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13 Mayo 2024

(Una) Historia de la Selección (XII): los infelices años 50

La Selección Española pasó el Mundial de 1950 con honores, pero su periplo por los años 50 no fue, ni mucho menos, positivo. Se pueden distinguir tres subperiodos, en apenas una década; lo cual da muestras de la notable inestabilidad que rodeó al equipo en aquellos años. 

El periodo comprendido entre 1950 y 1964, desde el cuarto puesto en el Mundial de Brasil a la conquista de la Eurocopa de 1964, se divide en tres grandes etapas para la selección española.

Las dos primeras (1950-54 y 1954-58) estuvieron marcadas por sendos fracasos del combinado nacional al no poder acceder, de forma consecutiva, a dos fases finales mundialistas.

La tercera (1958-64) fue mucho más brillante pues incluyó la participación en un Campeonato del Mundo en 1962 y en dos Eurocopas (1960 y 1964) y culminó con un gran éxito como fue la conquista de la Copa de Europa de naciones disputada en España en el año 1964.

Este periodo de presencia española dentro de la élite se prolongaría, ya sin resultados tan brillantes, en el Mundial del 66 y en la Euro de 1968.

 

LOS AÑOS 50
La interminable inestabilidad en el banquillo

 

 

La primera gran característica de todo este periodo fue la persistente inestabilidad en el banquillo de la selección por el que pasaron triunviratos (Yceta-Quesada-Alcántara en 1950-51), seleccionadores únicos acompañados por entrenadores (Escartín en 1952, Iribarren en 1953, Ramón Melcón en 1954-55 o Guillermo Eizaguirre en 1955-56) y seleccionadores que también ejercieron como entrenadores (Ricardo Zamora en 1952 y Manuel Meana en 1956).

Seleccionador Entrenador Años
Yceta-Alcántara-Quesada Benito Díaz XII/50 - X/51
Ricardo Zamora   XI/51 - X/52
Pedro Escartín

Luis Casas, Pasarín, entrenador; 

José Villalonga, preparador físico

X/52 - IX/53
Luis Iribarren Ramón Encinas X/53 - III/54
Ramón Melcón

Benito Díaz

José Villalonga

IV/54 - V/55

IV/55 - VI/55

José Luis del Valle, Pablo Hernández Coronado,

Juan Touzón y E. Jiménez Millás

Luis Miró VI/55
Guillermo Eizaguirre

Luis Miró (IX/55 - V/56)

Jacinto Quincoces (V/56)

IX/55 - IX/56
Manuel Meana   IX/56 - 1958

 

1954 Y 1957
Los grandes fracasos de la década

Los años 50, sobre todo entre 1954 y 1958, estuvieron marcados por esa inestabilidad en los banquillos y por los reiterados fracasos y sinsabores que fue cosechando la selección española que no pudo estar presente, de forma sucesiva, en dos Campeonatos del Mundo, el del 54 en Suiza y el del 58 en Suecia.

El primer desencanto de la década tuvo lugar en 1954 cuando la selección, dirigida por Luis Iribarren, no logró clasificarse para el Mundial de Suiza. Varias fueron las causas de esta primera decepción. El seleccionador contó con muy poco tiempo para preparar a la selección. No logró encontrar un once fijo (en cuatro partidos utilizó 24 jugadores diferentes y únicamente Venancio los jugó todos) y el equipo no pareció haber asimilado plenamente un estilo y tácticas definidas. Además, la suerte tampoco acompañó.

Iribarren, que tuvo a su lado como entrenador al experimentado Ramón Encinas, “Moncho Encinas”, solo disfrutó de dos meses para preparar el duelo tras la inesperada renuncia de Pedro Escartín en septiembre de 1953. El exárbitro internacional había dirigido al equipo durante casi un año y medio y lo lógico habría sido que su trabajo culminara en los partidos de clasificación para el Mundial. Pero muy desgastado por las fuertes críticas y por los malos resultados y juego poco convincente, Escartín dimitió a solo cuatro meses del duelo decisivo ante Turquía, equipo con el que España se jugaba su presencia a la fase final mundialista.

El primer encuentro de los dos que componían la eliminatoria ante Turquía se celebró el día de Reyes de 1954. Chamartín, desde las 15:30, y con Franco en el palco, fue testigo de cómo España se impuso por 4-1.

El encuentro de vuelta tuvo la novedad más destacada en la presencia en el eje de la vanguardia de Ladislao Kubala, que había conseguido la nacionalidad española el 1 de junio de 1951 y que fue convocado a pesar de que no llevaba los tres años nacionalizado español que FIFA exigía para poder ser alineado.

