«La Caja de cristal», contra la gentrificación y sobre la condición humana

«La caja de cristal» («Black Box»), cuarta película de ficción escrita y dirigida por la realizadora, guionista y montadora turco-alemana Asli Özge («Men on the bridge», «Faruk»), y producida por los Hermanos Dardenne es, además de un thriller, un psicodrama social y humano.

Asli Özge denuncia una serie de cuestiones de palpitante actualidad, como son la xenofobia, el racismo, el paro, la conciliación, la sanidad, la amenaza terrorista…y sobrevolando todas ellas la gentrificación, que expulsa de sus casas a los vecinos de toda la vida para venderlas a fondos buitre y grandes especuladores internacionales que acaban convirtiendo barrios enteros en carísimos alquileres turísticos.

«La caja de cristal» cuenta con un consolidado reparto de actores internacionales encabezado por Luise Heyer («Dark», «All of a Sudden»), Felix Kramer («La tierra prometida», «Dark»), Sascha Alexander Geršak («Five Years», «Zurich»), Christian Berkel («Elle», «El experimento»), Manal Issa («Las nadadoras»), Timur Magomedgadzhiev («Dos días, una noche») y Hanns Zischier («Munich», «Los edukadores»).

Un aparentemente inofensivo y enorme container de cristal, introducido con una enorme grúa en el patio interior de un edificio de Berlín –más tarde sabremos que pertenece a una inmobiliaria y que el propietario, un tal Horn (Felix Kramer), la ha convertido en su nueva oficina- y el posterior estado de emergencia y asedio policial en torno al mismo, que retiene encerrados en sus viviendas a los vecinos, convierte a la comunidad de inquilinos en un incómodo microcosmos que hace aflorar la desconfianza, los miedos y las ambiciones, al tiempo que exhibe a la luz del día la estrategia de especulación que se está imponiendo en el centro de todas las grandes ciudades europeas.

Un buen día, los inquilinos de un antiguo y céntrico edificio berlinés, se encuentran encerrados y rodeados por la policía que, sin explicaciones, se introduce y registra las viviendas para, finalmente y tras el descubrimiento del cadáver de un desconocido en el ático, llevarse detenidos a un par de residentes que casualmente son inmigrantes extranjeros. Sin información, empiezan a circular rumores y especulaciones, aparecen viejos conflictos y algunos vecinos manifiestan las sospechas que tienen sobre otros; el miedo se palpa en forma de inseguridad, agresión y polarización.

Ante el asedio, los vecinos preguntan a Horn, ya que todos tienen necesidad de salir, pero Horn no tiene respuestas. Poco a poco vamos conociendo a los personajes, sus problemas y hasta qué punto el incidente les está afectando.

Henrike (Luise Heyer) y su marido Daniel (Sascha Alexander Geršak) quieren comprar el piso donde viven, pero tienen algunos problemas económicos. Mirando por la ventana, Henrike ve a la pareja formada por Ismail Sultanov (Timur Mogomedgadzhiev) y Madonna (Manal Issa) haciendo el amor. Ismail es ruso y Madonna libanesa, ambos son objeto de prejuicios raciales por parte de otros vecinos.

Un problema con el traslado de los cubos de basura los coloca justo debajo de la ventana de Erik (Christian Berkel), quien comienza a recoger firmas para protestar. Mientras tanto, Horn se aprovecha de su posición de representante de la propiedad para imponer nuevas reglas, que acaban creando un clima de miedo entre los vecinos.

Drama sobre la nunca suficientemente estudiada condición humana, «La caja de cristal» adopta la forma de un thriller claustrofóbico, a pesar de que muchas de sus escenas están rodadas en el patio, al aire libre. Es una película que cuestiona nuestras creencias y nuestros comportamientos con «los otros», y en qué medida pierden consistencia las relaciones familiares y de amistad cuando se instalan relaciones de poder y de fuerza.

Según la relizadora, Asli Ozge, en «La caja de cristal[1]» «se trata de entender cómo se pueden conseguir los fines propuestos a base de mentiras. Esto vale tanto para la economía como para la política, como se ha visto con Trump por ejemplo. Cómo se consigue manipular a la gente. La caja negra (título original) es el instrumento que, en un vuelo de avión, registra todas las actividades. Cuando se estrella, permite entender lo que pasó. Era una primera idea: se abre la caja y, como en la de Pandora, empiezan a salir los elementos, uno detrás de otro. El patio del edificio hace las veces de caja negra, lo mismo que el container donde está ‘el malo’. El patio es como un país, y en algunos países puede llevarse a cabo una gentrificación brutal en paralelo con la gestión política. La pandemia provocó mucha inseguridad en la sociedad. Y, cuando se empezó a ver el final, nos preguntamos qué sería lo siguiente (…) Parece que la respuesta permanece abierta: estamos en medio de una calle bloqueada ¿vamos a avanzar o a quedarnos bloqueados?» .

Moraleja: se trata, en resumen, de negarnos a vivir en un estado de emergencia permanente.

«La caja de cristal» llegará a las pantallas madrileñas el viernes 17 de mayo de 2024.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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