Un mundo cruel para las madres - Columna de Luis Noé Ochoa

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Un mundo cruel para las madres

Las madres, las mujeres están sufriendo mucho. El respeto es como un hijo que nunca volvió.

Por estos días de paraguas abiertos y pies mojados, pues volvieron las lluvias y ya nos inundamos, porque aquí malo si sí, malo si no, ojalá mañana sea de cielo despejado para las madres y no se mojen el estrene. O, así no salgan, ni estrenen, que sea un bonito día para esos millones de seres definitivos para cada hijo y para la sociedad entera.

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La mía, mi Carmen Rosa, se fue hace dos años, en el mes de ellas, queridos lectores. Y la imagino, toda bonita, invitada este lunes a la fiesta de la Virgen María en el cielo. Todos los días la extraño, pues las madres están en nosotros en cada momento y necesitamos su sonrisa, su consejo, su voz, su beso y su bendición. Sigo haciendo las arepas que amasamos juntos muchos días. La fórmula es igual, pero me parece que no saben lo mismo. Como que les falta su toque, que yo creo es el amor que ella le ponía a todo. El que le ponen las mamás. Es que la vida sin ellas no sabe lo mismo.

Hoy, con el alma encogida, pienso en lo que es y significa la figura de una madre y, en general, de una mujer que, como leí por ahí, así como mecen la cuna pueden mover el mundo. Pero ese mundo que las madres arrullan se ha vuelto contra ellas y contra sus hijos, y cada vez es más violento y más invivible.

El retrato de lo que digo es una foto tremenda. Imagínense que la imagen del año World Press Photo 2024, en el que concursan más de 4.000 gráficas de 130 países, no es un rescate, no es la salvación de una vida, no es el sol de una tarde, con venados jugando y un niño riendo. Es una mujer palestina acurrucada, vencida, con un niño de cinco años contra su pecho, como para no dejarlo ir para siempre, envuelto en una sábana. Se lo acababan de entregar en la morgue de un hospital en Gaza. Ella era una tía. A lo mejor la madre estaba en otra sábana, pues así las están tratando allá, en Ucrania y por aquí.

A veces los hijos les hieren la alegría y la paz espiritual. ¿Qué vida será la de la madre de un corrupto, por ejemplo?

Así es ahora en Gaza, donde después de aquel ataque demencial de los terroristas de Hamás, hizo 7 meses este 7 de mayo, en que mataron a 1.200 personas y secuestraron a 253, la Franja es el infierno terrenal, producto de la reacción de Israel, tan despiadada como el ataque de Hamás. Van más de 34.000 muertos, entre ellos más de 10.000 mujeres y más de 12.000 niños y jóvenes. ¿Cuántos huérfanos habrá?

Las madres, las mujeres están sufriendo mucho. El respeto es como un hijo que nunca volvió. En Colombia no hay misiles, pero sí miserables. Según la Policía Nacional, en 2023 hubo 109.674 casos de violencia intrafamiliar; 71 por ciento fue violencia contra la mujer. Y según la Procuraduría, con cifras de Medicina Legal, el año pasado hubo más de 500 feminicidios.

Además, a veces los hijos les hieren la alegría y la paz espiritual. ¿Qué vida será la de la madre de un corrupto, por ejemplo? Porque ellas lo saben todo. Algunas tendrán miedo de que el poema de mañana no sea de Neruda, o de Gabriela Mistral, sino de su inspirado hijo: Madre, te digo desde el alma / y en un modo abrupto / tómalo con calma: / me volví corrupto. Y hay hijos en la guerrilla, y como hay mal, hay bien, los hay en las Fuerzas Armadas. O sea, hay guerra. Y hay mucho vicio. El mundo es una porquería, pero ahí están las madres, estoicas, admirables, que no dicen “yo no lo crie”.

Mañana es el día. Ojalá sea de armonía, ellas rodeadas de amor, de paz y de respeto. Porque en esta sociedad que riñe en la comunión, a veces las flores para mamá terminan en las funerarias. Todos deberíamos cambiar el entorno de ellas, como esposos y como hijos; si actuamos bien y las hacemos sentir orgullosas de nosotros y de nuestros actos, desde el más sencillo hasta el más alto cargo; si cada detalle es ganado honestamente, este país será mejor. Tenemos que llegar a que las lágrimas de las madres sean siempre de orgullo y felicidad, no de dolor. Ese sí que es un regalo. Feliz día, queridas madres.

luioch@eltiempo.com
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