Zuhaitz Gurrutxaga, exfutbolista con TOC: �Dej� de firmar aut�grafos por miedo a contaminarme con el bol�grafo de los aficionados�

Zuhaitz Gurrutxaga, exfutbolista con TOC: �Dej� de firmar aut�grafos por miedo a contaminarme con el bol�grafo de los aficionados�

SALUD MENTAL

Zuhaitz Gurrutxaga fue futbolista profesional y estuvo a punto de proclamarse campe�n de Liga con la Real Sociedad.
Zuhaitz Gurrutxaga fue futbolista profesional y estuvo a punto de proclamarse campe�n de Liga con la Real Sociedad. La Voz de la Salud

Tras acaparar todos los focos en su debut en Primera Divisi�n ante el Atl�tico de Madrid, la presi�n llev� al exdefensa de la Real Sociedad a la ansiedad, la depresi�n y a que su trastono obsesivo-compulsivo se desencadenase, hundiendo su trayectoria

11 may 2024 . Actualizado a las 15:41 h.

Zuhaitz Gurrutxaga (Elgoibar, 1980) estuvo a punto de ser campe�n de Liga en el 2003. La Real Sociedad, a la que lleg� tras escalar por las categor�as inferiores, llegaba a la pen�ltima jornada como primer clasificado. Le persegu�a el Real Madrid, pero los donostiarras depend�an de s� mismos. Si ganaban los dos partidos que quedaban, ser�an campeones. Pero el 15 de junio, en Vigo, el Celta les gan� y el sue�o se esfum�. Sin embargo Gurrutxaga, un defensa central de 22 a�os que tan solo hab�a disputado 91 minutos de Liga, sinti� una emoci�n m�s parecida al alivio que a la tristeza. Su cabeza no estaba para fingir ante una explosi�n de j�bilo como la que provoca un t�tulo liguero. La ansiedad, la depresi�n y el trastorno obsesivo compulsivo hab�an convertido su profesi�n en �un infierno�. As� lo cont� en Subcampe�n (Libros del KO), coescrito junto a Ander Izagirre. Un relato crudo pero con mucho humor. De la necesidad, virtud. Ya saben eso de que la comedia es drama m�s tiempo. Ahora recuerda su historia en formato stand up por teatros de toda Espa�a.

—Usted debuta�en Primera Divisi�n con la Real Sociedad un 23 de enero del a�o 2000 de la mano de Javier Clemente. Ese partido se recuerda porque tiene un duelo intens�simo con Hasselbaink, entonces estrella del Atl�tico de Madrid, y acaba expulsado. �Entonces no�ten�a ning�n s�ntoma de TOC ni de ansiedad?

—No, siempre digo que hasta ese d�a yo era alguien normal. Digo normal, aunque no s� muy bien qu� es normal y no lo es, pero desde luego no ten�a ning�n problema de este tipo. Me cambia la vida de un d�a para otro. Paso de jugar delante de 200 personas a delante de 30.000. Me expulsan en mi debut, pero lo m�s destacado fue el duelo con Hasselbaink, porque me da un codazo en el est�mago sin bal�n. El �rbitro no lo vio, pero lo captaron las c�maras y a �l le sancionan tres partidos. Creo que era de las primeras veces que un jugador recib�a una sanci�n a posteriori. Y se mont�. Porque al final el Atl�tico de Madrid es un equipo muy medi�tico, ven�a la prensa nacional a entrevistarme a m� a Zubieta —ciudad deportiva de la Real Sociedad—. Yo no sab�a ni por d�nde me pegaba el aire. Ven�a de jugar con el equipo B la semana anterior a que me pasara todo eso. Cambi� mi vida. En la provincia me conoc�a la gente y siendo tan joven, con 19 a�os, se me hizo complicado. Poco a poco se fue cociendo algo dentro de mi cabeza que unos a�os despu�s estall�.

—El �ltimo que juega de titular es en el estadio de Riazor. De hecho provoca un penalti que comete Scaloni, hoy seleccionador de la Argentina campeona del mundo. Fue la �ltima vez que lo vimos, �qu� recuerda de aquello?

—Ese fue un a�o hist�rico para la Real Sociedad, porque el equipo estuvo a punto de ganar la Liga. De hecho, tambi�n estuvimos peleando con el D�por que andaba cerca. Le disputamos la liga al Real Madrid durante toda la temporada, pero yo estaba pasando un infierno. Yo ya hab�a pasado ataques de ansiedad, depresi�n y un TOC muy severo. Me encontraba lidiando con ese trastorno obsesivo compulsivo sin saber ni siquiera lo que era, creyendo que me hab�a vuelto loco e intentando esconderlo todo el rato. Imag�nate c�mo estaba yo para entrenar en un a�o con esa exigencia en un equipo de Primera Divisi�n. Ya no te digo para jugar. Digo siempre que por suerte para m� y por suerte para la Real, durante siete meses no jugu� ni un minuto porque no estaba preparado mentalmente. Llega ese partido y por fin juego de titular, con la Real jug�ndose la Liga. Recuerdo hacer todos los rituales del mundo antes del partido,� porque una mente con TOC quiere tenerlo todo controlado para que en el momento de la verdad, est�s tranquilo.�

—Tenerlo todo controlado en un deporte de equipo es imposible.

