Las concentraciones ciudadanas que se realizarán el próximo domingo en todo México, convocadas por los colectivos Unidos y Marea Rosa, en defensa de los componentes esenciales de nuestras instituciones políticas; democracia, justicia y libertad, coinciden con el bicentenario de la Constitución de 1824, que estableció en nuestro país la primera República Federal.

El asentamiento y consolidación del régimen republicano en México ha sido una ardua tarea. Consagrarlo en la Carta Magna fue más sencillo que desterrar la cultura monárquica heredada del periodo virreinal. El cambio en la ley no se reflejó en los usos del poder. La mentalidad de muchos próceres republicanos estuvo más cerca del autoritarismo despótico del viejo régimen que del ideal ciudadano igualitarista proclamado en la nueva ley suprema.

Esa incongruencia derivó en caudillismo militarista; el golpismo se convirtió en el juego preferido de los líderes de las diversas facciones ideológicas. En el arco de los primeros 50 año de vida independiente desfilaron por las páginas de nuestra historia tres repúblicas federales, dos repúblicas centrales, un gobierno aconstitucional centralista y un segundo intento monárquico, (el primero había sido desechado en 1823).

En 1867, Juárez restauró la República Federal y desde entonces el modelo no ha sido cuestionado. Sin embargo, persistió la perversa dualidad entre la letra de ley y la realidad política; la pasarela autoritaria de los caudillos militares-monarcas no cesó, ni con la dictadura porfiriana, ni con los generales revolucionarios que lo derrocaron. Tras ellos aparecieron los presidentes de la llamada “dictadura perfecta” (Vargas Llosa), también descrita como “monarquía sexenal hereditaria” (Cosío Villegas).

La transición democrática (1988-2018) trajo algunas novedades: presidentes sin mayoría en el Congreso, pluralidad el los gobiernos municipales y estatales, presidencialismo acotado, todo esto iba en la ruta del republicanismo federalista democrático. Pero de nueva cuenta se desvió y ahora se pretende demolerlo definitivamente, para establecer una nueva modalidad de monarquía autocrática. Eso es lo que se va definir en las urnas el 2 de junio.

Pese a todas las simulaciones registradas en nuestra historia, en la sociedad mexicana si se formó una conciencia de los valores republicanos. Por eso, ante los cada vez descarados amagos dictatoriales ya tomó las calles en tres ocasiones: en defensa de la democracia: “El INE no se toca” (13-11-22); en defensa de la justicia: “Mi voto no se toca” (26-02-23); en defensa de la libertad: “Voto Libre” (18-02-24). Este domingo volverá a expresarse en todo el territorio nacional: “Defendamos la República”. (19-05-24).

El acontecimiento cívico tendrá otro ingrediente histórico; será la confluencia de la movilización ciudadana con la Coalición Fuerza y Corazón por México, que postula a Xóchitl Gálvez a la Presidencia de la República. Ahí se refrendará el compromiso para construir una Nueva República. “Que nadie se quede atrás”.

La insurgencia ciudadana avanza. Una aurora boreal de colorido pluralista con energía libertaria ilumina el cielo y el futuro de nuestra patria.

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