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La vida de la reina consorte en una dramática serie

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Por vez primera en la historia, la vida de una reina consorte va a ser convertida en una serie que Atresmedia ha comprado ya los derechos. No se trata de Letizia, sino de Máxima, la reina consorte de los Países Bajos por su matrimonio con el actual rey Guillermo. Y que pasará a la historia como la boda de los máximos problemas, las máximas tensiones y la máxima crueldad de un gobierno contra una familia.

No creo que exista un precedente en el que el padre de la novia, el personaje más importante de una boda después de la protagonista, haya tenido que oír de labios de su propia hija, arrodillada ante él y bañada en lágrimas: «Papá, vos no podés venir» por imposición gubernamental. Una joven argentina, plebeya, extranjera y católica, Máxima Zorreguieta Cerruti, de 31 años, se convertía en princesa real y futura reina consorte de Holanda al contraer matrimonio con el heredero del trono del país, Guillermo Alejandro, de 35, el 2 de febrero de 2002.

Persona ‘non grata’

Por primera vez en la historia, un gobierno responsabiliza a una hija del pasado político de su padre, como lo hizo el de los Países Bajos, país tradicionalmente calvinista pero con un 20% de católicos, un 15% de protestantes y un 10% más de otros cultos religiosos. Sin embargo, Holanda, uno de los países más democráticos y, sobre todo, permisivo –el primero en aprobar los matrimonios homosexuales, la venta de drogas, la prostitución en escaparates públicos– no sólo de la Unión Europea sino del mundo, consideraba que el colaborador de un dictador procesado y condenado a cadena perpetua por crímenes horrendos contra los derechos humanos y contra la humanidad, como el argentino Jorge Videla, no era digno de poner los pies en este país. Fue ministro de Agricultura entre los años 1976-1983.

«Papá vos no podés asistir»

Aunque Jorge Zorreguieta no tuviera intervención directa en todos estos crímenes, sí sabía de ellos. Como en España los ministros de Franco cuando éste firmaba las penas de muerte. Por todo ello, fue declarado oficialmente «persona non grata» en Holanda. Las dos Cámaras llegaron a la conclusión de que un alto cargo de la Junta Militar no era digno de estar presente en la boda de la futura reina de Holanda, fuera o no su padre. Para ello, una comisión del Gobierno holandés viajó a Buenos Aires para obligar a Jorge Zorreguieta a firmar un documento por el que se comprometía a no asistir a la boda de su hija. Era la condición necesaria del Gobierno holandés para autorizar el matrimonio. Pero el señor Zorreguieta se negó a firmar ante el sufrimiento de su hija. Fue cuando Máxima, durante una hora, rogó, suplicó, imploró de rodillas hasta que, agotados todos los argumentos y entre lágrimas, no tuvo más remedio que decirle: «Papá, vos no podés asistir». Jorge Zorreguieta miró a su hija, la abrazó llorando y salió de la habitación: «¿Dónde tengo que firmar?». Lógicamente, su madre, María del Carmen Cerruti, se solidarizó con su esposo y tampoco acudió a la boda. Al final, Máxima se encontró aquel día, que debía ser el culmen de todo lo deseado, sola y sin sus queridos padres, cuan si de una huérfana se tratara.

El tango en la catedral

Yo, que personalmente he asistido a más de cincuenta bodas reales, viendo llorar a la mayoría de ellas, ninguna lloró tanto como Máxima el día en que contraía matrimonio en la catedral y en una ceremonia oficiada por el cardenal primado Adrianus Johannes Simonis. La ceremonia transcurría según el protocolo de todas las bodas reales, aunque en este caso la novia extremadamente pálida hacía esfuerzos para no exteriorizar su dolor por la ausencia de su padre. Pero…, de repente se oyó a un bandoneón interpretando el más bello tango de Astor Piazzolla: Adiós, Nonino. En ese momento, Máxima, con el corazón destrozado, rompió a llorar, sin importarle que las lágrimas estropearan su maquillaje. Yo, que me encontraba muy cerca del altar, vi aquellas lágrimas bañando el bellísimo rostro de la novia, rota de emoción al oír el regalo que el príncipe Guillermo le hacía para compensarle de la ausencia de su padre que, cuando ella era pequeña, se lo hacía oír cuando le decía adiós.

Este tango la reencontraba por unos momentos con su padre, llorando ante el televisor en la habitación de un hotel de Londres.

Y no sólo lloraba la novia, también el novio, que le ofrecía un pañuelo para que secara las lágrimas, y los invitados y el público y toda Argentina y hasta este periodista testigo de la boda más emotiva de la historia reconvertida ahora en una serie con el nombre de… ¡Máxima!

Chsss…

Se preguntaba, con razón, por qué los reyes y reinas tienen que ser necesariamente ricos. Unos más que otros, pero todos riquísimos, digo yo.

«Soy bueno en todo y no lo digo por chulearme», no ha tenido reparos en reconocer, sin pudor, uno de los hijos de mi compadre.

Mi felicitación a la compañera Pepa Bueno por su gran entrevista, sobre todo gran en extensión en El País ¡of course! Pedro Sánchez no tuvo ni reparos ni pudor de referirse a Begoña Gómez nada menos que ¡nueve veces! en las 36 preguntas que la compañera le hizo. Unas veces como «mi mujer», otras como «mi esposa» y, en varias ocasiones, remachando que «no sólo es mi mujer sino mi esposa» (sic). Menos mal, ya nos hemos enterado que Begoña Gómez es «su señora».

«Tezanos le podrá gustar más o menos, pero es un catedrático de Sociología». Eso es lo grave, señor presidente, un sociólogo tramposo.

Como granadino me avergüenzo del altar al «puto amo» erigido en el pueblo de Armilla.

¡Gran escándalo! Una red de falsificadores de Nicaragua vende ¡900 páginas! «manuscritas» de Rubén Darío a las universidades de Harvard y Arizona. Lo grave es que todos los «documentos» fueron autentificados por los técnicos de la sala de subastas El Remate de Fernando Durán, señalado por el ABC Cultural.

El famoso piquito le está siendo muy rentable a la que ahora será la protagonista de un video.

«En el Reino Unido lo de Begoña Gómez no es concebible, ya que se mira todo lo que a la consorte se refiere: sus impuestos, su trabajo, sus amistades, todo de mi cuerpo», lo cuenta quien es esposa del que fuera vice primer ministro británico.

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