Three Kilometers to the End of The World / Trei kilometri pana la capatul lumii (Rumania/2024). Guion y dirección: Emanuel Parvu. Duración: 105 minutos. En Competencia Oficial.  ★★★✩✩

Adi (Ciprian Chiujdea) es un adolescente de 17 años que regresa a un pequeño y remoto pueblo ubicado en el Delta del Danubio para pasar el verano con su padre Dragoi (Bogdan Dumitrache) y su madre (Laura Vasiliu). Adi estudia y vive en una ciudad más grande y sueña con ir a Bucarest. Además, es gay, tiene un novio que lo va a visitar, pero sus conservadores padres no lo saben. Luego de una elipsis, vemos que el protagonista ha sido molido a golpes por unos vecinos, pero ese ataque homofóbico será solo el inicio de sus penurias: entre secretos, mentiras, engaños y componendas, se inicia un largo proceso policial, religioso y judicial del que cada adulto querrá sacar su beneficio sin tener en cuenta jamás las necesidades y deseos de la víctima.

La película aborda sin medias tintas el cinismo y la hipocresía de la represiva sociedad pueblerina que persisten en comunidades cerradas, endogámicas y alejadas de los centros urbanos. Narrada y actuada con la habitual solvencia del cine rumano, Three Kilometers to the End of The World resulta, sin embargo, bastante menos audaz, sorprendente y arriesgada que las propuestas de Cristi Puiu, Corneliu Porumboiu o Radu Jude, por citar algunos prestigiosos autores del mismo origen. Es un film correcto, atinado, pero al mismo tiempo menor para el contexto de la Competencia Oficial del principal festival del mundo.




The Girl with the Needle / Pigen Med Nålen (Dinamarca-Polonia-Suecia/2024). Dirección: Magnus Von Horn. Duración: 115 minutos. En Competencia Oficial. ★½

En un breve comentario en la red social cinéfila Letterboxd escribí: “Dicen Haneke, Von Trier, Lanthimos y Noé que te pasaste cuatro pueblos en tu siniestro, sádico, pornográfico ejercicio de la crueldad”. Más allá de la ironía y la provocación, lo cierto es que el nuevo film del director sueco de The Here After (vista en la Quincena de Cineastas 2015) y Sweat (Selección Oficial de la malograda edición 2020 de Cannes) resultó un martirio de esos que dejan huellas, resaca de la mala.

Karoline (Vic Carmen Sonne) es la joven trabajadora de una fábrica textil en la Copenhague de 1918. Su marido no ha vuelto de la Primera Guerra Mundial y lo dan por desaparecido. Empieza una relación con su jefe, queda embarazada y al poco tiempo la dejan en la calle. Su esposo vuelve desfigurado, ella lo rechaza y eso es solo lo que ocurre en los primeros minutos. Luego tendremos desde tráfico de bebés, horribles escenas de sexo y de consumo de drogas y un recorrido por muchas de las maldades, aberraciones, perversiones y bajezas humanas (hasta los personajes en principio encantadores devienen en monstruos) en un cuento de hadas -inspirado en un caso real- hecho con saña artística. Eso sí, todo filmado con una imponente fotografía en blanco y negro, y un virtuosismo formal innegable. La sofisticación de la imagen para mostrar la podredumbre humana en su más absoluta expresión.


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