30 años de Atenas, el ocaso del Dream Team

30 años de Atenas, el ocaso del Dream Team

FC BARCELONA

No hubo final pero sí un final para una generación dorada del Barça tras aquel sorprendente 4-0 ante el Milan 

Andoni Zubizarreta, abatido tras el 4-0. Supo que se iría del Barça en el viaje de vuelta

Andoni Zubizarreta, abatido tras el 4-0. Supo que se iría del Barça en el viaje de vuelta

MD

Atenas es la cuna de la civilización occidental, pero para el FC Barcelona fue el lugar en el que se enterró simbólicamente una era dorada, la del llamado 'Dream Team'. En la capital de Grecia, el 18 de mayo de 1994, el Barça cayó 4-0 ante el Milan en la final de la Champions League. Hoy se cumplen 30 años de un partido que, desde la perspectiva culé, se afrontó en sus vísperas como la culminación de una obra magna y que en 90 minutos terminó siendo el doloroso epílogo de una dulce etapa.

Después de sus cinco temporadas como jugador del Barça en la década de los 70, Johan Cruyff había vuelto al club azulgrana como entrenador/reconsructor tras el 'Motín del Hesperia'. El holandés estuvo ocho años en el banquillo del Camp Nou, de 1988 a 1996, pero el ciclo glorioso de su creación, lo que se denominó  'Dream Team' por sus éxitos y por su juego seductor, fue el periodo que va de 1990 a 1994, con la que aún hoy es la mejor cosecha liguera de la historia del club, con cuatro títulos consecutivos destronando al Madrid de la Quinta del Buitre y la conquista de la primera Copa de Europa en 1992. Mayo de 1994 tenía que ser la confirmación de una hegemonía. Fue todo lo contrario, aunque Cruyff siguió dos temporadas más.

La apuesta por el espectáculo ofensivo, la sacralización del balón, tuvo todo el sentido del mundo mientras el nivel y el entusiasmo de los futbolistas se mantuvieron en las cotas más elevadas. Entre 1990 y 1994, el 'Dream Team', apodo compartido con la inigualable selección estadounidense de baloncesto que se colgó el oro en los Juegos de Barcelona en 1992 con los Jordan, Magic y compañía, cuajó el Barça de Cruyff en un equipo apasionante por su lúdica rentabilidad, admitiendo casi voluntariamente su imperfección defensiva como parte de la propuesta. Cruyff solía resumirlo así: "Si el rival mete 4, nosotros 5". Lamentablemente, en Atenas el Milan atropelló esa idea: sólo se cumplió la primera parte del aforismo. El amargo colofón de aquel miércoles fue el caótico regreso de los 17.000 culés que, con un 4-0 adverso en el equipaje, tardaron casi dos días en volver a su casa.

Sobre el papel, todo invitaba al optimismo: el Barça venía de ganar apenas cuatro días antes la cuarta Liga seguida, la del penalti fallado por Djukic para el Depor en el último minuto. El equipo azulgrana iba, por tanto, subido en la gran ola de autoestima en que se montó desde 1991, cuando casi todo le salía bien, incluidas tres Ligas ganadas en la jornada final. Del "salid y disfrutad" que le hizo campeón de Europa en 1992, Cruyff pasó literalmente a algo más que una discreta aceptación del cartel de equipo de referencia. "El Barça es el favorito", "el Milan no es nada del otro mundo", fueron las contundentes frases que dejó el técnico en las horas previas al partido de Atenas. Era cierto que el Milan dirigido por Fabio Capello en 1994 era claramente menos redondo que el Milan pluscuamperfecto de Arrigo Sacchi unos años antes, el azote del Madrid 'de la Quinta' al mando del trío tulipán formado por Rijkaard, Gullit y Van Basten. Pero seguía siendo el Milan, una 'squadra' orgullosa de sí misma, que hizo de la disciplina su faro y a la que le salió absolutamente todo el día D y en la hora H. En el Barça de 1994, además, hubo detalles convivenciales de vestuario que no se daban en 1992. Por ejemplo, el de la elección de los tres extranjeros que, por normativa, debían jugar aquella final. En Wembley, ante la Sampdoria, hasta Richard Witschge sabía que sería él quien se quedaría en la grada para que jugaran y ganaran Ronald Koeman, Hristo Stoichkov y Michael Laudrup. En el Olímpico de Atenas, cualquier descarte sonaba como tener que elegir entre papá y mamá. A la postre, el 'te-ha-tocado' fue para Laudrup, en favor del liderazgo de Koeman, autor del gol de la primera 'orejona', la garra de Stoichkov y la magia de Romario. En su artículo de esta semana en MD, Carles Rexach, segundo de Cruyff, confirmó las vueltas que le dieron en los días previos a aquel descarte, apuntando que viendo lo ocurrido después "seguramente habría ido bien reforzar con Laudrup la zona ancha, sacrificando a alguno de los de arriba... ¡qué difícil elección!".

