Tracewski y J. Torres, exdirector y antiguo abogado de Saint Gobain-La Maruca

"Llamadme ("Call me") Ismael". Es el comienzo de la fabulosa novela de Herman Melville "Moby Dick", la apasionante caza de la ballena blanca, identificada con el mal, por el enigmático capitán Ahab, caracortada y pierna amputada de las leyendas marinas.

Jonás llama por nombre a las ballenas, blancas o coloreadas, y a la denodada lucha contra el mal. Pero aquí se trata simplemente de un joven, al menos para mí, ovetense topadizo, estudiante que fue muy aplicado, buen padre y esposo, que exigían las mejores tradiciones, autor de dos manuales académicos de Economía, que ya ha puesto pica en Flandes y que nos representa en Europa, como otros compañeros/colegas: Teresa Rivera, la pucelana Iratxe –Irachita– García Pérez, Javier Moreno, diestro a todas las intemperies; Urtasun, succionado al Gobierno; Jordi Hereu, al que valoraban mis viejos amigos los buenos Obiols, Maragall y Serra, que no desbaratará la tradición industrial asturiana en base a literatura analítica que no es de recibo. Todos hacen, o hicieron, cercanas las ensoñaciones de un continente en el que no siempre la UE es lo consecuente que debiera, verbigracia, el antagonismo a la intolerable y dolorosa deslocalización parcial de Cristalería Española desde La Maruca a vayan ustedes a saber dónde, al otro lado de la frontera, la tiniebla y la mar océana. Lo ganado a la Naturaleza con cristal, talento y esfuerzo acumulados no es a perder ni a robar ahora con errática documental contra 89, inocentes pero sabios, que no se van a callar si la empresa se dispara un tiro al pie. Habrá que plantarse al daño reputacional y social desde dentro y desde fuera de las fauces comarcales y europeístas: "¡Llamadme Jonás!", insistiría Melville.

En cualquier circunstancia, no acabo de entender por qué, en la transición hacia la limpia atmósfera del coche eléctrico, se renuncia al valor añadido de avilesinos, José Francés y Juan Carlos De la Madrid dixerunt. Se trata de expertos cuarentones a los que se intenta robar el "know how" para otras ramas de la misma empresa matriz. Estos días se encaran con los coletazos de una ballena irracional a la que domeñarán en dura pero airosa y admirable batalla. Ya no hay balleneros a un lado y otro del San Balandrán de la ribera que cantaba premonitoriamente Alberti, pero quedan luchadores del vidrio a cuyas justas pretensiones debería inclinarse Saint Gobain.

Reclamo un mínimo de serena seriedad si se juega de nuevo con y contra los intereses astures.

Lo dicho: "Call me Ismael", digo Jonás.

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