La Transformación de España: De las Cortes de Cádiz a la Revolución de 1868

Las Cortes de Cádiz:

La Junta General Suprema fue obligada a disolverse en 1810 para dar paso a la regencia colectiva, Gobierno provisional compuesto por 5 miembros de ideología conservadora, sometidos a presión de la población que reclamaba cambios políticos, económicos y sociales.

En Cádiz residía una numerosa burguesía mercantil, había colonias de comerciantes extranjeros; por ello era uno de los focos de difusión de las ideas ilustradas y liberales. Muchos burgueses ilustrados e intelectuales de otras localidades buscaron refugio en Cádiz.

Se decidió elaborar una Constitución, se reunieron en Cádiz diputados de ideología diversa, había eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares, catedráticos y miembros de la burguesía. La redacción del texto comenzó en septiembre de 1810, con el juramento de los diputados de defender la integridad de la nación.

Las Cortes prolongaron su actividad hasta 1814, al disolverse por Fernando VII. Durante su período de vigencia, evidenciaron su voluntad de transformar el país y convertirlo en una monarquía constitucional y parlamentaria.

Principios básicos constitucionales:

Los diputados se organizaron como Asamblea constituyente, y proclamaron la soberanía nacional. Entre los asistentes había tres tendencias: los liberales (partidarios de reformas radicales), los absolutistas (partidarios de mantener el orden monárquico conservador) y los jovellanistas, partidarios de la revitalización de las Cortes medievales y la soberanía compartida entre las cortes y el rey.

Aprobó una serie de decretos:

  • Abolición del régimen señorial: Aspecto fundamental para las Cortes de Cádiz. El origen privilegiado de muchos diputados determinó que la supresión del señorío tomase un carácter precario y no radical. Tras su abolición (1811), los estamentos privilegiados, sobre todo la nobleza dejó de gozar del ejercicio de la administración de justicia y percibir una serie de rentas, pero se estableció una confusa diferenciación entre el señorío jurisdiccional (abolido) y el señorío territorial (el noble era el propietario), el problema era que ambos estaban entremezclados hacia casi imposible su diferenciación.
  • Impulso de la economía de mercado: La otra prioridad de las Cortes de Cádiz residió en la creación de un mercado nacional basado en el establecimiento de los principios liberales. Para ello tomaron medidas:
    • Suprimieron los bienes de manos muertas (tierras no heredadas, subasta pública) y se abrieron cauces para la desamortización de la propiedad eclesiástica y la abolición de la Inquisición.
    • Se abolieron los gremios y se dispuso el libre establecimiento de fábricas y el ejercicio de cualquier industria, libre producción y contratación.
    • Se sacaron decretos que fijaron la libertad de comercio, sobre todo, en el sector agrario, eliminando el privilegio de los pastores.
  • Se suprimió el Honrado Concejo de la Mesta (promulgado por Alfonso X el Sabio, las ovejas merinas tenían unos pasos privilegiados, llamadas las Cañadas reales) y se decretó la libertad de imprenta.

El 19 de marzo de 1812 aprobaron la primera constitución, más conocida como la Pepa, por coincidir con la festividad de San José, destacaron los siguientes postulados:

  • Cámara única: Propuesta por liberales, se asumiría el poder legislativo como representante de la soberanía nacional (de españoles y americanos). Sus integrantes eran elegidos a través de sufragio universal indirecto (se vota a compromisarios que votan a los diputados) masculino para mayores de 25 años con una determinada renta anual.  
  • Monarquía constitucional: La Corona seria hereditaria, tendría limitadas sus competencias, no dispondría de capacidad para disolver las cortes, tendría capacidad legislativa y disfrutaría de los principios de irresponsabilidad e inviolabilidad.
  • Poder ejecutivo: Recaería sobre un Gobierno formado por 7 secretarios que responderían ante las Cortes y el rey.
  • Desarrollo de la administración local: Correspondería tanto a los Ayuntamientos, con funciones de beneficencia y obras públicas, como las provincias, un jefe político nombrado por el rey y una diputación con función económica.
  • Confesionalidad del Estado: El catolicismo era la única religión del Estado. Prohíbe la práctica de otras.
  • Soberanía nacional: La soberanía recaía en los españoles de ambos hemisferios.
  • Se crea la Milicia Nacional: Ejército de cuerpos de civiles voluntarios armados.
  • Instrucción pública: Educación como una obligación civil.
  • Igualdad fiscal: No queda del todo definida.

