María Fernanda Ampuero

María Fernanda Ampuero

Letras

María Fernanda Ampuero: "Toda escritora, cuando no escribe, lo que hace es leer"

La escritora ecuatoriana, afincada en Madrid, que acaba de publicar Visceral (Páginas de Espuma), reflexiona sobre la violencia, la precariedad y la inseguridad que marca la vida en muchas urbes hispanoamericanas

12 mayo, 2024 19:00

Han pasado tres años desde que María Fernanda Ampuero, escritora ecuatoriana afincada en Madrid, publicara Sacrificios humanos, su segundo libro de relatos tras Pelea de gallos, una obra que recibió en aplauso unánime de la crítica. En ambos, Ampuero retomaba relatos escritos años atrás: “Soy lenta escribiendo”. Ahora, vuelve a Barcelona para presentar Visceral (Páginas de Espuma), un libro formado con un conjunto de textos unidos entre sí por el elemento autobiográfico en el que explora, desde la primera persona, distintas formas de violencia: la gordofobia, la precariedad, las migraciones, la misoginia, la agresión sexual. Todas suceden  en Ecuador, telón de fondo de la mayoría de libros, al que la escritora describe –con tristeza– como un territorio herido por la violencia contra las mujeres y una criminalidad que convierte sus ciudades en auténticas zonas de peligro.

Empecemos por el origen del libro. No se trata de un volumen de relatos como era Pelea de gallo. Si bien usted ha ejercicio el periodismo y muchos de estos escritos ya fueron publicados en medios, no es exactamente un libro periodístico, sobre todo por su componente autobiográfico. No parece tampoco un libro de encargo.

En absoluto, no lo es para nada. Yo soy lenta a la hora de escribir. Me pasó con Pelea de Gallos. ¿Cuánto tardé en escribirlo? No sabría decirte, pero lo cierto es que tiene relatos que comencé a escribir diez años antes de que el libro se publicara, relatos que fui retomando y revisando. Para mí, escribir es así: empezar textos, dejarlos reposar, abandonarlos, volver a ellos…. Con Visceral me ha pasado algo similar. Tiene textos de hace diez o quince años. Llevo ya muchos años escribiendo sobre la violencia en Ecuador. Revisándolos me di cuenta de que podían conformar un libro, si bien tenían procedencias distintas: uno me lo encargaron para una antología de libros sobre objetos; otro, el que tiene la maternidad como tema, fue un encargo para la antología (H)amor de madre; el texto sobre la salud mental me lo encargó Leila Guerriero ya que, sabiendo que yo hablaba de manera abierta de la depresión y de la medicación, me pidió un texto sobre mi experiencia.

GALA ESPÍN Barcelona

En el libro hay textos que abordan temas sobre los que he pensado y escrito mucho, como el neocolonialismo y la inmigración o la gordura, un tema en torno al cual he leído muchísimo en los últimos años. No me atrevo a decir que lo he leído todo, pero casi. Tenía pendiente ponerme a escribir con detalle sobre el tema. Visceral explica de dónde vienen mis obsesiones literarias.

En Visceral las referencias bibliográficas están muy presentes, a través de citas y otras alusiones. 

Sí, tenían que estar y de una manera más explícita que en los relatos, donde creo que se perciben las lecturas que hay detrás. En la ficción no hay un  reconocimiento explícito de las lecturas realizadas, pero están ahí. A fin de cuentas, toda escritora, cuando no escribe, lo que hace es leer. Somos criaturas lectoras y las obras que leemos nos van modelando. Nos construyen como mujeres. Cuando escribí Grita fue la primera vez que me puse a pensar en serio sobre la violación y a pensar que la relación que ahí cuento y que yo había asumido escondía una violación. El movimiento Me Too y todo lo que se escribió me permitió darme cuenta de lo que yo misma había vivido. No lo había pensado en términos de violencia.

¿Esto se debe a qué se habían naturalizado ciertas prácticas o a que no se les daba el peso que merecen?

