La Junta de Ampliación de Estudios, un gran legado de Ramón y Cajal a España

La Junta de Ampliación de Estudios, un gran legado de Ramón y Cajal a España

El premio Nobel de medicina de 1906 fue, además, el primer y único presidente de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, la primera gran institución científica de España

La Junta de Ampliación de Estudios, un gran legado de Ramón y Cajal a España (Eugenio M. Fernández Aguilar)

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El final del siglo XIX supuso para España un momento de crisis. La derrota de 1898 frente a Estados Unidos en la independencia de Cuba hizo que se popularizara la expresión «Desastre del 98» y que las críticas, quejas y lamentos se extendieran con rapidez, incluso al mundo de la educación. El diputado parlamentario Eduardo Vicenti, futuro vocal de la Junta de Ampliación de Estudios, proclamó tras el desenlace del 98: «Yo no cesaré de repetir que, dejando a un lado un falso patriotismo, debemos inspirarnos en el ejemplo que nos han dado los Estados Unidos. Este pueblo nos ha vencido no solo por ser más fuerte, sino también por ser más instruido, más educado; de ningún modo por ser más valiente. Ningún yanqui ha presentado a nuestra escuadra o a nuestro ejército su pecho, sino una máquina inventada por algún electricista o algún mecánico. No ha habido lucha. Se nos ha vencido en el laboratorio y en las oficinas, pero no en el mar o en la tierra». 

Como consecuencia de este estado de opinión general, se intensificó el fenómeno asociacionista e institucional con fines educativos y científicos. Tal fue la importancia de este movimiento que algunos historiadores hablan de la «Edad de Plata» de la cultura española.

Santiago Ramón y Cajal fotografiado hacia 1907, año en el que fue elegido presidente de la JAE. Lo sería hasta su fallecimiento en 1934.

Santiago Ramón y Cajal fotografiado hacia 1907, año en el que fue elegido presidente de la JAE. Lo sería hasta su fallecimiento en 1934.AGE

El nacimiento de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas

En abril de 1900, se suprimió el Ministerio de Fomento para convertirlo en dos nuevos ministerios. El primero sería de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas. El segundo es el que tiene relación con nuestra historia, el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Por fin, la educación llegaba a los niveles más altos de las Administraciones del Estado. La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas nació como una institución autónoma, pero dependiente del Ministerio de Instrucción Pública.

La JAE fue oficialmente creada con el Real Decreto del 11 de enero de 1907, publicado en la Gaceta de Madrid el 18 de enero. El acto de constitución de la nueva organización tendría lugar el 15 de enero, antes de que apareciese en la Gaceta. En el vertiginoso elenco de vocales podemos encontrar a personas tan reputadas como Santiago Ramón y Cajal, José Echegaray, Marcelino Menéndez y Pelayo, Joaquín Sorolla, Luis Simarro, Ignacio Bolívar y Leonardo Torres Quevedo.

En la primera sesión ya se manifestó que los nombres de Echegaray y Cajal estaban en boca de todos para presidir la Junta de Ampliación de Estudios, pero el primero declinó antes de que pudiera ser nombrado y propuso al segundo. Cajal intentó esquivar la atención alegando que «carecía de categoría política y no conocía bien la Administración». Sin embargo, ante la insistencia del resto de vocales, quedó elegido por unanimidad. Santiago Ramón y Cajal sería presidente de la JAE desde la fundación de esta hasta el fallecimiento del nobel en el año 1934.

En la propia exposición fundacional de la JAE podemos ver un reflejo del contexto en el que surgió: «El más importante grupo de mejoras que pueden llevarse a la instrucción pública es aquel que tiende por todos los medios posibles a formar el personal docente futuro y dar al actual medios y facilidades para seguir de cerca el movimiento científico y pedagógico de las naciones más cultas, tomando parte en él con positivo aprovechamiento».

Fotografía de la icónica Residencia de Estudiantes. Fundada por la JAE en 1910, se estableció en torno al año 1913 en un nuevo edificio que gozaba de todos los lujos de la época. Juan Ramón Jiménez solía llamar a este lugar «La colina de los Chopos».

