Locura de grandes hombres - II Guerra Mundial y sus médicos.

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La Cátedra de Humanismo Médico invitó al Académico Correspondiente Enrique Melgarejo Rojas, cardiólogo, ex-presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología, Fellow de la Sociedad Europea de Cardiología y Colegio Americano de Cardiología para hablar de 4 protagonistas de la II Guerra Mundial, sus enfermedades, el drama de sus médicos y sus consecuencias. 

Estamos hablando de Roosevelt, Churchill, Stalin y Hitler que curiosamente eran todos hipertensos, probablemente encefalópatas hipertensos, una afectación cerebral difusa en pacientes con hipertensión arterial severa o maligna,  y adicionalmente compartían también una especie de adicción al poder. 

Franklin D. Roosevelt.

Nació en Nueva York en 1882. Presidente de los Estados Unidos entre 1933 y 1945, gobernó durante 4 períodos consecutivos, un hecho inédito en la historia de este país. Contrajo poliomielitis, una enfermedad infecciosa causada por un virus en agosto de 1921, mientras estaba con sus hijos nadando en la isla Campobello. En pocos días había perdido toda la sensibilidad de la cintura hacia abajo, probó muchos tratamientos para intentar recuperar la movilidad y de hecho, con terapia y el fortalecimiento de sus músculos abdominales y brazos lograba sostenerse de pie sin ayuda de muletas, pero estaba confinado a una silla de ruedas para movilizarse. 

Ya en su presidencia, en 1933 creó una comisión para la investigación de la parálisis infantil que se convertiría en la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil. Las enormes donaciones permitieron avanzar en la investigación para hallar una vacuna.  La primera vacuna fue desarrollada por Jonas Salk, una dosis inyectada de poliovirus inactivados o muertos (IPV) y la segunda fue una vacuna oral desarrollada por Albert Sabin usando poliovirus atenuados (OPV). Aunque se hicieron pruebas exitosas en monos, la idea de inocular a niños con este peligroso virus retrasó las pruebas que controversialmente fueron hechas en niños de un hospital psiquiátrico en Pensilvania. Se avaló la vacuna en 1955.

En la guerra, Roosevelt estaba reacio a participar y la población se oponía a enviar a sus hijos a una guerra lejana, pero USA colaboraba con armamento. En 1941 tras el ataque a Pearl Harbor, Estados Unidos entró en la guerra con el eje de aliados. Su salud, que había sido buena a pesar de su condición, empezó a deteriorarse y en 1942 en un examen médico completo, se le detectó una hipertensión grave y cardiomegalia. Su médico personal Howard G. Bruenn, lo trató pero también ocultó su gravedad permitiendo que se postulara a un nuevo mandato, que ganó. En 1944, sufrió un leve infarto de miocardio que fue tratado. El informe oficial hecho por otro de sus médicos cercanos, el Vicealmirante Ross T McIntire, minimizó el hecho. Su mala condición se hacía cada vez más evidente y en la Conferencia de Yalta que reunió a Stalin, Churchill y Roosevelt, donde se pretendía discutir cómo poner fin a la II Guerra y planificar la reorganización de Europa, fue una prueba difícil para Roosevelt, por el duro viaje, su salud disminuida y las presiones del poder. Dos meses después fallecería por una hemorragia cerebral a los 63 años.

Iósif Stalin

Nació en Georgia en un hogar humilde y violento. Fue atropellado por un carruaje a los 10 años, estuvo en coma, sufrió una toxemia por sus heridas mal cuidadas y quedó con una lesión en el codo. Adicionalmente contrajo una viruela que dejó marcas en su cara que él obligaba a modificar en sus retratos y fotografías. Tuvo un hijo mayor, Yakob, que murió en la II Guerra Mundial en un campo de prisioneros, su padre no hizo nada para impedirlo, y de un segundo matrimonio nacieron Svetlana y Vasili a quien consideraba un alcohólico. 

Stalin tenía un estilo de vida sedentario, fumaba y bebía, padeció muchas afecciones y enfermedades agravadas por este estilo de vida. Aunque no hay registro detallado de sus dolencias se presume que padeció bipolaridad, gota, una artritis reumatoidea, hipertensión, alcoholismo y enfermedades venéreas producto de su vida disipada. Tenía más corto el pie izquierdo que el derecho y no permitía que se le filmara caminando, usaba unas botas especiales. 

Su médico de confianza era Vladímir Rózanov, quien le extrajo una bala en 1922, producto de un atentado, 4 años atrás. Sus problemas de salud se agudizaron hacia 1945. Se quejaba de dolores de cabeza, mareos y náuseas. Tuvo un episodio de fuerte dolor en la zona del corazón que probablemente se debía a un infarto pero Stalin se negó a descansar.  Walter Clemente Álvarez, un médico nacido en 1884 en San Francisco, había descrito ya un conjunto de síntomas tenues que precedían con frecuencia a los ataques o ictus cerebrales y que coincidían con los síntomas que Stalin tuvo en varios episodios de este tipo.  Con el tiempo, Stalin se volvió más huraño y sus reuniones eran cada vez más cortas e infrecuentes. 

