El Estado como dominio privado: el caso de Ucrania

El Estado como dominio privado: el caso de Ucrania

La democracia patronal en Ucrania

En Ucrania son visibles varios signos de clientelismo presidencial.[1] Un presidente clientelar y unos oligarcas que buscan rentas son los principales actores del sistema político del país. Un presidente patronal es un presidente elegido por sufragio nacional que tiene un poder formal basado en la Constitución, pero también un poder informal basado en las relaciones patrón-cliente y las redes institucionalizadas, que conectan el poder político con el control de la actividad económica.

Los lazos patrón-cliente desempeñan un papel clave, porque regulan el acceso de los actores neopatrimoniales a diversos tipos de recursos. A su vez, estos lazos patrón-cliente se basan en relaciones de dependencia personal que derivan de un intercambio asimétrico de capital.[2]

Diversas redes clientelares de oligarcas bajo la apariencia de partidos políticos compiten en los mecanismos electorales formales, pero el principal objetivo y significado de la lucha política es capturar el Estado para controlar las fuentes de rentas. En este contexto, los partidos políticos son en su mayoría máquinas políticas virtuales que organizan redes nacionales patrón-cliente diseñadas para la búsqueda de rentas y la extracción de rentas tanto a nivel nacional como local.

Los partidos están formados por los llamados “inversores” políticos, que no buscan proteger los intereses del electorado, sino promover una distribución basada en cuotas de los puestos de captación de rentas en el gobierno y el aparato estatal. Sin embargo, los oligarcas no son los principales intermediarios políticos de este sistema. Nunca han iniciado ni promovido cambios significativos dentro del gobierno. Más bien, han buscado constantemente la coexistencia con quienquiera que tenga o vaya a recibir el poder político.

Sin embargo, tras la Revolución Naranja, la mayoría de los oligarcas empezaron a actuar por su cuenta y se unieron a distintos bandos políticos.

En la Ucrania posterior a Kuchma, la capacidad del presidente para utilizar el clientelismo se redujo, pero el potencial de dicha táctica permaneció en forma de “maquinaria política” y “tecnologías políticas”.[3] La composición de los oligarcas no cambió mucho tras la Revolución Naranja (no se emprendieron acciones contra ellos y no perdieron sus negocios).

Lo que sí cambió, sin embargo, fue su configuración, en la que surgió una pirámide de poder de doble punta, organizada por Yúshchenko y Timoshenko.[4] Este hecho evidencia la forma en que las normas y el diseño institucional afectaron al equilibrio de poder dentro de los distintos bandos.

Durante 2004 y 2014, los oligarcas adoptaron una postura de “esperar y ver” mientras los políticos competían. Cuando lo consideraron rentable, cambiaron de bando político. Esto sugiere que los oligarcas no definen quién puede hacerse con el poder político; en cambio, aparentemente sirven de catalizador para futuros cambios dando un apoyo adicional al bando que probablemente ganará.[5]

Las diversas vías de distribución patronal dividen a la población según criterios regionales y étnicos.[6] Esta lógica explica en parte la dinámica separatista de 2014. Además, las élites regionales proporcionan apoyo financiero e informativo, así como movilización política en las regiones, a cambio de la protección de sus bienes y una amplia libertad de acción en la aplicación de políticas a nivel regional.[7]

Como hemos mencionado anteriormente, los ciclos de régimen en Ucrania presentan dos fases diferentes, que corresponden a distintos patrones de patrimonialización dentro del Estado. La primera fase puede denominarse autoritaria-burocrática, cuando el presidente controla la mayoría en la asamblea y cuenta con un primer ministro de su partido. Si se cumplen estas condiciones, significa que el presidente tiene potencial para monopolizar la vertical de poder/fiscal y establecer un Estado neopatrimonial.

La segunda fase puede denominarse fase competitiva-democrática, que se produce cuando la red patrón-cliente se divide entre dos centros. Esto ocurre cuando no hay control sobre la asamblea nacional, cuando el partido presidencial muestra debilidad o cuando el primer ministro es cooptado por un partido no presidencial o por una red alternativa de patrocinadores y clientes.

Consideramos las presidencias de Kuchma y Yanukóvich como ejemplos de la fase autoritaria-burocrática, y las de Yúshchenko y Poroshenko como ejemplos de la fase competitiva-democrática.