Estos principios están inspirados en las cortes medievales y en la constitución francesa de 1791.

La emancipación de la América española:

Causas de la independencia:

  • Descontento de los criollos: La autoridad de los funcionarios nombrados desde España, que impedían el acceso a cargos políticos a los criollos, a pesar de ser influyente y económicamente más poderoso.
  • Restricciones económicas: El control del comercio por la Corona impedía a los criollos establecer relaciones comerciales con otros países.
  • Difusión del liberalismo: Las ideas ilustradas y liberales llegaron debido al menor control de la censura. Además, tuvo la independencia de los Estados Unidos, convertida en referente, España de hecho les ayudo.
  • Apoyo del clero: La Iglesia apoyó la insurrección ante el temor de las medidas de las Cortes de Cádiz.
  • Vacío de poder: Por la invasión de Napoleón, las juntas americanas se negaron a reconocer la autoridad de los gobiernos alternativos surgidos en España.

Los antecedentes:

El primer intento en 1806 el militar criollo Francisco Miranda, financiado por Reino Unido, intentó invadir Venezuela, aunque fracasó. Ese mismo año, los británicos intentaron invadir Buenos Aires defendida por tropas criollas. La victoria les convenció para enfrentarse a España.

En los distintos virreinatos estallaron revoluciones, aunque los virreinatos más antiguos de Nueva España y Perú fueron más conservadores y fieles a España; en cambio los de Nueva Granada y Río de la Plata, fueron los motores de la independencia.

Fases y proceso de emancipación:

  • Primera fase: Aprovechando el vacío de poder causado por la guerra, se produjeron las rebeliones de México, liderada por el cura Hidalgo, Venezuela, encabezada por Simón Bolívar o Paraguay, dirigida por José Francia. (1808-1814)
  • Segunda fase: La restauración de Fernando VII pareció sofocar la revuelta, en Buenos Aires mantuvieron la rebelión. En 1816 en el Congreso de Tucumán se proclamó la independencia del Río de la Plata. (1814-1816).
  • Tercera fase: Desde Argentina, se propició la independencia de Paraguay y de Chile. Agustín Iturbide proclamó la independencia y se convirtió en emperador hasta que en 1823 fue derrotado por Antonio López de Santa Ana que proclamó la República. En Venezuela Simón Bolívar proclamó la independencia en 1819 y derrotó a las tropas españolas en Boyacá. Los territorios liberados se integraron en la Gran Colombia (Colombia, Venezuela y Ecuador). Perú se mantuvo leal a la Corona, su independencia fue consecuencia de la intervención de otras zonas, como Bolívar, que derroto a los españoles en la batalla de Junín en 1820 o Antonio José de Sucre, cuya victoria en la batalla de Ayacucho de 1824, significo la derrota definitiva.

Consecuencias de la emancipación:

  • Para España:
    • Pérdida de importancia de España: Pasa a ser una potencia de segundo orden.
    • Dificultades económicas: Derivadas de la renuncia a un vasto mercado y a recursos, problemas a la Hacienda pública y crisis económica militar.
  • Para los territorios:
    • Influencia de otros países: Reino Unido y Estados Unidos ejercieron notable influencia en la zona.
    • Fracaso de los proyectos políticos: Surgieron conflictos de intereses entre las élites criollas, muchos se transforman en diferentes repúblicas.

La Primera Guerra Carlista (1833-1840):

Provocaron la oposición de los sectores absolutistas, los realistas puros acusaban a Fernando VII de ceder ante los liberales. Le retiraron su apoyo, en 1826 se identificaron con el hermano Carlos María de Isidro, llamados carlistas. El más importante fue en 1827 con la rebelión de los malcontents en Cataluña. Sublevación campesina financiada por los sectores absolutistas del clero. Triunfó en las áreas rurales, e incluso llegó a crear una junta provisional de Manresa.