El contraste entre un equipo que apenas pudo preparar la final con otro que llevaba dos semanas pensando exclusivamente en ella hizo el resto. Importó poco o nada que Capello no pudiera alinear por sanción a su ilustre pareja de centrales, Franco Baresi y Alessandro Costacurta. Tenía tan estudiada la final y lo que se imaginó en la pizarra le salió tan bien que hizo famoso para siempre a Marcel Desailly, quien convertido en muro infranqueable jamás volvió a repetir un partidazo de tal calibre. Tanto fue así que el francés coronó su actuación con el cuarto gol (58') de una serie que inició con un doblete Daniele Massaro (22' y 44') y que engordó Dejan Savicevic con una vaselina inverosímil apenas empezada la segunda parte (46').

En realidad, no hubo final, pero sí un final. Cruyff había prometido una renovación general a la plantilla si se ganaba la Liga y se llegaba a Atenas. El 4-0 adverso lo cambió todo en el mismo avión de vuelta a Barcelona. De hecho, Andoni Zubizarreta se enteró en la 'jardinera' del aeropuerto de El Prat que el contrato que se le agotaba en pocas semanas no se iba a ampliar. Julio Salinas y Juan Carlos tampoco siguieron. Goikoextxea fue intercambiado por Eskurza con el Athletic. Al año se fueron también Eusebio, Stoichkov, Begiristain e incluso Koeman. Una escabechina que no llegó acompañada, ni de lejos, por una renovación de elenco ni medianamente a la altura de todo lo que se iba. "Remodelar un vestuario ganador es muy difícil, conviene hacerlo poco a poco, que un año venga uno por otro, y así en tres o cuatro temporadas los vas integrando sin que casi nadie lo note", reflexionó Rexach tres décadas después. En el Camp Nou, en aquel verano de hace 30 años, no pasó eso: entre 1994 y 1995 se cambiaron hasta las perchas del vestuario. Dos temporadas después del 4-0 de Atenas, la falta de títulos y la erosión definitiva de la relación entre el presidente Josep Lluís Núñez y Cruyff acabó con el periodo más largo de estancia de un entrenador en el Barça. 

La inspiración de su fútbol, del que encarnó el Dream Team hasta que se topó con las ruinas de Atenas, sirvió de manual para posteriores Barça de postín que también marcaron época.

https://www.mundodeportivo.com/temas/ac-milan
Milan
40
BARCELONA FEMENINO
FC Barcelona

Milan: Rossi, Tassotti, Galli, Maldini (Nava 83'), Panucci; Desailly, Albertini, Boban, Donadoni, Savicevic, Massaro. 
​FC Barcelona: Zubizarreta, Ferrer, Koeman, Nadal, Sergi (Quique Esteberanz 71'), Guardiola, Bakero, Amor,  Stoichkov, Romario, Begiristain (Eusebio 51'). 
Goles: 1-0, Massaro (22'); 2-0, Massaro (44');   ​3-0, Savicevic (46'); 4-0, Desailly (58').
Espectadores: 70.000 en el Olímpico de Atenas.
Árbitro: Philipp Donn (Inglaterra). Amonestó a Stoichkov (24'), Tassotti (35', Massaro (45'); Bakero (48'); Albertini (53'), Nadal (54'), Sergi (55'), Ferrer (58'); Panucci (88'). 

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