En 20 años, el grupo de teatro laboratorio Piel de Lava, que integran las actrices Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Valeria Correa y Laura Paredes, “no había representado a “chabones”

“Nos preguntamos cómo era posible. Habíamos hecho de extraterrestres, pero no de varones. Era increíble”, recordó Elisa Carricajo, entre risas, en la entrevista telefónica con Rosario3.

La ausencia de esa caracterización, sumada a la intención de ahondar en las posibles masculinidades las llevó a pensar en un ámbito en el que lo doméstico y lo laboral se unieran.

El resultado de ese proceso, en el que confluyeron actuación, dramaturgia y dirección –esto último, junto a Laura Fernández– es Petróleo, la obra que representan hace más de cuatro años en salas porteñas y que Piel de Lava traerá a Rosario el próximo 4 de junio, en el teatro La Comedia.

Para la entrevistada, "el teatro tiene que ser un lugar de abrir preguntas, de generar una especie de código común entre los artistas y el público. No pienso que sea un espacio de respuestas, para eso están los libros".

"Petróleo" (Carlos Furman)

En Petróleo, cuatro trabajadores petroleros golondrina conviven en un trailer ubicado en un yacimiento de la Patagonia. A solo unos metros de allí, extraen el “oro negro” de un pozo casi vacío.

Actuar de “chabones” implicó para las actrices performar un género distinto al asignado. En tanto que, adentrarse en ese sector productivo, les permitió también escenificar el modo en que el capitalismo moldea las masculinidades “para no hacerse cargo de las necesidades de los trabajadores”.

La masculinidad en el mundo del petróleo, y en un montón de lugares, es también una herramienta del capitalismo. Los trabajadores la sobreactúan o la reivindican como una especie de lugar de resistencia"

La masculinidad en el mundo del petróleo, y en un montón de lugares, es también una herramienta del capitalismo. Me refiero trabajadores que la sobreactúan o la reivindican como una especie de lugar de resistencia, de fortaleza. Esto a las empresas, por ejemplo, de hacerse cargo del cuidado de esos trabajadores”, advirtió Carricajo.

—Con la representación de la obra, ¿qué pasó con sus masculinidades?
—¡Fue un encuentro con ellas! Es fuerte habitar ese otro cuerpo. Podés pensar y entender que se te asigna un género al nacer, y que eso implica una fiscalidad (sic), una forma de estar, pero después, cuando te das cuenta de que ser una mujer es estar con las piernas cruzadas y ser un varón es tenerlas abiertas… No es mucho más.

—A medida que avanzaban las funciones, ¿qué les pasaba a ustedes?
Los chabones ya son como un grupo paralelo (risas). La composición requiere un trabajo. No es que te ponés la peluca o el bigote y listo. Hay algo del dragueo también. Es montarse de chabón hasta que, en un momento, los sos. Hay conversaciones o cosas del grupo que, en ocasiones, se dan en el marco de “ellos hablando en el camarín”, en el carreteo de la media hora previa a salir (al escenario). Es más, decimos que, después de tantos años de presentar la obra, no nos vamos a poder despedir nunca de ellos.

La obra no ocurre en el lugar de trabajo, sino en el tiempo de la intimidad. Esta decisión permite la separación entre lo masculino y lo femenino, lo exterior y lo íntimo"

–¿Qué particularidades ofrecía el mundo de los trabajadores petroleros?
—Primero, apareció el interés de interpretar masculinidades porque, como te decía, no habíamos hecho de varones. Ahí empezamos a pensar en algún trabajo en el que estuvieran solos y conviviendo. Mi compañero es de Neuquén y tenemos un amigo que había trabajado en boca de pozo muchos años. Entonces, era una historia que podíamos contar de primera mano. La obra no ocurre en el lugar de trabajo, sino en el tiempo de la intimidad. Esta decisión permite ver la separación entre lo masculino y lo femenino, donde lo primero es lo exterior y lo segundo, lo íntimo. En la convivencia (en el trailer), esos varones tienen su espacio doméstico. Además, está la particularidad de que tienen un sistema en el que trabajan 17 días y regresan por siete a su casa. Después, empezaron a aparecer las relaciones entre masculinidad y capitalismo... En ese proceso, dimos con el libro La producción de la masculinidad en el trabajo petrolero (Biblos), del antropólogo Hernán Palermo.

—¿Qué encontraron en ese vínculo y si plantean algún link al extractivismo?
La masculinidad en mundo del petróleo, y en un montón de lugares, es también una herramienta del capitalismo para no hacerse cargo de muchas de las necesidades de los trabajadores. Me refiero trabajadores que la o la reivindican como una especie de lugar de resistencia, de fortaleza. Esto exime a las empresas de hacerse cargo del cuidado de esos trabajadores. Situaciones como: «No tenemos que tener frío, nos tenemos que bancar, no somos unas nenas». Entonces, hay accidentes laborales que no son considerados o vistos como relevantes. Si bien la obra no se mete tan profundamente en eso, es un elemento que está. Tampoco es que abordamos el extractivismo, pero sobrevuela. En la forma de vincularse con la tierra, en la extracción de petróleo, también se juegan este tipo de masculinidades.

