De tierra olvidada a paraíso terrenal y meca del turismo slow: esta es la nueva vida de la Ribeira Sacra
De tierra olvidada a paraíso terrenal y meca del turismo slow: esta es la nueva vida de la Ribeira Sacra
PAISAJE CULTURAL DEL AGUA

De tierra olvidada a paraíso terrenal y meca del turismo slow: esta es la nueva vida de la Ribeira Sacra

Cañones verticales tallando la frontera entre Lugo y Ourense con las aguas del Miño, Sil y Cabe como un tesoro. España apuesta todo a la Ribeira Sacra como aspirante a Patrimonio de la Humanidad.

Foto: Aldea en rehabilitación en O Castro, O Saviñao (Lugo). (Cedida)
Aldea en rehabilitación en O Castro, O Saviñao (Lugo). (Cedida)

Davoud Gerami es un cineasta canadiense de origen iraní afincado en una aldea remota de la Ribeira Sacra. Hace años, grababa un documental en Asia cuando trabó amistad con un gallego de Vigo. Le contó que había tratado de empujar un proyecto personal de inmersión artística y reconexión vital en Japón y Canadá pero se topó con enormes dificultades. Tiempo después, ambos pasaron dos meses recorriendo Galicia en busca de una aldea idílica y la encontraron en O Castro de Mourelos, O Saviñao (Lugo).

Un paraje totalmente abandonado está hoy en plena transformación para acoger una residencia artística en el espacio rehabilitado de una vieja palleira (pajar) translúcida que mira al río Miño. Allí, Tatiana Alonso, su pareja, lo ha tenido todo que ver. Cuentan a El Confidencial que ya han debutado con algunas actividades de yoga y meditación, pero tiene en construcción cuatro de los siete domos geodésicos (con cúpula) proyectados. En ellos se alojarán los participantes con la idea de impartir clases de fotografía, pintura o danzas. Una reconstrucción lenta, costosa y farragosa en lo administrativo que acometen con fondos propios y el apoyo de los fondos europeos a través del GDR Ribeira Sacra-O Courel en la rehabilitación del pajar.

"Llegar hasta allí no es fácil y nuestra idea es hacer un retiro inmersivo en arte, filosofía, naturaleza y yoga", relata Alonso, natural de Mos (Vigo). Acaban de tener a su primera hija y la idea es vivir juntos allí, conscientes de que comunicaciones y servicios dejan, todavía, mucho que desear.

placeholder Vista de la Ribeira Sacra, reserva de la Biosfera. Cedida: Davoud Gerami)
Vista de la Ribeira Sacra, reserva de la Biosfera. Cedida: Davoud Gerami)

La explosión turística de la Ribeira Sacra ha forzado la transformación de un territorio y una forma de vida. En los últimos años, ha pasado de ser una tierra olvidada, despoblada, aislada y envejecida a ser la meca del turismo lento y desestacionalizado que a base de casas rurales, visitas a bodegas, rutas y cruceros fluviales ya aporta lo suyo a la economía de la zona en la que, no obstante, persisten los mismos problemas estructurales: un saldo vegetativo terrorífico, -apenas nacen niños y escasea la gente joven- infraestructuras y comunicaciones más precarias y falta de servicios básicos de proximidad (consultorios médicos...).

Los vecinos sacan pecho de un territorio bellísimo que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad, pero persisten en las demandas que llevan a rastras desde hace décadas. En Xunqueira de Espadanedo, municipio de montaña en territorio ourensano, se cuentan 689 vecinos (INE 2023). Hace años que cerraron la escuela por falta de alumnado y los pocos niños y adolescentes han de escolarizarse en Maceda, a 7 kilómetros. Tratan de combatir la despoblación con casas-nido, una especie de guardería, pero los cambios son lentos, reconoce su alcalde, Carlos Gómez (PP). "Pasamos de ser un territorio aislado, sin aceptación ni interés a un boom de gente. Tenemos que mantener esa tensión entre cuidar el territorio y el turismo sin que desborde a los vecinos, que son gente muy mayor, nuestras carreteras estrechas y recursos, que son pocos", reflexiona.