—Imag�nate. Yo�por mis rituales me limpiaba las manos, cruzaba las l�neas con el pie derecho. Ten�a que hacer todo este tipo de cosas para poder llegar al d�a de partido m�s o menos tranquilo. Y as� fue. Despu�s est� ese penalti al borde del �rea. Fue una jugada muy curiosa, porque cuando veo la repetici�n creo que me dej� caer para no tener que cruzar la l�nea con el pie izquierdo. Era uno de mis TOCs, tener que cruzar todas las l�neas con el pie derecho. No s� qu� pas� en ese momento, fue como que mi mente me advirti� de que no iba a poder pasar esa l�nea del �rea con el pie izquierdo. Yo iba forcejeando con Scaloni, as� que me dej� caer y el �rbitro pit� penalti a favor. Esa fue mi mayor aportaci�n al equipo aquel a�o. Provocar un penalti por no querer cruzar una l�nea con el pie izquierdo. Imag�nate.

—O sea, que usted ya sab�a que aquel partido le tocaba jugarlo.�

—S�. Hab�a un par de lesionados o sancionados y no le qued� m�s remedio al entrenador. Yo no jugaba, pero s� que fui el cuarto central del equipo durante todo el a�o. Lo que pas� es que nunca se lesionaron o sancionaron a dos centrales a la vez.�Aquel d�a, Sch�rrer estaba lesionado y J�uregi lesionado, as� que se me comunic� que jugar�a yo.

—Es que desde fuera es extra�o que un jugador que juega un partido, que cumple y provoca un penalti, dispute �nicamente un minuto m�s despu�s de aquel partido en toda la temporada.

—Nadie sab�a lo que me estaba pasando. Intentaba esconder�todas mis obsesiones, pero ten�a miedo a tocar a otras personas porque cre�a que me iba a contaminar. Dej� de firmar aut�grafos por no coger el bol�grafo de los aficionados. Imag�nate tener que marcar en los entrenamientos al delantero rival, que era un compa�ero. Lo ten�a que marcar de cerca, pero no demasiado porque estaba sudando y yo pensaba que el sudor me pod�a contaminar. Te haces una idea de la cantidad de energ�as que consum�a en pensamientos irracionales como estos.�No jugaba porque no estaba en condiciones, pero tambi�n porque hab�a otros que eran mejores que yo.

—Usted lleg� a fingir una lesi�n en un partido contra el Real Madrid que iban perdiendo, pero Clemente se dio cuenta de que su problema no era f�sico. A�n encima, despu�s del cambio, su equipo empata el partido.

—Pues no me acordaba de eso, si lo hubiese comprobado lo hubiese metido en libro (r�e). Recuerdo que en aquel partido me pudo tanto la presi�n porque no estaba pudiendo con Ra�l que simul� una lesi�n. No s� si simul� una lesi�n de tobillo, pero yo no pod�a seguir; no f�sicamente, sino mentalmente. Recuerdo que Clemente, al que quiero much�simo y al que debo buena parte de lo que tengo porque me hizo debutar, me mir� a los ojos y me dijo: �Chaval, t� no tienes nada, t� te has acojonado� y me sent� en el banquillo. Se dio cuenta de que yo no ten�a ning�n esguince en el tobillo, pero que de alguna manera ten�a un esguince mental. Me cambi� y me hizo un favor. Es que tendemos a creer que cuando no estamos para jugar se debe a un tema f�sico. Es algo que comprendemos y lo entendemos, pero es que a veces no est�s preparado mentalmente.�

—No conozco personalmente a Clemente, pero es un referente del f�tbol de los ochenta, noventa y parte de los dos mil. Un f�tbol en el que no ten�a encaje la salud mental. �C�mo se recib�a eso en un deporte en el que todav�a hoy no se habla abiertamente de homosexualidad?

—No solo es algo de Clemente, era un �poca de �chale huevo y para delante. Tambi�n un lugar muy 'macho'. Pedir ayuda para un hombre en aquel contexto era una se�al de debilidad. Todo eso se juntaba para m�. Pero es que hay que ponerse en aquella �poca, en aquel momento yo no sab�a que ten�a ansiedad, yo cre�a que me hab�a vuelto loco. No se le pon�a nombre a las cosas, jam�s hab�amos escuchado hablar de salud mental. Cualquier entrenador, compa�ero ni yo mismo entend�a que no se pudiera rendir a causa de problemas mentales que no eran f�sicos.�

—�Y sus compa�eros?, �se sent�a arropado?