Fotografía de la icónica Residencia de Estudiantes. Fundada por la JAE en 1910, se estableció en torno al año 1913 en un nuevo edificio que gozaba de todos los lujos de la época. CSIC

Las ayudas a los estudiantes

El principal medio para lograrlo fueron las pensiones, actualmente llamadas becas, con una importancia tal que la JAE llegó a ser conocida como «Junta de Pensiones». Ya había otros gobiernos que habían asimilado el sistema de pensiones en el extranjero, como Rumanía, China y Japón. «El pueblo que se aísla, se estaciona y descompone», continúa el texto. En este sentido, China enviaba millares de pensionados o becados a Europa y centenares a Japón, por ejemplo.

Aquellas pensiones que tan buenos resultados dieron se concedían de modo individual o en grupo, dentro de España o en el extranjero. Las individuales se otorgaban por una duración de un curso, aunque eran prorrogables. Las de grupos estuvieron vigentes desde 1911 hasta 1927 y se concedían durante un tiempo menor, especialmente en verano y para visitar centros docentes. Las cuantías eran variadas, no había una cantidad fija. A lo largo de los más de 30 años de vida de la JAE se recibieron más de nueve mil solicitudes, de las que se atendieron a unas dos mil personas. Sin embargo, el porcentaje es mayor del que se piensa a primera vista, pues muchas de las solicitudes eran segundas, terceras o incluso cuartas peticiones. Durante todo el periodo de existencia de la JAE, una de cada tres personas solicitantes acabó consiguiendo una pensión.

El enfoque final de las pensiones no era simplemente el formativo a nivel personal de los pensionados. Se buscaba influir en la política científica del país. En la Memoria del JAE de los años 1914 y 1915 leemos: «Se hace cada vez más importante la función de recoger a los pensionados que regresan del extranjero y ofrecerles medios de continuar en España sus trabajos». Como vemos, la fuga de cerebros no es nada nuevo. La JAE y Cajal ya eran conscientes de ello hace más de cien años.

Fachada del Museo Antropológico, en cuyos locales estaba también el
Laboratorio de Investigaciones Biológicas (MNCN).

Fachada del Museo Antropológico, en cuyos locales estaba también el Laboratorio de Investigaciones Biológicas (MNCN).EFE

Grandes recursos al servicio de la buena educación

Sin embargo, las funciones de la Junta de Ampliación de Estudios iban más allá de las pensiones. Como puede leerse en el Real Decreto del 22 de enero de 1910, eran también responsabilidad suya: el servicio de ampliación de estudios dentro y fuera de España, las delegaciones en congresos científicos, el servicio de información extranjera y relaciones internacionales en materia de enseñanza, el fomento de los trabajos de investigaciones científicas y la protección de las instrucciones educativas en la enseñanza secundaria y superior.

La realidad es que la JAE recibió unos recursos económicos superiores a los que recibían las universidades españolas, que estaban en una situación de penuria desde hacía años. Este privilegio focalizó críticas hacia la nueva organización. También recibió críticas la icónica Residencia de Estudiantes, fundada por la JAE en 1910 y que vería pasar por ella a célebres personajes como Lorca, Dalí o Buñuel. Y tampoco estuvo libre de comentarios poco halagüeños la anexión del Museo Antropológico a la JAE en 1910, con el nombre de Museo Nacional de Antropología.

Para incidir más en la renovación de la política científica de España se tocaron también las infraestructuras, pues se crearon centros de estudios y laboratorios. Especial mención merecen el Centro de Estudios Históricos, dedicado a las humanidades, y el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales. Fue en el periodo entre 1910 y 1913 cuando la JAE se consolidó como organización y se expandió, creándose los principales centros dependientes de ella. Durante los años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), tuvo que paralizar casi por completo sus pensiones en Europa, lo cual permitió un mayor acercamiento a los Estados Unidos. 

Los sobrantes se aprovecharon para intensificar las actividades del Centro de Estudios Históricos y del Instituto Nacional de Ciencias. El tiempo transcurrido entre el final de la Gran Guerra y el comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, es decir, entre 1919 y 1923, fue un periodo relativamente pacífico en el que se relanzaron las pensiones y en el que se creó, fuera de Madrid, la Misión Biológica de Galicia. La novedad legal más significativa de esta época tuvo que ver con la Ley de Presupuestos del 29 de junio de 1922, en la que se otorgaba un crédito para la JAE solo para «pensiones destinadas a ampliación de estudios en el extranjero al personal no universitario».

Don Ramón Menéndez Pidal (con barba, de pie a la izquierda de la mesa) con un grupo de sus alumnos de filología en una de las aulas del Centro de Estudios Históricos.

