Resulta que en aquel tiempo yo vivía en Málaga, e ir al cine era aún lo más excitante que podías hacer, en los ratos libres en que no tenías que estudiar. En ese tiempo (recuerda que eran los Buenos Tiempos), aún estaban los carteles enormes, pintados a mano, del cine Astoria. Sí, sí, en donde ahora hay un baldío, vallas, vete a saber lo que van a construir. Fue un tiempo glorioso, también de buenas películas. Recuerdo que en el cine Alameda (sí, sí, en donde ahora está el Teatro del Soho Caixabank) pusieron un ciclo de cine, algo organizado por la Universidad de Málaga o no sé qué, era 1991 o una cosa así. Y, en ese tiempo, recuerdo que vi esta peli, entre muchas otras gloriosas: El cielo protector, Un puñado de polvo, Enemigos: una historia de amor, Matrimonio de conveniencia, Los timadores, Esperando a Mr. Bridge (que han puesto también en TCM, creo), El marido de la peluquera, Monsieur Hire (estas dos, de Patrice Leconte, que vi casi seguidas, y que me encantaron).

Ahora, después de tantos años (más de treinta), he vuelto a ver Uno de los nuestros, de ese bendito año 1990, y de nuevo en VOSE, y me ha encantado volver a revisarla. Me acordaba de ella, y no. TCM la ha puesto, anoche, en su especial dedicado a los Premios BAFTA, que se entregarán este domingo 18. Hoy sábado 17 de febrero, toda la programación estará dedicada a pelis que han ganado en estos premios (a las 22 horas, El hombre elefante, que ya he visto), y mañana domingo también (a las 20 horas la ceremonia, y a las 22 horas, 12 años de esclavitud, vista en pantalla grande, un peliculón). Una buena ocasión para volver a ver esta casi obra maestra, que después de este tiempo transcurrido, no ha perdido nada de su fuerza original, al contrario, demuestra que es una obra redonda, inolvidable. Se quejaba, hace tiempo, el cineasta (ejem) Peter Greenaway, de directores tontos como Scorsese, que siempre hacen la misma película, y con medios simplones, según él. Muy bien, Mister Greenaway. Pero el tiempo ha pasado, y Scorsese es ya parte de la Historia del Cine, contribuye a preservar esa Historia del Cine, mientras que usted no ha hecho más que chorraditas arty. Después de Taxi Driver y de Toro salvaje, estamos ante la tercera obra maestra (casi) del cineasta neoyorquino. Lo que quiero decir con todo esto: Scorsese sí, Greenaway, no.

La película que nos ocupa es una lección de cine, como dijo Javier Ocaña en Cinemanía. Quienes quieran aprender algo de este oficio, que vean esta peli, una y cien veces. ¡Qué movimientos de cámara, qué fluidez narrativa, qué actuaciones impecables! Todo en esta peli destila maestría, saber hacer, y lo hace con una sencillez pasmosa, que parece por momentos que estás viendo un documental, algo que no cuesta mucho hacer, cuando es todo lo contrario. En todo ese arranque, en esa primera hora, cuando Henry Hill (aún jovencito) envidia la vida de los gángsters, vemos realmente un alarde de cinematografía, con la fotografía maravillosa de Michael Ballhaus, y una banda sonora de escándalo. La voz en off, ¡es maravillosa también! Esta peli está basada en hechos reales, en una novela (o relato) de Nicholas Pileggi, compinche eficaz del director. Cuando Henry Hill ya es mayor, y es “uno de los nuestros”, la voz sigue, e incluso se añade la de Karen Hill (magnífica Lorraine Bracco), su mujer. La historia coge brío, ya va a velocidad de crucero, no hay quien la pare. Ahí es donde el espectador empieza a disfrutar como un enano, con las distintas secuencias, con este trío de mafiosos impecables: Robert De Niro como Jimmy Conway; Ray Liotta como Henry Hill y Joe Pesci como Tommy DeVito, ¡vaya trinidad fatal! En especial, destaca Joe Pesci, que ganó un merecido Oscar, y que está inconmensurable (la secuencia en la que se queda con Henry, es de antología). Otra secuencia, que alguien ha mencionado: cuando Jimmy se cabrea, y mucho, por esa muerte estúpida, y le dice que ahora vaya a buscar una pala para enterrar el cadáver…., ¡pues claro que voy, no será el primer hoyo que cavo! Pa’ matarlo…

Así, la cinta es un despliegue de genialidad, de equipo en estado de gracia, como no se ha visto casi desde entonces. Y pensar que en ese año se estrenó también El Padrino III, de Coppola, que es otro peliculón…, pero me quedo con ésta, sin duda. Como uno puede esperar, la historia va ascendiendo, en una especie de montaña rusa también baja, peligrosamente (me refiero a la historia, no a su calidad, por supuesto), y las canciones se suceden sin parar, porque ya sabemos lo que le gusta a Scorsese el rock y la música pop de aquellos años. Hay una secuencia gloriosa, que es la entrada de Heny y Karen, ya casados y en su mejor momento, al club Copacabana, un famoso cabaret de la ciudad. Hay que verlo, para creerlo. ¡Qué alarde de movimientos de cámara, qué maravilla! Pero es que, así, en casi toda la película. Hay momentos muy graciosos, como cuando Karen (de familia judía, mientras que Henry es de padre irlandés, y él lleva su medalla, su cruz católica, que tiene que esconder) conoce a los miembros de la Familia, sobre todo a esas mujeres, ¡es desternillante! Por no hablar de Catherine Scorsese, madre de Martin, como madre de Tommy. Una maravilla tras otra. Viendo esta peli, te dan ganas de ser mafioso, de salir del rebaño, de ser uno de ellos. Total, si son gente encantadora, buenos chicos, chicos listos…