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Al final, no era tan así

El Reino Unido de la “admirada” Margaret Thatcher bordea el colapso

Un grupo de estudiantes de la escuela católica Corpus Christi de Brixton.

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Una vez al mes por lo menos, el corresponsal de La Vanguardia en Reino Unido, Rafael Ramos, escribe en una de sus crónicas que la situación de ese país es calamitosa. Unos días atrás, por ejemplo, escribió sobre las condiciones en que llegaba Londres a las elecciones de alcalde: “La escasez de vivienda ha hecho que su coste se vuelva descomunal, hay más desigualdad y pobreza, y casi cinco mil sin techo duermen en sus calles. La delincuencia, los crímenes con armas de fuego y blancas, los robos y allanamientos de moradas han aumentado con los recortes policiales. Las familias con niños se exilian en los suburbios…”.

Un día antes de esa nota, cuando iban a celebrarse los comicios municipales en el país, señaló: “En el caso del actual Gobierno británico, la lista de cargos se resume en el declive general del país a todos los niveles, la caída de la economía (los polacos serán más ricos dentro de cinco años), el aumento de la pobreza y la delincuencia, el deterioro de la sanidad, la educación y los servicios públicos, la destrucción del Estado de bienestar, la austeridad, el endeudamiento, el caos migratorio, la pérdida de prestigio e influencia internacional…”.

Vale aclarar que el diario La Vanguardia es uno de los más prestigiosos de España, y más de uno lo asociaría con la poderosa burguesía catalana, aunque cuenta con columnistas y cronistas que podrían describirse como de corte progresista. Es decir, no es un periódico radical de izquierdas, ni poco reconocido por su labor periodística, todo lo contrario. Como fuera, las encuestas en distintos países del mundo dicen que la gente ya no cree en los medios; y la duda se extiende con tanta potencia que no escapa a nadie. Para aplacar la sospecha, siempre ayuda contar con el testimonio de los ciudadanos, más aun si están alejados de cualquier ámbito o interés político. 

Es el caso de Arron Potter, un fiel representante de la clase media británica, empleado en el sector de los seguros, que dejó Londres por los precios prohibitivos de las viviendas y se mudó a una pequeña ciudad del sur del país, cercana a Brighton. Es un amigo con el que me reencontré después de varios años en Madrid y que, naturalmente, me contó sobre los desafíos que enfrenta en su vida diaria.  

Más que citar titulares de los medios o realizar análisis macroeconómicos de esos que suelen gustarle al presidente Milei, Potter dio ejemplos concretos sobre lo que Ramos describe en cada una de sus crónicas. Su hijo, que tiene cinco años, va a una escuela pública de la ciudad, como la mayoría de los alumnos en Reino Unido. Unas semanas atrás, las autoridades de la escuela le pidieron a él y al resto de los tutores que si tenían lápices u otros útiles por favor los llevaran porque la propia escuela ya no tenía. “Las escuelas están totalmente desfinanciadas”, dijo para explicar el caso, en el que la falta de útiles escolares es solo un capítulo más de las diversas carencias que sufre la educación pública en Reino Unido. 

El tema, por cierto, no es ajeno a la discusión política nacional. En las últimas semanas se armó una gran polémica porque los laboristas anunciaron que, de llegar al gobierno, implementarían el impuesto a los productos y servicios del 20% (que ahora no se paga) en las cuotas de las escuelas privadas, con el objetivo de reunir fondos para contratar 6500 nuevos profesores y un asesor en salud mental para cada colegio.

La medida es muy probable que avance porque los laboristas lideran las encuestas con más de treinta puntos de ventaja sobre los conservadores del actual primer ministro, Rishi Sunak, y casi nadie cree que, en lo que queda de tiempo hasta las próximas elecciones (enero del 2025), pueda cambiar el escenario. 

En efecto, en los recientes comicios municipales, los conservadores lograron “los peores resultados electorales” de su historia según el diario The Guardian, y perdieron en torno a 500 bancas en las asambleas regionales. El revés fue tan grande que puso en duda la confianza del partido en Sunak, y no habría que descartar que el líder enfrente un pedido de dimisión de su propia fuerza con el objetivo de hacerlo responsable de la derrota.

El debate electoral de cara a los comicios nacionales de 2025 ya está siendo distinto al último del 2019, cuando conservadores y laboristas hicieron campaña en torno al Brexit. La revista The Economist publica esta semana un informe que se titula: “Por qué la mayoría de los británicos se arrepiente del Brexit”, y señala que, aunque gran parte de la población se arrepiente de haber salido de la Unión Europea, no quiere volver a reabrir las heridas que dejó el referéndum celebrado en el 2016. Por otra parte, afirma que “hay muchas otras cosas que le preocupan a los votantes, de una economía aletargada, un servicio de salud público en problemas, y unas fuerzas armadas disminuidas, a la desaparición de los avisos clasificados para solteros”.

Potter no se enteró sobre la noticia del fin de los avisos clasificados para solteros, aunque sabe de qué se tratan. “Probablemente los periódicos dejaron de ofrecerlos porque la mayoría de la gente utiliza aplicaciones como Tinder”. Lo cierto es que ese no es su problema. Su preocupación es que la educación de sus hijos se siga deteriorando y que los precios de las viviendas sigan aumentando. Su casa está ahora en una de las ciudades de las afueras, a las que el corresponsal de La Vanguardia hacía referencia en su crónica de Londres.

El líder de los laboristas, Keir Starmer, ha prometido que si llega al gobierno llevará adelante un verdadero cambio después de más de 13 años de políticas conservadoras. En un reciente video en X, afirmó que, además de poner en pie el sistema de salud y recuperar la seguridad en las calles, se encargaría de construir nuevas casas que los ciudadanos puedan pagar realmente. ¿Suena alentador, no?, le pregunté testeando su nivel de inocencia. “No mucho”, dijo…, “probablemente los laboristas hagan un gobierno moderado que no mejore la vida de la gente, con lo cual, en las siguientes elecciones ganará algún populista y radical desconocido…”.

AF/DTC

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