Ana Adell Bel es una de las participantes del nuevo programa de HBO Max. | Click

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Hoy martes, 21 de mayo, HBO Max estrena el reality Naked Attraction y os lo contamos por tres cosas. Primero, porque es un programa basado en la atracción física, donde el aspecto y la estética predominan sobre los sentimientos. Sin querer hacer spoiler del programa os adelantamos que, de entrada, una mujer tiene frente a ella seis cajas en forma de paralelepípedo de distintos colores puestas en vertical; cajas con hombres desnudos en su interior. La mujer no les puede ver pero poco a poco, una tras otra, las cajas van dejando al descubierto su contenido. Dejando que se muestren los pies, las piernas, las rodillas, los muslos, los genitales y así hasta llegar a la cara. De este modo la mujer va eliminando a los, digamos, pretendientes, hasta quedarse solo dos. Después tendrá que decidirse por uno, para lo que deberá desnudarse también.

En segundo lugar os adelantamos que una de las mujeres participantes en el programa es mallorquina, se llama Ana Adell Bel, es alta, delgada, atractiva y le gusta mucho llevar gafas de cristal oscuro. Ana, sin pretender adelantarnos nada, nos cuenta que el reality, o una parte del mismo, se grabó hace tres años en un lugar de Madrid. «Aparte de que no puedo decir nada, de descubrir nada salvo lo que se ha contado en las redes, no me acuerdo de muchas cosas... De los seis hombres que vi, me decidí por el que más me gustó de entre todos. Vamos, que elegí al que elegí porque tenía que elegir a uno, no porque me gustara. Tampoco sé decirte si son solo las mujeres que eligen al hombre, o si también hay hombres que eligen a la mujer, que al igual que ellos llega dentro de una caja. Por eso, para salir de dudas, tendremos que ver los programas», nos dice.

Y en tercer lugar destacar que la presentadora del programa es Marta Flich, colaboradora de Todo es mentira, de Risto Mejide, y presentadora de la última edición de Gran Hermano. Ana tampoco sabe si será la primera en aparecer en pantalla o si su grabación se emitirá en unas semanas. «Nadie me ha dicho en qué orden saldremos, pues creo que somos varias las chicas que tenemos que elegir pareja», y reconoce que «como experiencia, ha sido muy buena. ¿Que cómo me eligieron? Pues presentándome a un cásting en el que participaban otras 3000 personas. Me presenté porque una productora se puso en contacto conmigo, me lo propuso y acepté. Por una parte, porque salíamos de la COVID-19 tras muchos meses de estar encerrados; segundo, porque me acababa de separar; tercero, porque me sentía empoderada, y cuarto, por curiosidad. Cuando supe que tenía que aparecer desnuda, no me importó. Soy nudista. En cambio, si ahora me hubieran propuesto participar en el programa, seguramente hubiera dicho que no... No por nada, sino porque las cosas se hacen cuando se tienen que hacer. Y en aquellos momentos, por lo apuntado antes, me apetecía. Pero eso no significa que esté arrepentida. Porque, repito, solo fui a divertirme, a pasarlo bien, pero en ningún momento a buscar pareja ¿Que qué veréis de mí? Pues no lo sé. Me grabaron mucho, en diversas situaciones y momentos, pero exactamente no sé qué van a emitir exactamente. Me enteraré cuando lo vea».

Ni qué decir tiene que su participación en Naked Attraction ha sido remunerada. «Cada vez que viajaba a Madrid cobraba cien euros, más los viajes y la estancia completamente cubiertos, así como un montón de atenciones por parte de la productora. Vamos, que me trataron como a una princesa». Ella solo sabe que el primer programa se emite este martes, a través de HBOMax, pero no sabe a qué hora. Pues será cuestión de consultar con la programación de esta cadena.

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Ramón Aristondo, con su perra a bordo, antes de dar su paseo diario.

Su perra y él

Ramón Aristondo es vecino de toda la vida del barrio de Santa Catalina. Hizo el servicio militar en el 1982 en Son Banya, un año desde el que ha llovido bastante. Vivió en Escocia (Edimburgo), donde trabajó como maître en el Hotel Caledonia, «sin duda, el mejor de la ciudad». Fue también taxista durante seis años -«además de taxista, pertenecía al sindicato vertical», añade-, camarero... En la actualidad está jubilado, lo que significa que tiene todo el tiempo del mundo para él. Se confiesa mallorquinista, madridista, católico, apostólico, romano, catalinero y español.

Su estado civil es el de casado. «Por cuarta vez -matiza-. Primero, con una escocesa que un día se fue... Luego con una española que murió. Más tarde, con una china que un día me dijo que si la acompañaba a Papúa Nueva Guinea porque quería montar un supermercado. Ve tú, le dije... Y se fue y no volvió más. Y por último, con una colombiana, que se dedica a arreglar ropa, con la que vivo». ¿Hijos? Pese a haber tenido tres mujeres y vivir con una cuarta, «ninguno, y creo que en eso he sido listo».

Lo que sí tiene es una perra llamada ‘Kía’ que le acompaña a todas partes. Es una pinscher miniatura, «que aunque parezca que no es nada, es un mini doberman», dice. Luego cuenta que ‘Kía’ nació en Polonia, que vivió en Málaga y terminó en Manacor, donde la compré por 300 euros. Desde entonces apenas nos separamos, vamos prácticamente a todas partes juntos». Y que lo diga, pues sobre el depósito de la moto ha puesto como una especie de tela acolchada para que pueda ir con él.

«¿Y cómo os las arregláis? Porque ella sí que es pequeña y apenas abulta, pero tú con la barriga... », le decimos entre bromas. Ramón se sube en la moto, coge a la perra y la coloca encima del depósito: «¿Veis cómo cabemos los dos? Ahora me voy a dar una vuelta y luego para casa. Vivo aquí cerca. Es una casa pequeña, pero que tiene de todo y un pequeño jardín». «Oye -le preguntamos antes de que arranque- Y la perra, ¿no se cae? ¿No la llevas atada o algo?». «¡Qué va! Es muy lista, con mucho instinto, va ahí muy tranquila. Y tampoco corro mucho, eh...», concluye.