Asalto a las reservas rusas | Opinión | EL PAÍS
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TRIBUNA
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Asalto a las reservas rusas

Si Occidente alega que Rusia debe dinero a Ucrania por los crímenes de guerra, también se puede argumentar que Alemania debe dinero a Polonia o Japón a Corea del Sur

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, preside el desfile del Día de la Victoria, el 9 de mayo en Moscú.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, preside el desfile del Día de la Victoria, el 9 de mayo en Moscú.MAXIM BLINOV/POOL (via REUTERS)

Usar el dinero de Rusia para pagar las entregas de armas occidentales a Ucrania parece una idea inteligente. ¿O tal vez demasiado inteligente?

El Grupo de los Siete países industrializados tiene intención de incautar las reservas de divisas de Rusia, que ascienden a unos 280.000 millones de dólares. De ellos, 210.000 millones están depositados en Euroclear, una entidad depositaria con sede en Bélgica.

Después de que Rusia invadiera Ucrania, la respuesta inmediata de Occidente fue congelar el dinero para privar a Rusia de los medios financieros para financiar la guerra. Ahora los aliados occidentales quieren dar un paso más y apoderarse de los activos.

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Hay muchas maneras de hacerlo. Lo que propone Estados Unidos es un montaje financiero terriblemente complejo basado en la idea de utilizar los activos rusos como garantía de un bono. Cuando lo leí por primera vez, me acordé de los bonos de alto riesgo de Estados Unidos que causaron la crisis financiera mundial de 2008.

Dos países del G-7 se resisten a las propuestas estadounidenses: Alemania y Japón. Lo que tienen en común es que ambos se enfrentan a reclamaciones de reparaciones de guerra. El anterior Gobierno polaco presentó una reclamación de 1,3 billones de euros contra Alemania porque, a diferencia de Rusia, Polonia nunca recibió una indemnización por los crímenes de guerra alemanes. Radoslaw Sikorski, actual ministro polaco de Asuntos Exteriores, reiteró esas reclamaciones como compensación por la muerte de más de 5,2 millones de ciudadanos polacos. Japón se enfrenta a las reclamaciones de indemnización por parte de Corea del Sur.

Existen sutiles vinculaciones jurídicas entre estas reclamaciones y las dirigidas contra Rusia. Si Occidente alega que Rusia debe dinero a Ucrania por los crímenes de guerra que ha cometido, sin duda puede argumentar que Alemania debe dinero a Polonia o que Japón debe dinero a Corea del Sur.

Rusia tiene varias vías para defenderse de un atraco a sus activos de reserva. Podría presentar una demanda. Parte del dinero no está en Europa, sino en lugares como Hong Kong. Si Rusia emprendiera acciones legales en ese país y ganara, podría crear un agujero en la cuenta de resultados de Euroclear (sistema de compensaciones y liquidaciones financieras), que entonces tendría que ser recapitalizada por la Unión Europea. Rusia también podría salir bien parada en los tribunales europeos. Hay muchas opiniones jurídicas al respecto, pero nos encontramos en un territorio judicial inexplorado. Nadie ha intentado nunca exigir el pago de indemnizaciones por crímenes de guerra mientras la guerra sigue en curso.

Otra respuesta rusa plausible son las represalias. Occidente también tiene activos en Rusia. El número de empresas occidentales en Rusia es difícil de determinar. El Instituto de la Escuela de Economía de Kiev calculaba el año pasado que 1.400 empresas occidentales seguían haciendo negocios en Rusia. Solo 300 se habían marchado. He visto noticias según las cuales, tras una oleada inicial de salidas en 2022, únicamente unas pocas empresas alemanas han abandonado Rusia desde entonces. Solo el volumen de negocios declarado de las empresas alemanas ascendía a 21.300 millones de euros. El pasado fin de semana, Vladímir Putin decidió embargar a dos empresas europeas de artículos para el hogar, la italiana Ariston y la alemana BSH Hausgeräte. No somos los únicos con poder para confiscar.

En mi opinión, la principal razón para ser cautos es la precaria posición de la zona euro tras la crisis de la deuda. China, Arabia Saudí e Indonesia presionaron a la UE para que no manipulara los activos rusos alegando que crearía un precedente. Estos países también tienen grandes propiedades en la UE. Seguramente se harán estas preguntas: ¿Podría pasarnos a nosotros? ¿Por qué correr el riesgo?

Me parece que hay mucha complacencia en la respuesta a esta pregunta. Oigo argumentos como: “¿A qué otro sitio pueden ir?”. O, “no tienen nada que temer, a menos que pretendan invadir a sus vecinos”. Si sentamos un precedente respecto a los activos rusos, ¿no aplicaríamos este precedente a China respecto a Taiwán? ¿Acaso China no lo sabe?

Tampoco es cierto que no tengan adónde ir. El dinero es más móvil que las fábricas.

A pesar de mis dudas respecto a una incautación de activos, creo que se producirá. La razón es que es la única forma de que Occidente pueda financiar su apoyo a Ucrania sin tener que subir los impuestos o incurrir en más deuda. Tras la pandemia y la crisis económica inicial después de la invasión rusa, los países occidentales apoyaron sus economías mediante grandes déficits. Ahora, todos están consolidando sus finanzas públicas. Siempre sospeché que los europeos se cansarían de financiar la defensa de Ucrania contra Rusia si tenían que pagarla con su propio dinero. Los activos de reserva sin explotar de Rusia son sencillamente demasiado tentadores.

Pero una incautación de patrimonio tendría un precio. Uno de los activos más formidables de Occidente es la confianza en nuestras monedas y nuestros sistemas financieros. Cuando utilizamos el sector financiero para imponer nuestra voluntad política a otros mediante sanciones, les animamos a crear su propia infraestructura financiera. Esto es hoy más fácil que antes. La tecnología de cadena de bloques que está detrás de las criptomonedas lo hace al menos factible.

Pero esto nos lleva más allá de los horizontes temporales de los líderes del G-7. Están centrados en el siguiente movimiento, no en la estrategia general. Por eso creo que probablemente encontrarán la forma de aprobar una incautación de activos en su cumbre de junio en Italia, o al menos de echar a rodar la pelota. No tienen otro plan.

Una de las lecciones de la crisis financiera es que los instrumentos financieros complejos siempre ocultan el riesgo. Por eso son opacos. En aquel entonces, el riesgo era un impago masivo de los compradores de viviendas estadounidenses. Lo que ahora tratamos de ocultar es nuestra incapacidad para pasar del dicho al hecho.


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