«La Temeraria es el apodo infamante con el que se castigó a una reina por ser mujer y atreverse a gobernar»
Isabel San Sebastián, con su nueva novela

Isabel San Sebastián, con su nueva novelaJesús Caparrós

Novela histórica

«La Temeraria es el apodo infamante con el que se castigó a una reina por ser mujer y atreverse a gobernar»

Isabel San Sebastián presenta en Córdoba una nueva novela que ya va por la tercera edición

La periodista y escritora Isabel San Sebastián ha pasado por Córdoba invitada por su amigo y también escritor José Calvo Poyato, para presentar una nueva novela titulada La Temeraria , que transcurre durante la Reconquista, uno de los periodos históricos en los que más a gusto se encuentra la autora y al que ya ha dedicado varias obras.
En esta ocasión San Sebastián revive a la reina Urraca I de León, la primera soberana de pleno derecho en Europa, casada con Alfonso I de Aragón, cumpliendo así la última voluntad de su padre Alfonso VI. Un matrimonio que se convertiría en un infierno, en una lucha sin cuartel entre la monarca y su esposo, 'el Batallador', empeñado en usurparle la corona para ejercer un poder que por derecho le pertenecía a ella.
Una nueva novela que ya ha alcanzado la tercera edición.
-Asistimos a una historia apasionante, un caramelo para novelar . Resulta extraño que nadie antes le haya hincado el diente. Y tampoco parece que haya sido una figura relevante para los historiadores.
- Hay alguna monografía, muy poca, pero que se basa básicamente en una recopilación de documentos firmados y de fueros, que penetra muy poco en la vida de la reina. No sé si hay alguna otra novela de ficción. La verdad es que tampoco la he buscado, pero creo que no. Lo que sí te puedo asegurar es que si Urraca la Temeraria hubiera sido inglesa o francesa tendría ya dos o tres series de Netflix, otra de Amazon o de Apple TV. Pero como es española no tiene nada, ningún crédito, ningún interés.
- Fue española, pero mujer. Hay más motivos ahora para fijarse en ella.
- Murió un 8 de marzo del año 1126, fíjate si se podría reivindicar desde el feminismo esta figura absolutamente pionera, adelantada a su tiempo. Una mujer que reinó y que defendió con uñas y dientes ese derecho a reinar, que no se doblegó al hombre que le habían buscado por esposo, que le plantó cara ante el maltrato físico que sufrió. Pues nada, esta es una monarca olvidada porque fue reina o porque fue española o por ambas cosas, no lo sé, pero la cuestión es que fue vilipendiada por los cronistas de su tiempo y abandonada por los que vinieron después.
- El perfil que usted traza de ella es ciertamente feminista.
- No, no es feminista. Creo que me he atenido mucho a lo que cuentan de ella las crónicas. Lo que sí he hecho es entrar en su carne, en su piel y en su corazón, que es lo que las crónicas y las biografías no han hecho. En ellas se han hablado de las batallas o de las disputas que tuvo con su marido, pero nunca se había intentado entender por qué tuvo amantes, por qué tuvo hijos con esos amantes, por qué denunció el maltrato que sufrió a manos de su esposo y cómo llevó ella emocionalmente ese maltrato, qué sentía por esos amantes o por ese esposo, qué sentía por el hijo con el que tuvo que enfrentarse. Esa faceta humana, emotiva, de piel y de corazón es la que había sido marginada y esa es en la que yo me he adentrado en este libro aprovechando que es una novela, que es histórica pero es novela y te da ese margen para interpretar eso. La feminista, si es que feminismo puede llamarse algo que no existía, por supuesto, en el siglo XII, fue ella.
Isabel San Sebastián

Isabel San Sebastián

- Más allá de las licencias literarias que el autor la autora se permite, ¿ cuáles han sido las fuentes de las que se ha documentado?
- La Historia compostelana, contemporánea a ella, escrita por orden de Diego Gelmírez en Santiago de Compostela. Gelmírez, de hecho, es uno de los coprotagonistas de la novela. También de las Crónicas Anónimas de Sahagún, escritas por un monje anónimo del monasterio de Sahagún que relatan la batalla que se libró precisamente ahí entre Alfonso, aliado de los burgueses de Sahagún y Urraca, aliada de los monjes. Otra obra importante es la Crónica de España de Jiménez de Rada, que es un poco posterior pero más o menos contemporánea. Y luego, como digo, alguna biografía, algún ensayo más contemporáneo.
- Lo que está claro es que usted se siente cómoda con la novela histórica.
- Sí, me encanta la novela histórica. Me parece una forma amena y emotiva de contar la historia, de rescatar la historia de España que muchos se empeñan en eliminar o en tergiversar, que no sé qué es peor. Creo que ahora más que nunca hay que conocer esa historia, hay que reivindicar nuestra historia y hay que utilizarla como soporte, como raíz de esta nación secular que algunos quieren destruir. ¿Cómo destruyes una nación? Privándola de su historia, olvidando su historia, borrando su historia de la memoria colectiva. Igual que a una planta cuando se le corta la raíz. Precisamente por eso hay que sostenerla y hacerla atractiva, amena y divertida.
- Permítame que me detenga en un detalle que creo que no es baladí, pero si uno mira el mapa que aparece en las guardas del libro, a los independentistas se les acaba el relato.
- Se les acaba completamente. En ese momento el condado catalán o los condados catalanes formaban parte del Reino de Aragón, de la Corona de Aragón y ahí estuvieron siempre, es decir, que nunca hubo nada parecido a un reino catalano-aragonés ni a una corona catalana-aragonesa, ni nada que se le parezca. De Euskal Herria ni te cuento. Eso se lo inventó Sabino Arana en el siglo XIX. El país vasco fue siempre parte o bien del reino de Asturias, en el alto medioevo, o bien del reino de León, o parte de León y parte de Navarra. Pero desde luego nunca existió tal cosa.
- La novela se llama’ La Temeraria’, muy a pesar de ella, porque si hubiera sido un hombre no lo habrían llamado así.
- No, en absoluto. ‘La Temeraria’ es el apodo infamante con el que la castigó la maledicencia de su tiempo. ¿Por qué? Pues por ser mujer y atreverse a gobernar, por no supeditarse a su marido y cederle el gobierno del Reino de León. Ella era la reina, era heredera de su padre. Ella empuñó su cetro, se ciñó la corona y se comportó con arreglo a esos atributos. Se hizo retratar así. El retrato de la portada de la cubierta de mi libro está inspirado en un retrato de su época. Se lo mandó hacer con corona y con cetro para subrayar los atributos del poder real que ella utilizó y defendió, y precisamente por eso la llamaron ‘La Temeraria’, un apodo absolutamente descalificador. Su marido fue un maltratador, abiertamente homosexual en un tiempo en el que la homosexualidad estaba muy mal vista, un homosexual que no salió del armario y que maltrató a su mujer porque la odiaba, a ella y a todas las mujeres. Pero sobre todo a ella. Dejó el Reino de Aragón en manos de las órdenes militares, algo que causó un problema político gordísimo. Pues él pasó a la historia con lo mejor de su reinado que fue ‘El Batallador’, porque es verdad que batalló mucho contra los moros y reconquistó territorios. A él la historia lo ha recordado por lo mejor que hizo. A ella con un apodo despectivo porque se atrevió a gobernar.
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