Usar la tarjeta (ya sea de crédito o débito) como método de pago en nuestro país es tan común que la sorpresa viene más si alguien decide pagar en efectivo. Esto no es una sorpresa, ya que según el Banco de España hasta un 86% de los españoles la tienen, ya sea en su cartera e incluso digitalizada en su teléfono móvil. Al igual que su uso, la manera de deshacerse de una tarjeta bancaria caducada suele ser mayoritariamente el mismo: cortarla en pequeños cachitos con unas tijeras.
Si bien esto nos da la seguridad de que ya es inservible y además por nuestra propia mano (o por la de las cuchillas de una trituradora), cometemos el grandioso error de tirar, sin más, esos trocitos a una papelera y despreocuparnos totalmente del tema. ¿Y por qué decimos que es un error cuando en el proceso hemos dejado casi ilegibles los datos del número de cuenta, nuestro nombre o el CVV? En este artículo te explicamos todo en detalle, porque si bien algo tiene que ver con la seguridad, el tema principal es la sostenibilidad.
¿Qué hacer con mi tarjeta bancaria caducada?
No es mala idea eso de cortarla en cachitos e incidir sobre todo en nuestros datos o en la banda magnética, pero debemos saber que los productos que componen las tarjetas bancarias son, como era de esperar, muy contaminantes y peligrosos para el medio ambiente. Es por ello que no podemos tirarlas a una basura convencional, ya sea de reciclaje o no. Es decir, que nada de que contenedor amarillo ni de cualquier color que tenga en la tapa.
Una vez nuestra tarjeta haya sido invalidada o se haya caducado, tendremos que llevarla a un punto limpio y reciclararla como residuo electrónico, ya que no solo se compone de plástico sino que también hay materiales metálicos, como por ejemplo el chip. A esto hay que añadirle los diferentes materiales que también forman parte de la misma, como lo son los diferentes pigmentos y tintas que componen su diseño exterior.
Otra de las opciones que tenemos, si no nos fiamos tanto de los puntos limpios con algo tan delicado (lo cual es perfectamente normal), es llevarla nuestra tarjeta a la oficina bancaria que nos corresponda y entregarla, ya sea al personal o en algunos lugares destinados a este fin. En estos casos, será el propio banco el que realizará el proceso de reciclaje de la forma más segura y confidencial posible, a fin de no dañar ni al medio ambiente ni los datos personas de sus clientes. Otra forma de gestionarlo con la propia entidad es dejar que el propio cajero automático se trague la tarjeta, ya que cualquier dispositivo que haya sido invalidado no será devuelto.
Es importante poner el foco en lo mejor no solo para nuestros datos personales, sino también en el medio ambiente y en evitar que cualquier material peligroso pueda llegar al mismo. Además, muchas entidades bancarias están trabajando en desarrollar diversas estrategias para propiciar la economía circular y reducir el impacto en la huella de carbono, lo cual es algo que muchos de sus clientes y potenciales clientes pueden tener a la hora de escoger una compañía u otra.
Algunos ejemplos son los de CaixaBank, que está haciendo las nuevas tarjetas bancarias con materiales biodegradables o reciclados, o el casos del BBVA, que para disminuir la cantidad de PVC que se emplea a la hora de crear una nueva tarjeta, está empleando las que se han caducado. También se están llevando a cabo proyectos en los que se estudia cómo emplear los materiales de los que estos dispositivos están compuestos para crear mobiliario urbano y otros objetos.