En Montederramo, no muy lejos de allí, son 688 habitantes. Uno menos. En Chandrexa de Queixa, 493. Los tres comparten los mismos problemas y demandas -redes y cobertura móvil, con o sin candidatura de la Unesco, la vida es complicada más allá de las riadas de visitantes. Más poblados están los municipios de la ribera de Lugo como Quiroga (3.099) o Sober (2178), con media docena de bodegas. En Donelle, una aldea deshabitada de este último concello, es donde la cooperativa madrileña Ecooo que se autofinancia con micromecenazgo -desde 1.000 euros- y de la que participan algunos nombres conocidos como el actor Pepe Viyuela, la antropóloga Yayo Herrero o el escritor Joaquín Araujo- quiere establecer el cuartel general de su proyecto Guardabosques.

Han comprado la aldea entera en la orilla norte del río Sil para un proyecto de "custodia del territorio" con un centro de formación comprometido con la economía circular y la transición energética, explica su responsable en Galicia, José Vicente Barcia. El proyecto pasa por respetar la arquitectura tradicional gallega en la rehabilitación de las construcciones y por la energía del sol y del aire. "Usa tus ahorros para plantar árboles y generar oxígeno a cambio de una rentabilidad", reclaman.

Paisaje Cultural del Agua

Que el agua dulce es un tesoro ya es realidad. La Ribeira Sacra lo esconde entre paredes verticales talladas a lo largo de muchos siglos por la confluencia de tres ríos: Miño, Sil y Cabe. Un paraíso en la tierra de 16 mil hectáreas y más de una veintena de municipios a caballo entre dos orillas y provincias: Ourense y Lugo.

Es la carta que España va a jugar ante la Unesco para que este territorio singular se reconozca como Patrimonio de la Humanidad. Se postula como Paisaje cultural del Agua en febrero del 2025, propulsada por la Secretaría de Estado de Turismo y la Xunta de Galicia, y el desenlace se conocerá un año después.

La Xunta ya amagó con presentarla en 2019, pero la candidatura se aplazó "estratégicamente", -dijo entonces el gobierno de Alberto Núñez Feijóo- para reforzar el expediente y las protecciones, al pasar de Bien de Interés Cultural (BIC) a Reserva de la Biosfera, en septiembre del 2021. El actual presidente gallego, Alfonso Rueda, define la Ribeira Sacra como "uno de los mayores tesoros patrimoniales de toda España por su riqueza paisajística, cultural y enogatronómica", convencido de que obtendrá el reconocimiento internacional más pronto que tarde.

El otro boom: enología

La Ribeira Sacra también es el objeto de deseo de grandes bodegas por la proyección internacional de los vinos mencía y godello han alcanzado en los últimos años. Son varias las que se han lanzado a la compra de pequeños viñedos familiares minifundistas abandonados bajo la maleza que se han revalorizado multiplicando su precio por el interés de grandes familias bodegueras de La Rioja y Ribera del Duero.

Imaginen un paraíso terrenal de silencio y agua, que exploraron monjes en la Edad Media desde el siglo VIII. Debe su nombre a la gran concentración de iglesias, cenobios, monasterios y cruceiros de sus orillas, donde los frailes ya se dedicaban a exprimir -y comerciar- con las uvas y vides que introdujeron los romanos buscando el oro de Auriense (Ourense).

Foto: Sindo Díaz en la finca de Ponte da Boga en Ribeira Sacra. (Álvaro Valiente)

Las cepas de mencía y godello arraigaron en una tierra caliza y la viticultura es uno de los motores primarios de la Ribeira Sacra. "Los mejores viñedos quedaron sepultados durante el franquismo por los embalses de San Estevo y San Pedro y apenas resta una cuarta parte cultivable de las más de 5.000 hectáreas que labraron los monjes", lamenta Rubén Pérez, enólogo de Ponte da Boga. El más elevado está a 520 metros sobre el nivel del río, en una subida casi vertical donde la vendimia tiene mucho de alpinismo y la cosecha es heroica.

Davoud Gerami es un cineasta canadiense de origen iraní afincado en una aldea remota de la Ribeira Sacra. Hace años, grababa un documental en Asia cuando trabó amistad con un gallego de Vigo. Le contó que había tratado de empujar un proyecto personal de inmersión artística y reconexión vital en Japón y Canadá pero se topó con enormes dificultades. Tiempo después, ambos pasaron dos meses recorriendo Galicia en busca de una aldea idílica y la encontraron en O Castro de Mourelos, O Saviñao (Lugo).

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