El Valle de México se encamina a su contingencia ambiental más larga en cinco años | EL PAÍS México
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El Valle de México se encamina a su contingencia ambiental más larga en cinco años

La zona metropolitana de la capital ha estado en alerta por mala calidad del aire en ocho ocasiones en lo que va de año. Los expertos asumen que el calor y la falta de viento influyen, pero exigen medidas más estrictas para evitar las emisiones de contaminantes

contingencia en cdmx
El Campo Marte en Chapultepec, visto durante la contingencia ambiental de este miércoles.Edgar Negrete Lira (Cuartoscuro)

El Valle de México se aproxima a su contingencia ambiental más larga de los últimos cinco años. Se dará si este jueves la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) —encargada de medir la calidad del aire y aplicar medidas medioambientales— mantiene la Fase I de la alerta en su informe de las tres de la tarde. Incluso en el caso de que termine, la alta cantidad de ozono en la atmósfera ha obligado a las autoridades a aplicar las contingencias hasta en ocho ocasiones este año. Cuatro más que en 2023 y cerca del récord de 12 que se vivieron en 1993.

Los expertos asumen que la polución se debe a las altas temperaturas y la ausencia de viento, pero aseguran que el problema de fondo son las emisiones. Las restricciones a la circulación de vehículos y la industria son insuficientes para detener una contaminación que mata prematuramente a entre 8.000 y 14.000 personas en la Ciudad de México, según datos de la OMS.

La última contingencia ambiental tan larga como la que vive la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) se remonta a febrero de este año. Tres días completos de muy mala calidad del aire que ejemplifican que este 2024 respirar se hace más difícil para 20 millones de personas. Hace cinco años, la alerta se aplicó durante tres días y cuatro horas, un límite que está a punto de superarse este jueves. Se dará si la CAMe vuelve a registrar más de 155 partes por billón (ppb) de ozono en alguna de sus estaciones de monitoreo de la capital o de los 18 municipios conurbados del Estado de México.

La directora de calidad del aire del World Resources Institutes en México, Beatriz Cárdenas, atribuye la persistencia de la contaminación a los sistemas de alta presión que han predominado en el Valle de México. “Cuando hay temperaturas más altas de lo normal, la producción de ozono se asevera y es más rápida. La velocidad del viento es muy baja y entonces los contaminantes no se dispersan”, explica en conversación telefónica. La CAMe estimó que por las condiciones climatológicas habría entre tres y ocho contingencias ambientales. Una cifra que está a una alerta más de rebasar las predicciones.

Las olas de calor que azotan México no se puede controlar. La producción de contaminantes sí. “En la zona metropolitana tenemos emisiones de precursores de ozono, que son principalmente óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles que en presencia de radiación solar producen ozono”, explica Cárdenas. Los principales generadores de óxido de nitrógeno son los coches, con un 84% del total.

Para limitar estas emisiones, el Gobierno de Ciudad de México impuso en 2019 nuevas restricciones a la circulación por número de placas, conocidas como Hoy no circula, que se endurecen bajo la contingencia. Parecen insuficientes en una megaurbe que cada año tiene más vehículos y ya alcanza los 6,2 millones. El pasado lunes se registraron 158 ppb de ozono en el aire y se activó la Fase I de la alerta que limitaba el transporte privado, lo que no evitó que un día después se encontraran 175 ppb y el miércoles 178 ppb. “Hay que agilizar el recambio de la flota vehicular a eléctricos y reducir el número de viajes de coches particulares. Hay que seguir haciendo un esfuerzo en transporte público, tiene que seguir expandiéndose y cada vez más limpio”, explica la experta en calidad del aire.

Las fugas de gas en los hogares y las empresas son el otro gran emisor. Vierten al aire del Valle de México el 52% de los compuestos orgánicos volátiles, el otro precursor del ozono, como explica la doctora del departamento de Ciencias Atmosféricas de la UNAM, Graciela Binimelis. “Hace falta mayor control sobre fugas de gas en tanques privados y de otras industrias”, explica. Los otros contaminantes surgen de los basureros y las quemas en los ejidos. “Hay algunas cosas por controlar como mayores restricciones de quemas de basura y de residuos agrícolas”, define Binimelis.

El otro foco son los desechos que salen por las tuberías de todos los habitantes del Valle de México. “El tema de los residuos orgánicos se nos olvida, pero todos los que emitimos se van a descomponer por procesos biológicos y emiten partículas al aire”, explica Cárdenas.

Los productores de precursores de ozono se extienden a muchas más actividades. “Habría que controlar la cocción de alimentos en la calle, la pintura y el uso de disolventes. En Los Ángeles, cuando tuvieron problemas de ozono, llegaron a prohibir las barbacoas. Cuando sumas estas pequeñas acciones, con 20 millones de habitantes en la zona metropolitana, ayudan mucho”, explica la experta del World Resources Institutes. Muchas de estas pequeñas medidas hasta ahora son recomendaciones de la CAMe, pero no obligaciones.

El aire irrespirable de la Ciudad de México tiene consecuencias. “Los grupos susceptibles son los niños pequeños, embarazadas, adultos mayores y las personas con una enfermedad crónica. Estas personas con bajas concentraciones de contaminación ya tienen problemas. Y cuando tienes unas concentraciones tan altas y de tantas horas, hay evidencia científica de que en los próximos días puedes tener morbilidad exacerbada y mortalidad prematura”, sentencia Cárdenas.

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