Guerras y distopías

Opinión

Guerras y distopías

Fotograma de la película 'El reino del planeta de los simios'

Fotograma de la película 'El reino del planeta de los simios' / Sensacine.com

Distopía es una palabra atractiva. Rotunda. Las distopías muestran panoramas desoladores, en los que el ser humano ha arruinado su existencia. El estreno de El reino del planeta de los simios es un buen recordatorio y el enésimo capítulo de aquella saga inspirada en la novela de Pierre Boulle, que impactó a finales de los 70 con la Estatua de la Libertad semienterrada y Charlton Heston maldiciendo nuestra estupidez. El primero en utilizar el término distopía fue, hace 156 años, el filósofo británico John Stuart Mill. Más tarde serían Aldous Huxley y George Orwell quienes, con sus libros, conseguirían catapultar el universo distópico al imaginario popular con historias que siempre se nos antojaron lejanas. El otro día, viendo Civil war en el cine, me dio la impresión de que las distancias se han acortado demasiado. La película de Alex Garland dibuja unos Estados, que de Unidos tienen poco, porque Texas, California, Washington... libran un combate sin cuartel, con matanzas y salvajadas por doquier. El director acierta no distinguir entre buenos y malos; hasta los uniformes de quienes se matan sin piedad son parecidos.

El momento clave es cuando uno de esos matarifes decide si alguien vive o muere, según la respuesta que dé a la pregunta: «¿qué tipo de americano eres?». Desde luego, los guardianes de las esencias patrias son un peligro en cualquier parte. En España, por ejemplo, la consigna del momento es: «quien pueda hacer, que haga». Y resulta que, por puro azar, encadené el visionado de esa película con Hasta el fin el mundo –un western muy recomendable, por cierto-, donde un danés de origen se enrola en la Guerra de Secesión, convencido de que había que combatir la esclavitud. Le pregunté a su director y protagonista, Viggo Mortensen, si él podría -como su personaje- ir a la guerra por razones morales. «La guerra siempre ensucia –me respondió-. La guerra siempre es un error». Y me dejó pensado qué sentimientos pueden tener quienes se indignan porque haya estudiantes manifestándose por la paz en Palestina. Prefiero no poner por escrito lo que me vino a la cabeza.