Taller de Composición terapéutica de canciones en III Jornadas Creciendo Musicoterapia

 

El pasado 27 de Abril de 2024, en las III Jornadas Creciendo Musicoterapia (organizadas por la Asociación Valenciana de Musicoterapia y la Asociación de Musicoterapia Región de Murcia) tuve el placer de facilitar un taller vivencial de composición terapéutica de canciones, uno de mis procedimientos (o técnicas, como lo llamaré aquí para facilitar la comprensión) favoritos en musicoterapia.

La propuesta era un auténtico reto pues, si bien todos los asistentes eran músicos, con mayor o menor formación, pero músicos (y la mayoría musicoterapeutas) la mayoría no tenían experiencia componiendo música ni letra, y mi objetivo era componer y grabar en vivo una canción en la duración del taller, ¡que era de sólo una hora!

Normalmente la composición terapéutica de canciones en musicoterapia es una técnica que se lleva a cabo en varias sesiones durante el transcurso de semanas o meses, o que también puede llevarse a cabo en talleres focales de un día; pero hacer algo así en tan poco tiempo, era un auténtico desafío para mí, incluso aunque los participantes fueran musicoterapeutas con muchas ganas y motivación.

El método que utilicé es una adaptación sintetizada del FAST o “Flexible Approach to Songwriting in Therapy” o “Acercamiento Flexible a la Composición en Terapia”, presentado por Tony Wigram en el libro “Songwritin. Methods, Techniques and Clinical Applications for Music Therapy Clinicians, Educators and Students” (Jessica Kingsley Publishers, 2005). Puesto que contábamos con sólo una hora decidí llamar esta adaptación (con un sentido del humor que me encanta usar en mi trabajo) “Super FAST” (que significa “Super RÁPIDO” en español).

En la fase inicial hicimos un chequeo del estado emocional en el que nos encontrábamos. Para ayudar en esta tarea (sobre todo cuando trabajo con personas que pueden tener alexitimia) uso el apoyo visual de una rueda de emociones, basada en la que creó el psicólogo estadounidense Robert Plutchik en 1980. Esto ayuda a sintonizar con el estado emocional del grupo y empezar a valorar cuáles van a ser las emociones que queremos plasmar en la canción. En este caso, debido a que el horario del taller era tras la comida, que por circunstancias externas se había retrasado, si bien algunas de las emociones predominantes entre las personas asistentes eran las de curiosidad e interés, se percibía a nivel físico cansancio y algo de somnolencia, ademas de que un par de personas manifestaron sentirse irritadas a causa de sendos dolores físicos. Además del estado emocional en esta fase también pedí que expresaran con la voz o el cuerpo, un sonido personal que les guste o con el que se identifiquen. Esto para mí es muy importante, pues es una técnica de caldeamiento que permite romper el hielo (algunos sonidos son cómicos y hacen que el grupo lo pase bien y se ría), empezar a conectar a los y las participantes con el ámbito no verbal y entre ell@s, y hacer un primer uso de la voz nada incómodo ni intrusivo, de manera natural y divertida, comenzando a disolver bloqueos emocionales que muchas personas suelen tener a la hora de usar la voz cantada.

En la segunda fase realizamos una tormenta de ideas sobre palabras que nos venían a la cabeza. Para agilizar la actividad e impedir que la gente se quede “bloqueada” porque no se le ocurre nada, suelo utilizar una pelota que se van pasando de un@s a otr@s, con lo cual la generación de conceptos es rápida y realmente espontánea. Aquí surgieron palabra bastante azarosas e inconexas, pero ya hubo algunas que reflejaron el entorno y el clima que se vivía en esos momentos y que pasarían a formar parte de la letra final: gato (había varios gatos rondando en los exteriores de donde se realizó el taller), mar, dolor… Después hablamos del clima emocional que queríamos plasmar en la canción, y el grupo acordó que fuera una canción alegre, pero también con algo de tristeza, plasmando el dolor físico que algunas personas sentían así como la gran variedad de emociones, a veces opuestas, que todos sentimos en nuestras vidas.