Su paranoia, queda ilustrada en el caso de la “conspiración de las batas blancas” donde desapareció a médicos judíos bajo acusaciones falsas de querer abreviar la vida de personalidades dirigentes por medio de tratamientos nocivos.  Incluso, sus más cercanos colaboradores le reclamaron este hecho, lo que aparentemente provocó en Stalin un estado de ira profundo que lo hizo abandonar la reunión, recluirse en su habitación de donde no salió al día siguiente. En la noche su mayordomo lo encontró en el piso sin poder hablar, había sufrido un ataque cerebrovascular, su agonía se prolongó por varios días y aunque le practicaron tardíamente reanimación cardiopulmonar, falleció  el 5 de marzo de 1953. 

Winston Churchill

La infancia de Churchill estuvo marcada por la falta de afecto de sus padres y su estrecha relación con su niñera. A pesar de este comienzo difícil, Churchill demostró desde temprano una capacidad excepcional para el liderazgo y la perseverancia.

Sus hábitos eran poco saludables, comía compulsivamente y tenía un consumo excesivo de alcohol y tabaco, así como una rutina de trabajo poco convencional que involucraba largas horas de escritura en la bañera. El listado de enfermedades que se le atribuyen incluye angina de pecho, hipertensión, aterosclerosis, trombosis, ataques epilépticos y meningitis. A pesar de su frágil salud y su personalidad bipolar, – sufría frecuentes crisis de depresión que él mismo dominaba “el perro negro”- Churchill se mantuvo como una figura clave en la política británica y mundial, liderando al Reino Unido en momentos críticos durante la guerra.

Los logros políticos de Churchill, como su liderazgo durante la Segunda Guerra Mundial y su papel en la resistencia contra la Alemania nazi son mundialmente reconocidos. Escribió 6 volúmenes de sus memorias de guerra sobre la II Guerra que lo hizo merecedor al Premio Nobel de Literatura; también pintaba. Empezó a presentar agotamiento y sorpresiva pérdida de memoria, que se agudizó durante su segundo mandato. Le gustaba automedicarse, era hipocondríaco y no confiaba mucho en los médicos. 

La relación entre Churchill y su médico personal Lord Moran – llamado realmente Charles McMoran Wilson- era muy cercana, era su confidente y desempeñó un papel crucial en su atención médica, pero también fue el encargado de restarle importancia a problemas de salud evidentemente graves que aquejaban a Churchill. Moran, publicó un libro sobre su experiencia con el líder británico. 

El 6 de abril de 1955, Churchill presenta su dimisión de Primer Ministro, esperada por su deterioro físico y mental. En marzo del 62, sufre una caída que le provoca una fractura de cadera, pasó sus últimos días rodeado de familiares y amigos. 

Adolf Hitler

El más cruel de todos. Hitler tuvo humildes comienzos en un pueblo austriaco. Su ambición inicial fue convertirse en pintor, un sueño que se vio frustrado cuando fue rechazado por la academia de arte de Viena. Este rechazo, alimentó su resentimiento hacia los judíos, ya que el director de la academia era judío. 

El médico personal de Hitler era Theodor Morell quien había tratado al fotógrafo de Hitler por una dolencia previa.  El papel de Morell en la vida de Hitler es crucial, ya que le administraba una amplia gama de medicamentos y tratamientos, algunos de los cuales eran controvertidos y cuestionables en términos de ética médica. Se describe a Hitler como un paciente dependiente y manipulable, con crisis de histeria, paranoia, megalomanía, esquizofrenia y tendencias edípicas. El cóctel para una personalidad psicópata, además tenía adicciones psicotrópicas. Su salud física y mental estaba en declive a medida que avanzaba la guerra. 

Morell era un médico bastante cuestionado, se ha insinuado que algunos de los tratamientos suministrados por él influyeron en el comportamiento y las decisiones de Hitler; aunque se reconoce que algunos de estos diagnósticos son discutibles. Hitler llegó a tomar 16 comprimidos al día, además de otros tantos tratamientos sugeridos por Morell. También se cree suministraba drogas a los soldados para mantenerlos alerta y mitigar su ansiedad. 

Morell estuvo con Hitler hasta pocos días antes de su muerte en el búnker. Aunque se mostró siempre leal a Hitler, su reputación quedó manchada después de la guerra, y fue detenido y liberado posteriormente.

La cátedra completa en: 

LA LOCURA DE LOS GRANDES HOMBRES DE LA II GUERRA MUNDIAL Y EL DRAMA DE SUS MÉDICOS

Resumen. Victoria Rodríguez G. Plataformas digitales Academia Nacional de Medicina

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