-Pienso a lo que sucedió con mi profesor. No hubo penetración ni intimidación, pero yo tenía veinte años y él tipo tenía cuarenta y era mi profesor. Cuando pasó, nadie dijo nada. ¡No fue en el siglo pasado!

PÁGINAS DE ESPUMA

Las mujeres comenzamos a ser conscientes de ciertas violencias sistemáticas

Efectivamente. La violación que relato en el libro tuvo lugar en el 2017. Yo era una mujer adulta y no fui consciente hasta después de que era una violación. De todas maneras, cuando hablo de violencia no me refiero solo a la sexual. En uno de los textos hablo de mi adolescencia y de la violencia química que sufrí por los medicamentos que me dieron para adelgazar. Por suerte, no me hicieron un bypass gástrico porque no era una técnica muy desarrollada en Ecuador. He leído historias de niñas nacidas en los noventa a las que se les mutiló parte del estómago cuando no habían cumplidos los diez años y de niñas a las que en esa misma edad se les hicieron liposucciones. En mí caso, me inyectaron un producto del que nadie había oído hablar y que, decían, causaba esterilidad. 

Otro de los temas que trata en el libro: asumir la imposibilidad de ser madre.

Todo está conectado. Lo increíble de aquellos métodos es a nadie le importaba las consecuencias, a nadie le preocupaba qué le pasaría a tu cuerpo, como tampoco importaba si, por la obsesión por la delgadez, ibas a pasar hambre. ¿Cómo no íbamos a tener hambre? Éramos adolescentes a las que nos daban anfetaminas para adelgazar. Cualquier padre se horrorizaría si supiera que su hija es adicta a las pastillas, pero, como servían para adelgazar, mis padres lo aceptaban, como lo aceptaban todos.

PÁGINAS DE ESPUMA

Usted comenta la cantidad de productos que se venden sin receta y sin control en las farmacias y que tienen como objetivo hacerte perder peso.

Es así. No están difícil acceder al clonazepam y todavía menos difícil a productos, como todos estos que salen en verano y que se anuncian en los medios, que contienen esta sistancia. No tiene sentido. Y, si aquí es fácil, ni te cuento lo que sucede en Latinoamérica, donde hay más manga ancha en lo que se refiere a la medicación. Todavía hoy se dispensan narcóticos a las chiquillas sin que nadie se de cuenta de que hablamos de drogas. Crear adicción a un medicamento es crear adicción a las drogas. Es como lo que se cuenta en Requiem for a Dream, donde el personaje de Sara toma anfetaminas para adelgazar más rápido. Cuando comencé a investigar sobre lo que me dieron me di cuenta de que ya había medicamentos que habían sido denunciados por sus consecuencias, pero no era el caso de mis pastillas que, como tantas otras, se siguen dispensando y vendiendo sin advertir a nadie de los riesgos que conllevan.

¿Pretende alertar sobre todos estos riesgos que el sistema silencia?

Sí, pero no solo con este libro, sino con todos. Soy consciente de que no voy a cambiar el mundo. Primo Levi no lo cambió con su testimonio. Sigue habiendo partidos fascistas, incluso en Alemania. Si él no pudo, ¿qué voy a hacer yo? Lo que deseaba era compilar toda una serie de dolores y de duelos; por lo que se refiere al tema de la gordura, deseo que alguna madre lo lea y aquellas chicas que crean, como lo creí yo, que por ser gordas se es menos o que la violencia y los desprecios son inevitables. No es así.

La violencia se ejerce sobre lo que se considera que no tiene valor. Pero no hay anda más valioso que una persona.

No siempre se percibe así.Cuando eres joven y gorda piensas que no mereces la atención de los demás y que, si alguien se acerca a ti para tener sexo, te está haciendo un favor. ¿Cómo vas a pedir placer o cómo vas a exigir correspondencia o respeto si te está haciendo un favor? Este es el despropósito. Yo era una niña que se creía invencible, con superpoderes, pero al crecer con el tema de la gordura me los quitaron todos los poderes… Me pasó a mí y les pasó y les pasa a muchas chicas que se vuelven tortugas aterradas, al privarles de su inteligencia, de su sensibilidad, del ingenio… Lo único que cuenta es su cuerpo.