Después de los sucesos de La Granja de 1832, Carlos María Isidro se exilió a Portugal. Tras la muerte de Fernando VII, difundió el Manifiesto de Abrantes, en el que reclamó el trono y se proclamó como Carlos V.

El movimiento carlista defendía el absolutismo monárquico. Su principal apoyo, el campesinado rural del País Vasco y Navarra, debido a la defensa de sus instituciones y fueros (privilegios jurídicos, fiscales y de reclutamiento militar en territorios vasco y navarro, representa la descentralización y el Antiguo Régimen), así como de un sector importante del clero.

Instaurar una monarquía absolutista, católica y tradicional, el lema “Dios, Patria y Rey” y de himno la marcha de Oriamendi.

El carlismo conto con el apoyo del miguelismo en Portugal, del papado, potencias absolutistas europeas. Portugal, Reino Unido y Francia secundaron a Isabel II, se materializó en el Tratado de la Cuádruple Alianza de 1834, realizando un refuerzo exterior. En 1834 Carlos estableció la Corte en Elizondo (Navarra).

Madoz:

Durante el Bienio Progresista, se decretó la Ley desamortizadora general de 1855, obra del ministro Pascual Madoz, la desamortización civil, bienes de propio y tierras comunales y eclesiásticas, cualquier propiedad vinculada a las manos muertas, municipios y particulares.

Hubo protestas de sectores religiosos que invocaban el concordato con la Santa Sede de 1851. La Iglesia no se vio muy afectada, ya que, gracias a la legislación de Espartero, el Estado pasó a sufragar los gastos del clero.

Afectó a los municipios, la privatización de los bienes comunales, privando de la principal fuente de ingresos. Tampoco se logró mejorar la situación del sector agrario, faltando un reparto más equitativo. La productividad agraria siguió siendo baja al venir acompañada de medidas de modernización.

Mendizábal:

Con la llegada de los liberales al poder, la desamortización fue más intensa debido al ministro Juan Álvarez de Mendizábal, aprobó la Ley de desamortización eclesiástica de 1837. Se declaraban propiedad nacional todos los bienes de las comunidades religiosas y que fueran sacados a subasta pública. Las medidas se prolongaron hasta 1844 cuando Narváez las paralizó.

Los objetivos, eran sanear la deuda del Estado; dinero para financiar la guerra carlista; penalizar los sectores del clero defensor del carlismo, pretendió crear una clase propietaria leal al liberalismo.

Economistas liberales como Álvaro Flores Estrada criticaron y advirtieron que, sin una reforma agraria, la medida sería inútil. Los efectos permitieron poner en cultivo muchas tierras abandonadas, pero una parte de los bienes desamortizados fueron adquiridos por terratenientes, por lo que no se produjo la redistribución de la tierra primó el criterio recaudatorio.

Como consecuencia, los campesinos pasaron de disponer de tierras comunales a tener que pagar altas sumas por su uso, la Iglesia perdió gran parte de sus bienes.

Entre los efectos negativos, los campesinos pasaron a poder disponer de esas tierras, pero pagando, los edificios que tenía la Iglesia se degradaron por el desuso, suponiendo una pérdida de patrimonio histórico-artístico.

La Gloriosa, la revolución de 1868:

La crisis económica de 1866, el descontento social y la oposición contra el régimen isabelino, condujeron a la firma del Pacto de Ostende en Bruselas en agosto de 1866, acuerdo de progresistas, demócratas y liberales para derrocar a Isabel II.

El 17 de septiembre se sublevó en Cádiz la escuadra al mando de Juan Bautista Topete, la sublevación se fue extendiendo por Andalucía, un gran apoyo en Santander, Zaragoza o Alicante. El día 19 el presidente del Gobierno moderado, Luis González Bravo presentó su dimisión y fue sucedido por De la Concha, quien también se vio desbordado.

El 28 se producía la derrota de las tropas isabelinas en la batalla del puente de Alcolea (Córdoba) contra el ejército dirigido por el general Francisco Serrano. El día 29 la capital madrileña también se sumó a la sublevación. La reina Isabel II, se encontraba en San Sebastián, optó por exiliarse a Francia.

Pedían una reforma constitucional y el respeto a derechos individuales.

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