El humor es, para nosotras, una forma de resolver y de meternos con grandes temas"

—¿Cuál es el lugar del humor, que la obra lo tiene, en ese entramado?
—El eje de la obra está puesto en el humor. No me refiero al hecho de ver a una mujer haciendo de varón, sino a un chabón que tiene que sobreactuar la masculinidad con sus compañeros. Más allá de esto, el humor es algo que nos sucede nosotras. Hace 20 años que estamos juntas y es difícil que las cuatro podamos mantener una conversación seria. Digo, que se desarrolle durante mucho tiempo sin que alguna meta un chiste. Hay algo de eso que pasa a la escena medio naturalmente. En ese sentido, creo que hay honestidad total ahí.

Y continuó: “El humor es, para nosotras, una forma de resolver y de meternos con grandes temas, ¿no? Porque estamos hablando de la construcción de la masculinidad, el vínculo del capitalismo y el trabajo, y toda una serie de cuestiones que pueden llegar a ser muy aburridas, pero el humor permite que aparezcan con otra materialidad, menos solemne. Tampoco lo pensamos como una bajada de línea, sino como la herramienta para abrir un problema y pensarlo con el público. Hacer un chiste sobre algo es generarle al otro una pregunta. Es decir: «Qué gracioso es que los chabones no puedan entender el hecho de tocar». A nosotras nos gusta un pullover y, a los dos segundos, lo estamos tocando para después preguntar si lo compraste en internet. Eso, para los chabones, son dos horas. Uno puede hacer una teoría sobre esto o hacer un chiste.

El teatro tiene que ser un lugar de abrir preguntas, de generar una especie de código común entre los artistas y el público. No pienso que sea un espacio de respuestas, para eso están los libros"

—¿Cómo entienden al teatro?
El teatro tiene que ser un lugar de abrir preguntas, de generar una especie de código común entre los artistas y el público. No pienso que sea un espacio de respuestas, para eso están los libros, la ciencia, los ensayos. En ese contexto, el humor es uno de los procedimientos posibles y es el que mejor nos sale. Obviamente, hay temas complejos para hacer humor. Además, estamos en un momento donde hay una especie de estética de la crueldad. Creo que el límite es herir, ofender al otro. Si veo a alguien más poderoso riéndose de alguien más vulnerable, no me causa risa, me parece horrible. Tal vez la crueldad sea el límite.

—¿Cómo manejan la masividad de Petróleo?
—Esta es nuestra quinta obra y presentarla en el llamado “teatro oficial” nos permitió, primera vez, tener un sueldo por ensayar. Hasta ese momento, habíamos trabajado de forma independiente. Trabajábamos en otras cosas y nos dejábamos un tiempo para ensayar. Acá ocurrió que pudimos estar ocho horas por día en un teatro todas juntas. Entonces, si bien el proceso de la obra fue de dos meses, se cocinó con tiempo. Hay muchas obras que vienen del independiente y llegan al teatro oficial, o lo que se llama “comercial”. Es una pena que se diga así porque, en realidad, es una sala más grande con mejor luz y sonido. Entonces, es poder mostrar mi trabajo de otra manera. También siento que el pasaje de estas obras, que vienen de otro contexto, cuestiona la idea del “teatro comercial” como producido para tener un rédito.

—Eso reivindica la idea de una expresión cultural diversa
—Es mostrar la importancia del campo cultural independiente y por qué es clave sostenerlo. Resulta que te dicen que se producen obras de ghetto y, cuando pasan a una sala de la calle Corrientes, la gente las va a ver y le encantan. Las cosas no nacen de un repollo. Los actores que vos ves en las series, bueno, muchos vienen del teatro independiente. Y esto que pasó con Petróleo también ocurrió con muchas obras en los últimos tiempos. Lo mismo pasa con las obras que hablan de nuestra identidad.

Las entradas


Piel de Lava presentará la obra Petróleo en el teatro La Comedia el viernes 14 de junio a las 21. Las entradas pueden adquirirse en la boletería del teatro y a través del sistema 1000tickets.com.ar

Ficha técnica
Elenco: Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes
Producción ejecutiva: Mariana Mitre
Música y diseño de sonido: Zypce
Iluminación: Matías Sendón
Vestuario: Gabriela A. Fernández
Escenografía: Rodrigo González Garillo
Dramaturgia y dirección: Piel de Lava y Laura Fernández