La tercera fase consistió en realizar una improvisación instrumental y vocal libre. Esta parte fue relativamente sencilla, pues las personas participantes eran todos y todas buenos músicos, pero aún así conllevó un gran desgaste de energía para mí: como musicoterapeuta facilitador, debes tener tu atención auditiva funcionando al máximo rendimiento, tratando de identificar los patrones rítmicos y melódicos más importantes o que mejor reflejan la intención de la canción para, a partir de ellos, crear de manera espontánea una secuencia de acordes que amalgame todo lo que está sonando, dándole un sentido armónico. En este caso, los acordes que me surgieron fueron Do, Lam, Fa y Sol. Suelo usar progresiones de acordes en la escala de Do mayor porque, aparte de que me siento cómodo tocándola, de esta forma instrumentos muy habituales en sesiones de musicoterapia como los xilófonos y metalófonos y los pianos, suenan siempre bien. Además son progresiones sencillas, muy habituales en la música pop, por lo que la mayoría de personas pueden identificarse con ellas. El acorde de La menor introducía esa tensión melancólica que queríamos imprimir en una canción que plasmara emociones agridulces. Al poco de estar tocando la secuencia de acordes animé a la gente a cantar, y empezaron a surgir melodías muy interesantes. Una participante cantó una melodía preciosa con la frase “Quiero que no me duela nada”. En cuanto la oí sabía que teníamos el gancho de la canción. En esta fase de la composición no es sólo importante la atención, sino también la memoria para recordar todo lo más interesante que surja a nivel tanto musical como lírico.

En la cuarta fase, teniendo ya una estructura armónica de guitarra, y una vez identificado el estribillo, (decidimos mantener los mismos acordes toda la canción) trabajamos en la melodía de las estrofas, marcando así un esquema métrico sobre el que tendrían que encajar los versos que escribiéramos. Ya teníamos también pensado el tema y el universo semántico de la canción, establecido por las palabras y frases más importantes que habían surgido en la tormenta de ideas. Así empezamos a proponer frases y rimas posibles y de esta forma surgió la primera estrofa. Cuando había varias frases o palabras que podían encajar bien, simplemente decidimos las que más nos gustaban votando a mano alzada. Las otras dos estrofas fueron escritas en muy poco tiempo por dos sub-grupos en los que nos dividimos. Pulimos todo en común, y así quedó la letra:

Quiero que no me duela nada

 

Quiero sentirme como un gato

Ronronear en los tejados

Que no me pesen los zapatos

Jugar con la vida a cada rato

 

Veo la luz por la ventana

Siento mucha curiosidad

Mientras escucho las campanas

Se aleja ya la oscuridad

 

Quiero que no me duela nada (x4)

 

Respirar en espiral

Ir corriendo hacia el mar

Y poderme imaginar

Que eso me va a liberar

 

Quiero que no me duela nada (x4)

 

En esta fase también decidimos la estructura de la canción: una introducción sonora que evocara los sonidos del mar que mencionamos en la canción, dos estrofas, un estribillo, la tercera estrofa y tres estribillos, acabando con una parte instrumental (que sería improvisada y acabaría siendo una parte muy divertida con muchos maullidos de gato, otro de los elementos semánticos centrales de la letra).

Por último, en la quinta fase, realizamos un ensayo de la canción, para familiarizarnos con la letra y con lo que cada uno iba a tocar, y también para que yo pudiera calibrar el nivel de ganancia del micrófono con el que iba a grabar. Y tras esto llegó la interpretación final y la grabación. Y así es como compusimos y grabamos una canción en sólo 60 minutos

La composición de canciones en musicoterapia es un procedimiento muy complejo, pues incluye una gran variedad de técnicas de musicoterapia: improvisación instrumental y vocal, escritura de letras, ensayo y canto. Cuando se aplica en grupos que no tienen formación musical y que se sienten más inseguros a la hora de abordar esta tarea se incluyen aún más procedimientos enfocados a ir potenciando su auto-confianza y motivación de logro y activando su creatividad, como pueden ser técnicas grupales de colaboración, escucha y comentario de letras de canciones o canto de canciones que ya existen.

Los beneficios de esta técnica son muy amplios, pues estamos trabajando aspectos sociales como potenciar habilidades sociales (colaboración, toma de turnos, toma de decisiones conjuntas, respeto…), habilidades comunicativas (escucha activa, comunicación verbal y musical, asertividad, negociación y resolución de conflictos…), aspectos emocionales (auto-conciencia emocional, expresión sana de emociones a través de la música y la letra de una canción, empatía, auto-estima y hetero-estima…) y aspectos cognitivos (atención compartida, memoria, creatividad…). Pero por encima de todo, estamos reforzando vínculos grupales mediante la creación conjunta de una canción que va a capturar el estado emocional de ese grupo de personas en ese momento, creando una fotografía musical que durará para siempre.

Podéis ver el resultado final en el vídeo (con la letra y algunas fotos de las jornadas) en este vídeo. Mi más sincero agradecimiento a las personas organizadoras de las jornadas y a todos y todas las personas asistentes por generar y compartir esta experiencia tan maravillosas. ¡Abrazos armónicos!

 

 

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Buedo Salas, David - SOMArmonía (www.somarmonia.com)

1 Comment

  1. David Buedo Salas el 14/05/2024 a las 13:40

    ¡Muchas gracias a tod@s por vuestra implicación haciendo una canción tan bonita! Creo que batimos un récord mundial a canción compuesta y grabada en menos tiempo. 😀

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