—S� que esto va a sonar a t�pico, pero aquel era un equipazo dentro y fuera del campo. Yo no s� c�mo lo hac�a, pero segu�a siendo el gracioso que animaba al grupo. Es algo que cuento en el libro, medio en broma medio en serio, que a m� ese a�o al acabar la temporada se me renueva pese a haber jugado solo 91 minutos. Siempre cre� que era posible que se me renovase por lo que aportaba en el vestuario y no en el campo. S� que suena un poco raro, pero es que cuando salgo de la Real hay un titular de un peri�dico que dice �se va la alegr�a del vestuario�. Era lo que se hablaba de m� cuando yo estaba pasando lo que estaba pasando. Creo que siempre me he servido del humor para esconder todo lo que me pasaba y recuerdo que era muy querido. Valery Karpin, Darko Kovacevic, que eran estrellas internacionales, yo sent�a que me quer�an. S� me sent� arropado, pero tampoco pod�a contar lo que no entend�a. Despu�s s�, cuando empiezo a ir a terapia tengo tres o cuatro aliados de mi equipo a los que les cuento mi historia y les pido que me ayuden y lo que necesito. Por ejemplo, yo era un adicto al jab�n. Usaba casi un bote entero en cada ducha y le ped�a a aliados como Igor Gabilondo, �ntimo amigo m�o ahora,�que me lo dosificara. La psic�loga me hab�a pedido que usase solo un poquito y, si no me lo gestionaba �l, yo como un yonqui del jab�n, iba a usarlo todo.�

—Su �ltimo partido en categor�a profesional es en Segunda Divisi�n jugando en el Real Uni�n de Ir�n. Y es precisamente contra la Real. �C�mo hab�a cambiado desde la despedida hasta el reencuentro?

—Ya hab�an pasado seis o siete a�os, hab�a ca�do en picado a equipos de Segunda y Segunda B en los que no juego nada hasta que a los 26 a�os recalo a �ltima hora, porque ya no me quer�a nadie, en un equipo muy�modesto�de Segunda Divisi�n B que se llamaba Lemona, de un pueblo muy peque�o de Vizcaya de 3.000 habitantes, el equipo con menor presupuesto de toda la Segunda B. Llego all� y espabilo. Ten�a compa�eros de equipo que trabajaban ocho horas y que, despu�s de sus jornadas, iban a entrenar. Jugadores que despu�s de volver un domingo a las once de la noche de un partido en Salamanca, Oviedo o Burgos al d�a siguiente�iban a currar. Ah� espabilo, creo que por verg�enza. Creo que tambi�n influy� que no hab�a presi�n, no hab�a prensa que nos siguiera, en el campo hab�a cien espectadores. Ah� me reencuentro conmigo mismo, empiezo a volver a disfrutar del f�tbol y a sentirme v�lido como futbolista aunque fuese en Segunda B. A ra�z de eso, me empiezan a fichar equipos. Pero ya no por lo que fui, aquel chaval de la Real que jug� aquel partido contra Hasselbaink, sino por lo que aportaba en la categor�a en la que jugaba.�De ah� me fui al Zamora. Y de all� al Real Uni�n donde subimos a Segunda Divisi�n, cerrando mi c�rculo profesional contra la Real Sociedad. Yo soy un jugador diferente, que creo en m�. Seguramente no un jugador para Primera Divisi�n, probablemente no ten�a cualidades f�sicas o t�cnicas para jugar en Primera, pero me sent�a v�lido para Segunda o Segunda Divisi�n B. Y cerr� mi c�rculo en aquel partido contra mi exequipo en el que me rompo un ligamento del tobillo. Y ah� se acab�, jugando contra mi exequipo en el que pas� penurias, volviendo como otro futbolista capaz de aportar cosas.�

—O sea, que la lesi�n del tobillo, la de verdad, llega precisamente contra su exequipo. No me extra�a que haya tenido que escribir un libro.

—S�, me lesion� en una acci�n contra el hijo de Songo'o, Frank, que fue portero tambi�n del Deportivo. Los siguientes tres o cuatro a�os vuelvo a Lemona. Pero bueno, si sabes buscar toda historia tiene chicha para ser contada. Creo que tengo una manera de mirar mi vida, mis historias, para convertirlas en material narrativo. Yo observo cada cosa que me ocurre para ver c�mo se puede convertir en material narrativo. Lo hac�a antes, sin saber que me iba a servir para escribir un libro, pero s� para hacer re�r a la gente con esas an�cdotas de los vestuarios, y ahora como un trabajo para mon�logos y para libros.�

—�Ha pensado alguna vez en c�mo hubiese sido su historia si hubiese llegado a profesional en el 2024 con una poblaci�n mucho m�s concienciada sobre la salud mental?