Y en Turquía se consumó el primer capítulo del “desastre”. Un poco acertado Alsúa y un mal partido de Kubala fueron el prolegómeno a un error que facilitó el gol de la victoria turca. Los españoles, sometidos a una enorme presión desde antes de disputarse el choque, vieron como a los 15 minutos llegaba la jugada que decidiría el duelo: Pasieguito no acertó a cortar un balón cercano al área y los turcos no desperdiciaron la oportunidad para hacer un gol desmoralizador para un equipo nacional.

Con ambas selecciones con una victoria a su favor era necesario jugar un partido de desempate tres días después en Roma. Cuando el partido estaba a punto de empezar, se produjo una novedad que desestabilizó a la selección española y alteró todos los planes: llegó apresurado al vestuario el coronel Zamalloa (jefe de la delegación), asegurando que Kubala no podía jugar al haberse recibido un telegrama de la FIFA que lo prohibía. El puesto de Laszi lo ocupó Pasieguito.

A Zamalloa le había dado el telegrama Otorino Barassi, presidente de la Federación Italiana de Fútbol y comisario de la FIFA, en el que se decía en francés: "Atención equipo español sobre la situación jugador Kubala". No se prohibía de forma clara su participación, pero causó tal temor que el jugador acabó por no saltar al césped. Zamalloa y el presidente de la RFEF declararon días después que procedía de un cierto Comité Central de la Copa del Mundo.

Para los jugadores españoles todo aquello fue como un terremoto tal y como reconocería Escudero:

"A los jugadores no nos enseñaron el famoso telegrama, nosotros no lo vimos, pero se nos dijo que llegó no prohibiendo que jugase Kubala, sino como dejándolo caer. El caso es que Laszi y yo nos enteramos juntos de que pasaba algo porque estando vestidos de corto, en el túnel, llegó el masajista Rafa y le dijo a Kubala que regresase porque había un problema con su ficha. Él volvió y minutos después salimos al campo y lo hizo también Pasieguito en su lugar. Y en el descanso todos nos hacíamos la misma pregunta: ¿cómo demonios le impiden jugar aquí cuando jugó hace tres días en Estambul? ¿Y si allí hubo infracción, por qué no han sancionado ya a España?"

España no pudo con ese contexto desfavorable: en el Estadio Olímpico de Roma la selección no pasó del empate a dos (goles de Arteche y Escudero).

Como en aquella época no estaban previstas las tandas de penaltis para dilucidar un ganador, se procedió a realizar un sorteo entre españoles y turcos para saber qué equipo obtendría el billete para el Mundial. Un niño, el famoso 'bambino' Franco Gemma, extrajo con los ojos vendados un papel de una copa en el que ponía el nombre de Turquía. España se quedó fuera del Mundial 54.  

Fue un mazazo para el fútbol español. La eliminación y la polémica por el telegrama desencadenaron una profunda crisis en el fútbol español. Sancho Dávila y la directiva de la Federación dimitieron lo mismo que Armando Muñoz Calero, quien, a su vez, había renunciado a su puesto en la FIFA aludiendo a la injusticia cometida contra España. Acusó a la FIFA de no haber querido enemistarse con Hungría y por eso no había resuelto el 'caso Kubala'. Iribarren, por su lado, dejó de ser seleccionador.

 

 

No sería la única debacle de la selección en esa década. La derrota de 1955 contra Francia hundió a Melcón y la de 1956 ante Portugal a Eizaguirre. Esos tropiezos se convirtieron en la antesala para el segundo gran fracaso de la década: el de 1957 durante la fase de clasificación para el Mundial de Suecia. El combinado nacional, en ese momento en manos de Manuel Meana, preparó la fase de clasificación mundialista logrando sonoras victorias por 5-1 ante Holanda y contra el Stuttgart en el Metropolitano por 3-1.

Pero cuando llegaron los encuentros oficiales el horizonte se nubló. Para alcanzar la fase final del Mundial, España tuvo como rivales en su grupo a equipos asequibles como Escocia y Suiza. Realmente no hizo una mala fase de clasificación ya que solo perdió un encuentro, empató otro y ganó dos, marcó 8 goles y encajó siete. El problema no estuvo en que ocurriera lo previsto (perder con Escocia en las islas británicas) sino que aconteciera lo imprevisto: empatar con Suiza en Madrid. Lo inesperado tuvo como marco un estadio de Chamartín al que acudió Franco para presenciar el encuentro. Ese primer partido de la liguilla trajo la gran sorpresa: no pasar de la igualada ante los suizos en un duelo condicionado por la lluvia.