Una dimensión descuidada para la comprensión de la política clientelar ucraniana se refiere a la política subnacional, que implica la existencia de un denominado sistema de dos niveles: la política a nivel nacional y los clanes regionales. Las élites políticas del centro utilizan diversos métodos para controlar a las élites locales (patrocinio, cooptación o lucha).

Esto ha sido posible porque diferentes presidentes han intentado utilizar su poder informal para incluir el nivel subnacional en sus gobiernos. La reforma de descentralización de 2014 cambió la situación, ya que ayudó a institucionalizar los gobiernos locales.

Por ello, la política subnacional es un elemento importante y poco explorado a la hora de explicar las características del régimen patronal ucraniano, que trataremos de poner más de relieve a continuación.


Neopatrimonialismo autoritario-burocrático: intento de establecer una red patronal monopiramidal bajo Kuchma y Yanukóvich

El clientelismo fue una herramienta clave para que Kuchma se mantuviera en el poder. El principal objetivo de Kuchma y de la élite que le rodeaba era mantener el control sobre el ejecutivo.[8] En Ucrania no había separación de poderes. Kuchma movilizó a todo el aparato del Estado para su reelección en 1999. El presidente gobernaba como un señor feudal, aunque dentro del marco formal de las instituciones democráticas.

Las principales características del régimen de Ucrania en ese periodo fueron el colapso del aparato estatal, la toma del Estado por los clanes gobernantes y la extensión de la corrupción en la burocracia estatal.[9] Sin embargo, los intentos de construir un “partido de poder” en torno al presidente simplemente condujeron a una consolidación a corto plazo del poder presidencial, y sólo “despertaron el apetito” de la élite rentista.[10] Durante la era Kuchma, había varias redes oligárquicas concentradas en torno a un campo político.

Ucrania bajo la presidencia de Yanukóvich puede considerarse un caso clásico de protagonismo de la política clientelar en el funcionamiento de un régimen político. En particular, la abolición de la enmienda constitucional de 2006 y, con ella, el sistema de ejecutivo dividido (véase más adelante) reforzó la capacidad del presidente Víktor Yanukóvich para utilizar los resortes formales e informales del gobierno y amplió su base de clientes-patronos.

Yanukóvich, a diferencia de sus predecesores Kuchma y Yúshchenko, disponía por primera vez no sólo de una mayoría relativa de partido en el Parlamento, sino también de una mayoría sujeta a la disciplina de partido. La cuestión principal es que el régimen superpresidencialista de Víktor Yanukóvich se convirtió en rehén de la política del “ganador se lo lleva todo”, que requiere una demostración constante por parte del partido en el poder de su dominio en el Parlamento y, en la mayoría de los casos, esto es imposible sin la presencia de socios de coalición, es decir, el compromiso con el “techo del partido” de redes alternativas de patrocinadores-clientes.

Un ejemplo ilustrativo es la relación del Partido de las Regiones con el Partido Popular de Volodymyr Lytvyn y el Partido Comunista de Ucrania, que no sólo controlaban los puestos de presidente y vicepresidente, respectivamente, sino que también actuaban como beneficiarios de ostentar una “acción de oro” en la aprobación de muchos proyectos de ley.

Los tres ejemplos más ilustrativos de la incorporación de redes clientelares ajenas al Partido de las Regiones al partido del poder son: (1) la formación de la facción parlamentaria Reformas para el Futuro (19 diputados, creada en febrero de 2011 principalmente a partir de las facciones del bloque de Yulia Timoshenko y del bloque Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular) como fuente adicional de apoyo a la coalición gubernamental en el Parlamento; (2) la cooptación del antiguo jefe de la Secretaría del Presidente Yúshchenko, Víktor Baloha, para el cargo de ministro de Situaciones de Emergencia (noviembre de 2010) y el apoyo del partido “Centro Unido” a la coalición gubernamental; y (3) la cooptación de una de las figuras clave de la Revolución Naranja, Petró Poroshenko, para el cargo de ministro de Desarrollo Económico y Comercio (marzo de 2012).

Por lo tanto, el intento de apropiación neopatrimonial del Estado se vio facilitado por los cambios institucionales del pasado, a saber, la reforma constitucional de 2006 (por un lado, el sistema de primer ministro-presidente ha brindado la oportunidad de que surjan redes competitivas entre patrones y clientes, pero, por otro lado, el problema radicaba en la ley electoral, cuando el sistema de representación proporcional en una única circunscripción nacional dio lugar a coaliciones inestables).