—Creo que yo hubiese sido el mismo, que habr�a tenido las mismas carencias para lidiar con la presi�n del f�tbol profesional, pero que intentar�a encontrar a alguien que me preparase para ello, cosa que no ocurri� en el a�o 2000. Ni a m� ni a nadie. Nadie te prepara para que un d�a para otro saltes a jugar delante de 30.000 personas, para que te juzgue toda la provincia en funci�n de c�mo el equipo punt�e cada lunes. Nadie te prepara para eso, te preparan para saltar, para rematar, para darle con la zurda y con la derecha. Creo que ahora s� los preparan, aunque sea un poco. Creo que mi carrera hubiese sido distinta, no s� si mucho mejor, pero que hubiese sufrido mucho menos, seguro.

—Su caso fue privado, pero ha habido en el f�tbol episodios p�blicos de crisis de salud mental. Estoy pensando en aquella crisis de ansiedad de Kiko Femen�a en su debut en Primera Divisi�n cuando jugaba en el H�rcules,�completamente paralizado.�

—Tambi�n me acuerdo de que Benito Floro fue el primero que incorpor� un psic�logo a un equipo de f�tbol cuando estaba en el Madrid. Y recuerdo las burlas que recib�a por aquello. Es que es tan dif�cil de demostrar, adem�s. Porque si t� tienes una lesi�n de tobillo, con mostrar el tobillo hinchado la gente te cree, pero una ansiedad, �c�mo lo acreditas? Y luego est� eso de �con lo que ganan, c�mo se van a quejar�. Recuerdo que hace poco despu�s de una entrevista en prensa en la que contaba todo esto, alguien puso un comentario. �A una acer�a lo mandaba yo a este t�o�, sin darse cuenta de que el dinero puede ayudar a ser feliz, pero no lo soluciona todo. Yo cuando ten�a 22 o 23 a�os y me pas� todo esto, una de las cosas que vi, es que el dinero n lo puede solucionar todo. Yo ganaba mucho m�s dinero del que necesitaba, mucho m�s, ten�a un contrato de miles de euros que no me serv�a de nada, no me serv�a para salir del infierno de mi depresi�n, no pod�a utilizarlo para poder salir de la cama. Ah� me di cuenta de que el dinero no lo soluciona todo.

—Y a d�a de hoy como est�, porque esto no se va como un catarro.

—Estoy un 400 % mejor de lo que estaba hace 20 o 15 a�os, eso sin duda. Pero el TOC, aunque no soy psic�logo, intuyo que puede ser cr�nico, que est� siempre cerca merodeando. Como despu�s me he metido en cosas que me han puesto delante del foco p�blico de nuevo, que me hacen subirme a un escenario a hacer teatro o mon�logos, a salir en plat�s de televisi�n, en esos momentos de tensi�n el TOC acecha. Y hay que estar atentos, porque vuelven las ganas de retomar esas obsesiones, esas man�as, esos rituales. Hay que estar atento para no caer. Ahora tengo las herramientas, puedo caer, pero enseguida paro.�

—Me estoy acordando de esas�necesidades que tiene Rafael Nadal de colocar las botellas de una manera concreta en su banquillo. Evidentemente a �l la presi�n no le puede, �pero se siente reconocido?

—Yo sufro mucho cuando lo veo, la verdad. Sufro porque, seguramente si no hace eso, est� pensando en que puede fallar. Y f�jate que es absurdo, que cada uno tiene sus supersticiones, pero uno acaba entendiendo que no por hacer un ritual de determinada manera se va a fallar o no. No s� si se me entiende cuando digo que es la manera de atar los caballos. Los caballos hay que atarlos de alguna manera para restar un saque, para salir al escenario, para cualquier cosa que implique mucha presi�n. Y al final los acabamos atando como podemos. Nadal con sus rituales, otro rezar� y yo hac�a lo que hac�a. Pero cuando veo a Nadal, veo que sus rituales son como muy marcados y pienso que, aunque evidentemente en su caso hablamos de otra cosa, en que puede llegar a ser incapacitante. Para �l est� claro que no lo es, pero sufro un poco cuando lo veo.�

Lois Balado Tom�
Lois Balado Tom�
Lois Balado Tom�

A Coru�a (1988). Redactor multimedia que lleva m�s de una d�cada haciendo periodismo. Un viaje que empez� en televisi�n, continu� en la redacci�n de un peri�dico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ah�. Cont� historias pol�ticas, cont� historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coru�a (1988). Redactor multimedia que lleva m�s de una d�cada haciendo periodismo. Un viaje que empez� en televisi�n, continu� en la redacci�n de un peri�dico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ah�. Cont� historias pol�ticas, cont� historias deportivas y ahora cuento historias de salud.