Nicolás de Tolentino: Alivio de las almas purgantes. Por Claire Gruie – ÑTV España
14/05/2024 06:58

Nicolás nació en 1245, en San Angelo, Italia. Su madre, habiendo llegado a cierta edad, no había podido concebir y, por consejo de un ángel, salió en peregrinación al Santuario de San Nicolás de Bari (270-343) junto a su esposo, para pedir la gracia de salir embarazada. La mujer prometió al Señor entregarle a su hijo para que fuera sacerdote.

A pesar de su juventud, Nicolás aprendió a dedicarle más tiempo a la oración y a las santas lecturas de lo que podría esperarse de un niño de su edad. Además, una de las cosas que más le gustaba era llevar a su casa a alguna persona necesitada encontrada en el camino para compartir la mesa familiar con ella. Ya de adolescente, decidió renunciar al mundo y hacerse agustino, por lo que pronto fue aceptado como fraile en el convento de los ermitaños de Tolentino. Realizó su profesión religiosa antes de cumplir los 18 años y, en 1271, fue ordenado sacerdote en el convento de Cingoli. Nicolás permaneció en Tolentino los siguientes 30 años de su vida, hasta su muerte en 1305. Allí predicaba en las calles, administraba los sacramentos a la población y visitaba el asilo de ancianos, el hospital y la prisión. Vivía con sencillez y ascetismo (los ayunos y sacrificios corporales no le eran extraños).

A San Nicolás se le atribuyen unos 300 milagros, tanto en vida como post mortem. Cuando obraba alguno, pedía a quienes lo habían presenciado que guardaran reserva y no comentaran nada a nadie: “Denle las gracias a Dios, no a mí», solía decir.

Los fieles le pedían constantemente que intercediera por las almas del purgatorio. Algo que siempre hizo con diligencia y responsabilidad. Esto habría de ser para él una suerte de misión. Nicolás fue proclamado patrón de las almas del purgatorio en 1884 por el papa León XIII. El fraile padeció por varios años de fuertes dolores de estómago, y por algunos períodos, su salud se quebró completamente. Un día, estando gravemente enfermo, se le apareció la Virgen María que le dio ciertas instrucciones: le dijo que mojara un trozo de pan en agua, se lo comiera obedientemente y que ella curaría sus dolencias. Al final se obró el milagro. A partir de este momento, el santo empezó a bendecir trozos de pan y a dárselos a los enfermos, curando a muchos. Como recuerdo, el día de la festividad de San Nicolás se preparan los “panecillos de San Nicolás”.

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En 1345, sus restos fueron exhumados y su cuerpo fue hallado incorrupto. Este fue expuesto públicamente y se le amputaron los brazos para servir de reliquias, los cuales sangraron profusamente, como si se tratara de una persona viva. Nicolás de Tolentino fue el primer miembro de la Orden de los Agustinos en ser canonizado en 1446 por Eugenio IV. Se le representa con un sol en el centro de la sotana negra, debido a uno de los hechos de su vida: se dice que una estrella brillante lo seguía continuamente en sus movimientos e iluminaba su figura.

Fue uno de los santos que, junto a Juan el Bautista y San Agustín vinieron del Cielo para llevar a Santa Rita al convento, siendo también ella de la orden agustina.

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