Mr. Auster - Editorial El Tiempo

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Editorial

Mr. Auster

Pocos narradores son despedidos con tanta devoción por sus seguidores, tanto respeto por sus colegas

Cuando era joven, empeñado en vivir de su pluma pasara lo que pasara, el escritor norteamericano Paul Auster escribió en uno de sus cuadernos una frase que fue la brújula de su magnífica obra: “El mundo está en mi mente, mi cuerpo está en el mundo”. Eran los tiempos en los que componía poemas con vocación de enigma, y hacía lo que fuera necesario para vivir “a salto de mata”. Luego de vivir experiencias definitivas, desde el nacimiento de su hijo Daniel hasta la muerte de su padre –que le dejó una herencia que le sirvió para concentrarse en la escritura–, en el paso de los setenta a los ochenta descubrió su voz narrativa.

Empezó por una obra maestra: La invención de la soledad. Y, en las siguientes cuatro décadas, consiguió algunas de las novelas más brillantes, más envolventes de estos tiempos: Ciudad de cristal, El palacio de la luna, Leviatán, Mr. Vértigo, El libro de las ilusiones y 4321. Hasta mediados de los años noventa fue una especie de escritor para escritores: un oráculo para la gente que quiere dedicarse a la tarea de –así resumía Auster el asunto– “contribuir a la confusión”. Después, mientras se atrevía a hacer películas como Smoke o Lulú en el puente, fue convirtiéndose en best seller mundial y en sabio de la tribu dispuesto a señalar las amenazas contra la democracia.

Paul Auster fue una voz amada y respetada. Baste revisar los mensajes de la gente, el fin de semana pasado, a raíz de su muerte a los 77 años: pocos narradores son despedidos con tanta devoción por sus seguidores, con tanto respeto por sus colegas. Quizás sea porque creó un mundo y una manera de moverse por él. Supo documentar la Nueva York y los Estados Unidos de su época, y supo dar con un estilo suyo y sólo suyo más complejo de lo que se notaba en una primera lectura, pero siempre consiguió tramas y personajes imborrables porque jamás perdió de vista a los lectores. Será correspondido.
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