FLASH

En el libro, el padre permite preguntarse hasta qué punto nuestra relación con esta figura condiciona las relaciones que tenemos con los hombres.

Suena a cliché y habrá quien diga que ya estamos otra vez con Freud, pero yo no abordo esta cuestión desde una perspectiva freudiana ni de manera académica. Lo abordo de manera visceral, partiendo de ls vida, analizando las elecciones que he tomado, viendo los errores y los comportamientos de tu padre que repites, o que intentas no repetir. Hacerte mayor es, en parte, convertirte en lo que eran tus padres. Desde que murió el mío, siento una cosa extraña. Nunca pensé que sentiría que estoy en el mundo sin nadie que me proteja. Tengo esta sensación porque vengo de una sociedad patriarcal, en la que el hombre lo es todo dentro de casa. Si él falta, falta todo. Llevo años manteniéndome y trabajando en otro país… Pero con la muerte de mi padre vuelvo a sentirme esa niña que necesita un padre protector.

Es curioso, porque, en una sociedad así, el hombre es el gran proveedor, pero también es alguien al que se teme.

Es contradictorio, pero es así. En Ecuador, un país patriarcal y católico, la libertad del hombre es total: tiene permiso para hacer lo que sea en casa y en sociedad. Es él quien paga todo quien decide sobre su mujer y sus hijas. Esta libertad abarca también el tema sexual: si le apetece puede, independientemente de si delante tiene una niña, una adolescente o una mujer que se resiste. Son muchas las niñas que han sufrido abusos por parte de sus padres, más de lo creemos, aquí y allá. El incesto es el gran secreto. Crea grandes conflictos a la víctima. ¿Cómo denunciar a un padre? ¿Denunciarlo y asumir abiertamente lo sucedido es decapitar parte de tu historia y de esa narrativa personal que consideramos lógica. 

PÁGINAS DE ESPUMA

En el libro, habla de las mujeres que emigran

La mujer inmigrante es el eslabón más débil de toda la cadena. Ni siquiera tiene protección policial. Suele trabajar cuidando o en tareas de limpieza, donde sufre sueldos bajos, muchas horas trabajo, ausencia de contratos… Ya es hora de que en España se asuma cómo se trata a la gente que cuida lo más valioso que tiene: sus padres y sus hijos.

Usted explora cómo las violencias se hacen más fuertes por el silencio que las rodea. Un silencio que empieza con nosotras mismas.

¿Cuántas cosas hay que no nos contamos ni a nosotras mismas? Forma parte del modelo de mujer que nos han impuesto, que tiene sus orígenes en la figura de la Virgen como sinónimo de aceptación y sumisión. ¿En qué momento dejas de protestar? Esta es una pregunta que yo me planteo. Me considero echada para adelante, alguien fuerte y, sin embargo, acepté no tener hijos porque él no quería. ¿En qué momento caí en esa sumisión? ¿Por qué? Yo, que dije que nunca iba a ser dócil, caí y repetí el esquema, pero sin ser consciente  y sin decírmelo a mi misma. El mío no es el único caso. Siempre me he reído muy alto. Recuerdo a mi padre diciéndome que no lo hiciera. Yo bajaba la voz. Acatar es algo que nos une a las mujeres. ¿Quién nos educó en que es mejor no contar las cosas?

GALA ESPÍN Barcelona

Se critica mucho a las mujeres cuando rompen el silencio

Hace un tiempo, tras una charla, se me acercó conmovida una escritora joven y me contó una cosa de alguien poderoso del sector editorial. Yo no lo he visto, sólo sé lo que me ha contado esta chica, a la que creo, pero ¿qué podemos hacer? Todas conocemos prácticas cuestionables de alguien en nuestro mundillo. ¿Si no hemos sido testigos directos es justo decirlo? ¿La joven que vino a hablar conmigo lo hizo para fastidiarle la vida a esa persona? En el mundo hay depredadores. Yo me fui con el hombre que acabó violándome porque me apetecía estar con él, pero esto no legitima la violencia.