Don Ramón Menéndez Pidal (con barba, de pie a la izquierda de la mesa) con un grupo de sus alumnos de filología en una de las aulas del Centro de Estudios Históricos.Instituto Cervantes

El golpe militar de septiembre de 1923 no hizo bien a la Junta. Mediante una Real Orden se anularon la mayoría de las pensiones que ya se habían resuelto para la próxima convocatoria. Además, el Ministerio de Instrucción Pública se hizo con el control de nombramiento de vocales y de todo el personal directivo de los organismos dependientes de la JAE. Vista la situación, Ramón y Cajal dirigió una misiva a Primo de Rivera con una auténtica declaración de intenciones de la Junta

La carta a Primo de Rivera

Excmo. Señor: La Junta de Ampliación de Estudios fue creada como iniciación de un nuevo método para las reformas de Instrucción Pública, con estos caracteres:

1.º No hacer creación de funciones sin preparar de antemano el personal que ha de desempeñar esas funciones. Es decir, que la ciencia y la educación no dependan, ante todo, de planes de estudio y material, sino de cerebros y vocación.

2.º No hacer reformas abstractas, generales y uniformes, creyendo que cuanto aparezca en la Gaceta pueda ser vivido, sino proceder por ensayos que contrasten con la realidad cada proyecto.

3.º Aprovechar todo el personal disponible, sea universitario o extrauniversitario, tenga o no título, sea nacional o extranjero, para formar pequeños núcleos donde se cultive la ciencia con métodos modernos y de modo desinteresado, es decir, sin subordinarla a exámenes, ventajas oficiales o fines económicos.

4.º Crear el contacto más frecuente e inmediato con la producción científica y los hombres e instituciones que la representan en los principales países.

5.º Llevar a la América española algunos de nuestros especialistas a fin de que España eleve su prestigio, sin otra presión que el peso de su cultura y llegue algún día a ser guía y portador, en Europa, de toda nuestra raza.

6.º Realizar esta obra como empresa nacional, es decir, de modo continuo, estable, desligado de los intereses del partido, por ser en interés de todos, y sustraído de vaivenes políticos. 

Por eso se integró la Junta con personas de las ideas más divergentes y por eso se ha abstenido de cuanto puede significar división y lucha. [...] Si hemos de seguir la labor emprendida, es urgente que el Gobierno resuelva algunas cuestiones fundamentales, en especial:

a) Si se ha de continuar enviando pensionados al extranjero con las garantías de concursos público, inspección y economía que hasta ahora se ha exigido.

b) Si las pensiones que han sido anuladas serán objeto de revisión para decidir cuáles deben continuar [...].

c) Si deben mantenerse abiertos los laboratorios y centros de educación que la Junta sostiene, o si hay que cerrarlos. Y en este último caso cuáles y cuándo. 

d) Si la Junta puede contar con el presupuesto necesario para sostener esas instituciones, dentro de la mayor modestia y si el Gobierno desea que, con igual orientación, inicie la creación de otras.

e) Si se darán facilidades para resolver el conflicto de los locales, tan grave que por sí solo paralizará la vida del Instituto-Escuela, las Residencias, los Laboratorios y el Centro de Estudios Históricos. [...].

Madrid, 11 de diciembre de 1923.

El Presidente.

Edificio Rockefeller, inaugurado en 1932 como Instituto Nacional de Física y Química (dirigido por Blas Cabrera), es la sede actual del Instituto de Química-Física Rocasolano del CSIC, Madrid.

Edificio Rockefeller, inaugurado en 1932 como Instituto Nacional de Física y Química (dirigido por Blas Cabrera), es la sede actual del Instituto de Química-Física Rocasolano del CSIC, Madrid.ASC

El patriotismo fue una constante en Cajal y en esta misiva afloró con fuerza. Fue un acicate y sus esfuerzos obtuvieron su recompensa. El 14 de diciembre en la Gaceta se restablecían la mayoría de las pensiones y la Junta podía seguir funcionando. De hecho, la mayor inyección económica de la vida de la JAE tendría lugar durante la dictadura, cuando en 1926 se recibieron 420 000 dólares de la Fundación Rockefeller para construir en Madrid un edificio destinado a investigaciones en Física y Química. Con esto se creó el Instituto Nacional de Física y Química, que sustituyó al Laboratorio de Investigaciones Físicas. Sería dirigido, al igual que su predecesor, por Blas Cabrera.

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