 

Efectivamente, la victoria esperada ante los suizos se frustró. España partía como favorita gracias a la gran delantera con la que contaba: Miguel (extremo derecha canario de exquisita técnica e inteligencia), Kubala, Di Stéfano, Luis Suárez y Gento. Ese empate se convirtió en la principal razón, aunque no la única, de la definitiva ausencia española en Suecia 58 pues el equipo de Meana arrastró ese tropiezo sin poder sobreponerse. 

Hampden Park se transformó en escenario de una derrota muy dolorosa (4-2) para una España que veía, tras este tropiezo, ya casi imposible ir al Mundial. La velocidad escocesa y su buen centro del campo e interiores anularon al combinado nacional.  Para la vuelta, España, con escaso apoyo de aficionados en Chamartín, se vengó de la derrota en Hampden Park endosando a los escoceses una goleada (4-1 con goles de Mateos, Kubala y dos de Basora).

Con esta victoria España, segunda con 3 puntos, se situaba a un punto de Escocia con cuatro que dependía de sí misma para clasificarse: le bastaba con imponerse a Suiza. La selección española, derrotando a los suizos, podía alcanzar 5 puntos, pero la victoria escocesa situaba a los británicos con unos inalcanzables 6 puntos. Y en noviembre de 1957 se consumó la segunda gran decepción de la década.

 

La victoria por 3-2 de Escocia sobre Suiza dejaba a España fuera del Mundial incluso antes de medirse con los helvéticos. Por lo tanto, tras el triunfo escocés ante los suizos, se disputó un partido ya sin trascendencia pues a España le resultaba imposible acabar primera y acceder a la fase final del Campeonato del Mundo. Dos goles de Kubala y dos más de Di Stefano además de dos asistencias de Suárez y una de la Saeta confirmaron la superioridad española (1-4) ante los helvéticos.

LOS AÑOS 50
El lento relevo generacional

Entre 1950 y 1955 la columna vertebral del equipo que jugó en Brasil –salvo Ramallets-fue desapareciendo de las convocatorias y las alineaciones de la selección. Fue un lento ocaso que se aceleró en 1954 a raíz del batacazo ante Turquía. Paulatinamente dejaron de ser internacionales los integrantes de la gran tripleta atacante: Zarra, Basora y Gaínza. No acudir al Mundial suizo supuso el final de la carrera como internacionales de los hombres que formaron la medular en la cita mundialista: Puchades y Gonzalvo III.

El equipo que brilló en Brasil se fue renovando a medida que se iban incorporando nuevos jugadores: Kubala en 1952, Rial y Gento en 1955 o Di Stefano en 1957. Y el sistema de juego empleado siguió basado en la WM con tres defensas, dos centrocampistas y cinco delanteros (dos extremos, un ariete y dos interiores un poco más retrasados ejerciendo de enlace con la medular). Era el ya conocido 3-2-2-3 que empezaba a tener una contracara mucho más defensiva: el 3-3-4 que algunos clubes y selecciones europeas ya estaban incorporando.

El adiós que marcó una época fue el de Telmo Zarra en 1952 cuando una lesión le alejó del combinado nacional y luego le relegó a la suplencia. Zarra (Asúa-Erandio-, 1921) jugó su último partido con el combinado nacional en 1951 (el empate a cero ante Suecia de junio) pero todavía se mantuvo como seleccionable pues llegó incluso a viajar en 1953 a Argentina y Chile como suplente de Kubala. Con Kubala, el jugador que le desplazaría de la titularidad, llegó a coincidir cuando, preparando el Mundial de Brasil, la selección se midió al Hungaria.

“En aquel partido de ensayo vi por primera vez a Kubala. Me causó una magnífica impresión. Despuntaba sobre todos como jugador realmente extraordinario. Entonces hacía un gran juego de interior, aunque permutando su puesto sobre la marcha con el delantero centro. Creo que fue entonces cuando vi mejor a Kubala. Aún mejor de lo que hoy es”, confesó tiempo después el jugador vasco.

 Tras la lesión que sufrió a finales de 1951, Zarra ya no volvió a ser titular y Escartín le llegó a mandar una carta explicándole las razones e invitándole a que no desanimara. “Cuando Escartín me dijo que no jugaría me dio una pena tremenda".

 

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