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domingo, mayo 26, 2024

Palabras para detener los estertores de la agonía

Reportajes

César Rito Salinas
El río cargado de imágenes, sonidos se levanta contra el río que carga mi sangre. Presión alta. Busco salud, escribo. Con precisión de ebanista corto recuerdos, imágenes, piezas, corto y pego, escribo. Corto. Hago la pieza, la presento al río que corre en mi sangre. Atornillo. Fijo el injerto con tornillos de cadmio, espero que mi cuerpo no rechace el cuerpo extraño, que el hueso no se infecte.

Sólo doy vueltas a las sílabas.
Coloco prótesis.
Amplío conductos.
Si llegaran a cerrarse causarían un pequeño infarto, me quedaría inútil, imbécil como un catre tendido en el patio a media mañana, cuadripléjico.

Respiro, meto aire, retengo el aire
como un pez.
De los ríos sonoros alimento las células,
los órganos,
las vértebras
cervicales
los conductos de la médula espinal
hígado riñón páncreas
órganos y tejidos
células.
En mi familia todos somos diabéticos, ¿a qué río reclamar la mala salud?
¿al brazo que viene de mi padre?
¿al brazo que llega de mi madre?
¿a los abuelos?
Yo tuve un abuelo pescador, se llamaba Juan, tenía una panga, “La Esperanza”, murió pobre.
Afuera del consultorio llueve,
Adentro brilla la luz del proyector, las radiografías sobre el olor de la lluvia
Donde aparece cráneo de mi hermano.
Un río que suena, un río que suena, un río que suena, un río que suena.
Yo tuve una abuela blanca, se llamaba Hilaria, murió de gangrena.
¿Usted se practica un chequeo periódicamente?
Cuidado, puede desarrollar un padecimiento grave.
La mejor medicina es un diagnóstico a temprano.
(¿El docto dijo diagnóstico temprano o acostarse temprano? Soy insomne desde la infancia).

                            Cierro los ojos.

Me pregunto por qué la infancia tiene el destino del hombre.
Abro los ojos.
En la infancia aprendemos palabras, el nombre de las cosas.
Cierro los ojos.
En la edad adulta nos dicen el nombre de las enfermedades incurables.
Abro los ojos.
En la infancia nos dicen el nombre de los juegos.
Abro/cierro los ojos.
Trato de ubicar el instante en que me dijeron la palabra béisbol.

Somos de buena madera.
La andadera de aluminio produce un ruido sordo al caminar.
La lluvia cae, repite tonos, arrastra el nombre de las enfermedades. Desconfío cuando el doctor menciona la palabra “terapia”.
//////////
Cuánto dolor cuánta voluntad cuánta fuerza
serán necesarias para dar un paso para encontrar
sin ver el ojal de la camisa el vaso de agua
tu propio rostro.

Cuando el doctor dice “terapia” siento ganas de sacar la pistola.

        Cierro los ojos abro los ojos.

En el hospital llueve en la calle del hospital diluvia caen árboles en la ciudad del hospital llueve crecen ríos entre calles y casas se levantan olas llueve sobre mis hombros mi infancia se arrastra el río con diversos cauces llueve en mi espalda mi pecho mis cabellos bajo la planta de mis pies llueve, en el consultorio del doctor no cae la lluvia.

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