Carlos III, Camila y el déjà vu de su coronación: un acto con capas históricas, muchas joyas y 2.000 invitados

Carlos III ha vuelto al trabajo con un ritmo frenético. Al retomar su agenda oficial, después de seguir el consejo de su equipo médico debido a los buenos resultados de su tratamiento contra el cáncer, nadie pudo imaginar que el rey de Inglaterra regresaría a ‘primera línea de combate’. Si ayer asistió a la inauguración de un nuevo retrato en el palacio de Buckingham y también a una investidura en Windsor, hoy ha querido presidir un un servicio de dedicación de la Orden del Imperio Británico.

De esta manera, superando incluso el número de actos de su hijo Guillermo, a quien veíamos el lunes visitar la base del Ejército de Aire en Middle Wallop, Hampshire, Su Majestad aparecía a las 11 de la mañana en la Catedral de San Pablo de Londres acompañado por su esposa, Camila Parker Bowles.

Tras ser recibidos por el alcalde de Londres, Michael Mainelli, ambos han accedido al interior del templo religioso en calidad de Soberano y Gran Maestra de la Orden. Allí les esperaban un total de 2.000 invitados de todas partes del Reino Unido y la Commonwealth, todos ellos poseedores de premios de la OBE.

Cabe recordar que estas condecoraciones reconocen el trabajo de personas de todos los ámbitos dándoles el honor de ostentar los títulos de Caballero o Dama. Entre los ejemplos más recientes se encuentran la diseñadora de moda Stella McCartney o el piloto de Fórmula 1 Lewis Hamilton.

No obstante, lo más llamativo de este acto de carácter histórico han sido sus numerosas similitudes con la coronación de Carlos III, celebrada el pasado 6 de mayo de 2023. En este caso, nada tiene que ver con la elección de una de las catedrales más importantes de la ‘Big City’, su asistencia multitudinaria o su retransmisión por televisión, sino más bien con las imágenes y atuendos.

En primer lugar, los reyes del Reino Unido, siguiendo el estricto protocolo del evento, han lucido los conocidos como mantos de la Orden. Se trata de unas túnicas de color salmón confeccionadas en seda carmesí y con un interior forrado por el mismo material, pero en tonalidad gris perla. Además, sobre estas reposan la estrella de la OBE en el pecho izquierdo de la que parte un collar frontal que finaliza en el hombro opuesto, sujeto con un lazo blanco.

La majestuosidad de dichas prendas, joyas y fotografías nos han teletransportado a la ceremonia vivida en la abadía de Westminster, donde vimos a Carlos III y Camila Parker Bowles caminar con la capa de estado y un diseño exclusivo a cargo de Ede & Ravenscroft, respectivamente, por el interior del templo religioso y Buckingham Palace. A estas piezas, destacadas por sus tejidos púrpura y sus bordados en hilo de oro, se unió la corona imperial.

Por otro lado, para fruto de mayor casualidad, de nuevo, Oliver, el hijo de Rose Hanbury, mujer a la que se ha vinculado con el príncipe Guillermo sentimentalmente en numerosas ocasiones, ha cumplido su función como paje real de Sus Majestades. ¿El motivo? Su padre, David Cholmondeley, ha sido nombrado Lord-in-Waiting permanente, un puesto que le otorga una posición de primera línea en la monarquía.

De esta manera, los reyes del Reino Unido han vuelto a revivir en parte, o al menos han logrado provocar un déjà vu, el día más importante y especial de sus vidas. Para más inri, lo han hecho en el mismo templo religioso en el que el príncipe Harry celebró hace una semana un servicio en honor al décimo aniversario de los Juegos Invictus sin el apoyo de ninguno de los Windsor.