"La política ha colonizado la información y ya no somos capaces de ponernos de acuerdo en los hechos"
Corren malos tiempos para el periodismo. Tengo para mí que el descrédito de la profesión está en proporción directa a la fusión de los medios con el argumentario de los partidos políticos. Sánchez no termina de entender que existan líneas editoriales que no estén en plena compenetración ideológica con él mismo, en sí mismo considerado, pero la política ha colonizado la información y ya no somos capaces de ponernos de acuerdo en los hechos. El cine ha dado reflejado este declive. En 'El cuarto poder', dirigida por Richard Brooks en 1955, Humphrey Bogart es un director de periódico que se niega a transformar su medio en un folleto amarillista y a plegarse a los deseos de la mafia. Todavía en los años setenta y ochenta los periodistas eran héroes, así ocurría en 'Todos los hombres del presidente' (1976), que reconstruye la investigación del caso Watergate, o en 'Los gritos del silencio' (1984), en la que un periodista de guerra y su compañero camboyano denuncian las matanzas perpetradas por los jemeres rojos. A partir de los años noventa la cosa empieza a torcerse: los periodistas fuman, mueren pronto; son manipuladores, patanes que entorpecen las investigaciones policiales o que acosan sin rubor a las personas. Salvo alguna excepción, el cine muestra una profesión degradada. A ello contribuyen con ahínco los políticos, en especial nuestro presidente Sánchez, a quien el retiro espiritual de cinco días no parece haberle beneficiado en nada. En su mentalidad binaria, nosotros/ellos; buenos/malos; progresistas/fascistas; los medios de comunicación sólo pueden pertenecer a su mundo o a las tinieblas de Darth Vader. En su falso retiro tuvo una visión: periodistas del fango y jueces desafectos serían sus próximos objetivos para regenerar la vida política. Medios digitales serios son rebajados al sintagma “páginas web”. Quienes escribimos en su día contra ETA y su proyecto totalitario tenemos el culo pelado. Sólo nos faltaban las amenazas de un narciso perdido en su delirio de militar caribeño.
