¿Por qué Portugal se ha convertido en el nuevo destino predilecto de viajeros negros?

A pesar de su papel en el nacimiento de la trata transatlántica de esclavos, Lisboa está atrayendo a estadounidenses de raza negra que buscan escapar del racismo en su país.

Por Nana-Ama Danquah
Publicado 14 may 2024, 12:24 CEST
Río Tajo en la plaza del Comercio de Lisboa

Dos mujeres se abrazan tras arrojar flores al río Tajo en la plaza del Comercio de Lisboa en recuerdo de las víctimas de la trata transatlántica de esclavos.

Fotografía de Armando Franca, AP

En el bairro das novas nações de Lisboa, el barrio de las nuevas naciones, cada calle lleva el nombre de una antigua colonia portuguesa: Rua de Angola, Rua de Moçambique, Rua da Guiné, Rua de Cabo Verde.

"Ah, Cabo Verde", le digo a mi guía, Djuzé Neves, "tu patria". Aunque no es del todo exacto (Neves nació y creció en Lisboa), sus padres proceden de la isla de Santiago, la mayor del archipiélago caboverdiano. Refugiados climáticos que huían de la sequía, encontraron consuelo en el abrazo de Lisboa.

Durante la época de la trata transatlántica de esclavos, los africanos esclavizados llegaban a Lisboa y solían congregarse en zonas como el Largo de São Domingos.

Fotografía de McCanner, Alamy

Para Neves, este barrio encarna algo más que la geografía: es un faro de resiliencia impulsada por la comunidad. Como miembro de la junta directiva de Batoto Yetu, una organización que fomenta la herencia africana entre los jóvenes desfavorecidos, Neves invierte su tiempo en cultivar el orgullo cultural.

He venido a Lisboa precisamente en busca de barrios como novas nações, un espacio liberador para escapar de la creciente marea de tensión racial y política que he estado experimentando en Estados Unidos. No soy la única.

En las redes sociales, innumerables viajeros negros comparten historias de sentirse marginados e impotentes ante el racismo sistémico y la brutalidad policial, lo que ha provocado un aumento de los viajes al extranjero en busca de significado histórico, diversidad cultural y un ambiente relajado.

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    La Avenida da Liberdade, importante arteria del centro de Lisboa, está pavimentada con calçada portuguesa, pequeñas piedras planas dispuestas en intrincados dibujos que recuerdan a mosaicos.

    Fotografía de Thomas Roche, Getty Images

    No es nueva esta práctica de los afroamericanos de viajar a tierras extranjeras para descansar de los retos y frustraciones que conlleva ser negro en Estados Unidos. En las décadas de 1920 y 1930, la Unión Soviética se convirtió en un lugar atractivo para visitar y explorar porque prometía una sociedad sin racismo ni clases. En Lisboa y otras ciudades como París, Dubai y Ámsterdam, los viajeros encuentran monumentos y visitas que reconocen el trauma de la trata de esclavos y programas que exploran el patrimonio cultural.

    Dónde empezó la trata de esclavos

    Conocí a Madisyn Brown, una ensayista de vídeo negra de 22 años, en el vuelo de Nueva York a Lisboa. Me cuenta que su tatarabuela era portuguesa. "Pero nadie de mi familia ha estado en Portugal a pesar de esa conexión", dice.

    El último día de su viaje, me reencuentro con Brown tomando una copa en la Avenida da Liberdade, una calle soleada y arbolada con amplias aceras que lucen mosaicos de caliza negra, blanca y a veces gris, llamados calçada Portuguesa. La Avenida da Liberdade es la versión lisboeta de los Campos Elíseos de París, Regent's Street de Londres y Rodeo Drive de Beverly Hills.

    Brown dice que su estancia en Lisboa ha sido mágica. "Me sentí como una persona normal paseando por el mundo", dice. "Nunca tuve la sensación de no pertenecer a un lugar. Voy a echar de menos la energía positiva de aquí. Estados Unidos puede ser un lugar muy duro para vivir".

    No se me escapa la ironía: buscar consuelo en una ciudad vinculada a la misma institución de la esclavitud que forjó nuestra historia. Hemos aprendido a asociar muchas naciones europeas con el colonialismo, pero los estadounidenses no están tan familiarizados con la cultura y la historia lusófonas.

    Muchos ignoramos que Portugal no sólo participó en el colonialismo, sino que fue pionera en el comercio de esclavos. En 1444, la pequeña nación empezó a transportar africanos subsaharianos a Europa. En 1526, Portugal transportó su primer cargamento de esclavos a Brasil, iniciando así el comercio transatlántico de esclavos.

    Korama Danquah sale del túnel subterráneo del Palacio Quinta da Regaleira, en Sintra, municipio del Distrito de Lisboa.

    Fotografía de Nana-Ama Danquah

    Sin embargo, quizá nuestro moderno "regreso" a Portugal signifique un paso crucial en la curación, una recuperación de la alegría y la libertad colectivas.

    Toby Thompkins, recién llegado de Nueva York, ve Lisboa como un lugar de reconciliación. "Creo que eso es lo que muchos estadounidenses de raza negra están percibiendo", afirma, y añade que hay una apertura al diálogo y una sensación de infinitas posibilidades que recuerdan a los Estados Unidos de los años setenta, una época en la que se reconocía y afrontaba el racismo.

    Cómo vivir Lisboa

    Para abordar su papel en la trata de esclavos, el Gobierno de Lisboa, en asociación con Batoto Yetu, ha erigido más de 20 placas históricas en las calles para honrar las contribuciones de los africanos y sus descendientes en 2024.

    Los viajeros pueden encontrar las placas cerca del Terreiro do Paço, a orillas del río, donde los esclavos desembarcaban de los barcos que los transportaban desde África, o en lugares como la plaza de Rossio, que durante siglos ha sido un punto de encuentro tradicional para los negros en Lisboa. También es el lugar donde se encuentra la Igreja de São Domingos, la iglesia a la que llevaban a los africanos esclavizados para su preceptivo bautismo.

    En el barrio de Largo São Domingos, que cuenta con una considerable población africana, se descubrió un busto de piedra de Paulino Jose da Conceiçao, un africano anteriormente esclavizado que emigró a Portugal desde Brasil en 1832. Da Conceiçao, también conocido como Pai Paulino, fue un defensor de la justicia social y trabajó para mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los africanos en Lisboa. También se está construyendo un monumento a las víctimas de la esclavitud, el primero de este tipo en la ciudad.

    En la ciudad costera de Lagos, en la región del Algarve, al sur de Portugal, a unas tres horas en tren de Lisboa, los visitantes pueden explorar un pequeño museo dedicado a la historia de la esclavitud en la ciudad. El museo, Mercado de Escravos, está situado en el lugar donde se vendió el primer grupo de africanos esclavizados.

    Nana-Ama Danquah es una escritora, editora, periodista y oradora ghanesa-estadounidense. Síguela en Instagram.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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