Increíble pero cierto: una comedia anárquica y surrealista del extravagante Quentin Dupieux

Roxane Arnal en Increíble pero cierto, del director francés Quentin Dupieux
Roxane Arnal en Increíble pero cierto, del director francés Quentin Dupieux

Increíble pero cierto (Incroyable mais vrai, Francia/2022). Guion, fotografía, edición y dirección: Quentin Dupieux. Elenco: Alain Chabat, Léa Drucker, Benoît Magimel, Anaïs Demoustier, Stéphane Pezerat, Roxane Arnal. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Impacto Cine. Duración: 74 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

Increíble pero cierto, título de una de las últimas películas del francés Quentin Dupieux, resulta el perfecto resumen de su arte. Es que este director, además de músico y DJ, es uno de los únicos exponentes del surrealismo contemporáneo, un extravagante creador que parte de las ansiedades contemporáneas para llegar a los relatos más salvajes y originales, sinuosas combinaciones de la tradición artística de Luis Buñuel y Salvador Dalí, mediadas por un ojo audiovisual multifacético, hoy tan en boga. La película fue estrenada en Francia en 2022 y desde entonces Dupieux ya filmó otras cuatro: Fumar causa tos (2022), que pasó por el Festival de Cine Francés de Buenos Aires hace algunas semanas y espera su estreno, Yannick (2023), disponible en streaming en Mubi; Daaaaaalí! (2023), donde explora desde el legado de uno de sus maestros, y Le deuxième act (2024), que acaba de abrir la última edición del Festival de Cannes.

Pero además de prolífico y extrañísimo, el cine de Dupieux representa una mirada feroz sobre el mundo y quienes lo habitan, construido desde narrativas audaces y nada concesivas, debajo de cuyo humor anárquico se encuentran los horrores más temibles, aquellos que no soportaríamos si los pensáramos en serio. Vayamos a Increíble pero cierto. La primera escena transcurre en el consultorio de un médico, frente al cual una pareja de mediana edad intenta hallar las palabras para explicar lo increíble que han vivido. Y, como mejor que decirlo es verlo, Dupieux pasa a mostrarnos a la misma pareja, un tiempo atrás, mientras visita una propiedad para comprarla.

Mientras Alain (extraordinario Alain Chabat) y Marie (Léa Ducjker) recorren los amplios ambientes de la casa, observan el jardín exterior todavía poblado de suciedad y chatarra, y sopesan el riesgo de la inversión, el encargado de la inmobiliaria les revela su secreto: un angosto túnel que une ambas plantas y desafía el tiempo. ¿Cómo es eso?, se preguntan, visiblemente desorientados. Pues, con solo atravesarlo sus vidas cambiarán para siempre.

Léa Ducjker y Alain Chabat en Increíble pero cierto (Impacto Cine).
Léa Ducjker y Alain Chabat en Increíble pero cierto (Impacto Cine).

Ese es el punto de partida del relato y el centro neurálgico del torbellino que progresivamente envuelve a la pareja, sobre todo a Marie y sus deseos de juventud que el hoyo en el sótano parece prometerle. Pero el universo de Dupieux no concluye ahí, y esa fuente de los deseos que los contemporáneos anhelan descubrir en lo increíble, también puede encontrarse en la tecnología: Gérard (Benoît Magimel), el frívolo jefe de Alain, conseguirá a través de un pene electrónico el poderío que todo hombre exitoso y bien parecido merece. De allí que el derrotero de ambas “lámparas de Aladino”, el túnel del tiempo y el miembro viril operado por control remoto, sean las llaves de la insidiosa reflexión del director, concebida a partir de imágenes delirantes e inolvidables.

El cine de Dupieux es difícil de resumir en palabras, de circunscribir a un género cinematográfico, de reducir al mero pensamiento. Es una experiencia sensorial, absurda y delirante, pero capaz de nutrirse de lo inexplicable para dar cuerpo a un mundo que desde hace tiempo ha puesto en entredicho todo lógica.