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Maravillas de este siglo

Los académicos se muerden la lengua

 

18/05/2024 | 09:10

María Rosa Beltramo

María Rosa Beltramo

La Real Academia Española volvió a notificar en el curso de esta semana una decisión que tomó hace 30 años y que, con alguna frecuencia, reitera porque la considera importante o tal vez porque advierte que hay miles de hispanohablantes que la ignoran.

La primera vez que le dio forma a lo que ahora es añejo pero se comunica como novedad fue en 1994 y al frente de la institución que custodia la lengua que usan cerca de 600 millones de personas ,se encontraba Fernando Lázaro Carreter.

“Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema”.

Como se advertirá , la medida adoptada por los académicos parece tener origen en el deseo de economizar recursos. Lo que no resulta tan claro es por qué lo que se acordó hace 30 años debe invocarse con cierta periodicidad como si al trámite iniciado en el siglo pasado le faltara algún sello.

Pero al margen del recorrido burocrático la consecuencia directa es la reducción del abecedario de 29 a 27 letras.

Para tranquilidad de los que temieron que la eliminación de los dígrafos pudiera determinar cambios en alguna palabra, la RAE aclaró que no supone que desaparezcan del sistema gráfico del español y que "seguirán utilizándose en la escritura de las palabras".

Lo ideal es aceptar serenamente las disposiciones que adopta la entidad fundada en 1713 por Juan Manuel Fernández Pacheco pero sin indagar demasiado en la motivación profunda de los cambios.

Sucede que, no obstante un prestigio que nadie se anima a discutir, la RAE suele hacer gala de una gran dosis de arbitrariedad.

"Descubrir" que la "ch" y la "ll" son dígrafos y que por eso correspondía sacarlos del abecedario, no parece que vaya a tener el menor impacto entre los hablantes ni entre los estudiosos de la lengua, aunque llama la atención que les demande 30 años de recordatorios conseguir que la gente tenga presente la resolución.

Hay, en cambio, decisiones que parecen más atinadas, algunas de las cuales nacen del revisionismo histórico o el análisis etimológico.

Pero el adios a la "ch" y a la "ll" fue recibida con la misma sorpresa que en 2010 ocasionó el cambio de normas de escritura del prefijo ex.

Los académicos, que deben ser personas que combaten el aburrimiento a golpe de decretazos, resolvieron entonces que el prefijo y la palabra modificada deben escribirse unidos (exministro) o separados si la base es de más de una palabra (ex primer ministro).

Sólo se puede sonreír al pensar en el tiempo y las reuniones que insumió el debate sobre si era conveniente o no, separar el prefijo y esa especie de maldad inofensiva -pero maldad al fin -, de aprobar dos reglas distintas para hacerle la vida dura a los estudiantes.

Cada vez que alguien defiende a rajatabla todas las decisiones de la RAE es mejor que sepa que los actuales académicos, derrotados por cierto afán periodístico destinado a acortar títulos, han aceptado horrores como “campeonar” y “vacacionar” y, por otras motivaciones que sólo Dios conoce, “haiga” por “haya”, “toballa” por “toalla” y “muerciégalo” por “murciélago”.

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