El gobierno de Yanukóvich consiguió superar el problema de un partido presidencial débil mediante la cooptación de diputados individuales en la mayoría parlamentaria propresidencial, pero también mediante un compromiso entre las élites y los socios de coalición de los grupos empresariales que anteriormente habían apoyado a los opositores del gobierno. Yanukóvich pasó a construir una red clientelar de una sola pirámide, porque como presidente no necesitaba compartir el poder con los socios del partido de coalición ni nombrar a un primer ministro de compromiso.

En otras palabras, tras la victoria de Víktor Yanukóvich en las elecciones presidenciales, su partido pudo asegurarse tanto el cargo de presidente como el de primer ministro, lo que contribuyó a establecer una red unificada. Con Yanukóvich, los oligarcas volvieron a reagruparse en torno a un centro político, pero ya no eran la gran coalición informal que solían ser.

Aun así, los observadores notaron inmediatamente la reorientación de las élites empresariales hacia Yanukóvich, incluidas las figuras clave que controlaban la cobertura televisiva. Además, antes de que pudiera resurgir cualquier escisión entre el presidente y el primer ministro, el primero buscó la forma de anular la reforma de 2006 que creó una estructura ejecutiva dual en Ucrania.

Debido a la falta de cadenas competidoras que controlaran el ejecutivo, pudo cambiar la composición del Tribunal Constitucional en septiembre de 2010, sustituyendo a cuatro jueces. Poco después de este cambio, el Tribunal determinó que la reforma de 2006 no se había adoptado correctamente y que, por tanto, carecía de fuerza legal, lo que restableció la Constitución presidencial de 1996.

El hecho de que Yanukóvich deseara enmendar la Constitución demuestra que veía la estructura dual del ejecutivo como una complicación potencial para la consolidación de la red patrón-cliente.

Cabe señalar que el éxito del bloque “¡Por una Ucrania unida!” (liderado por Kuchma) y del Partido de las Regiones (liderado por Yanukóvich) estuvo asociado a la inclusión de las élites regionales en la pirámide de poder. Pero tales coaliciones no eran estables, ya que existían otros sistemas autónomos que no fueron cooptados y que acabaron presentándose.

Esto explica en parte el Maidán y el Euromaidán, cuando las élites regionales intentaron construir su propia vertical de poder y ser incluidas en el proceso de redistribución de rentas. 

En resumen, el régimen político de Kuchma y Yanukóvich se caracterizaba por la concentración de poder en un presidente clientelar que tenía el potencial de monopolizar el poder y la vertical fiscal; el presidente, a través de la red clientelar única, controlaba los puestos clave de las fuerzas del orden y las grandes empresas industriales.

Neopatrimonialismo competitivo-democrático: retorno de la red patronal multipiramidal bajo Yúshchenko y Poroshenko

La reforma constitucional de 2006 estableció un sistema mixto de primer ministro y presidente, en el que el Parlamento tenía derecho a nombrar y destituir al primer ministro y el presidente uno de estos derechos. Un sistema de este tipo puede constituir una señal importante que indique cuál de los dos cargos es dominante sobre el otro.

Una constitución con un ejecutivo dividido crea dos puntos focales (el presidente y el primer ministro) para la coordinación de la red de élites, en lugar de uno, y una constitución así no permite al presidente la coordinación del cierre político.

El resultado de estas enmiendas constitucionales fue que disminuyó la concentración de poder en una sola mano. La independencia formal de cada cargo creó algunos incentivos para que las redes se dividieran en lugar de combinarse, lo que no era posible bajo el presidencialismo. Hale sostiene que una constitución con poderes de gobierno divididos no permite la creación de una coalición única (unificada) de búsqueda de rentas, es decir, una red de pirámide única.[11] 

Al mismo tiempo, la existencia de un partido dominante trastoca la lógica primer ministro-presidente y reintroduce la posibilidad de establecer un régimen superpresidencial.[12] La reforma constitucional de 2006 complicó la aplicación del principio de “el ganador se lo lleva todo” y animó a las partes interesadas a participar en el reparto de dividendos políticos en función de la proporcionalidad de los resultados de las votaciones.

En otras palabras, la Ucrania posrevolucionaria de 2005-2009 se caracterizó por la separación de la red neopatrimonial patrón-cliente entre dos actores, un presidente y un primer ministro, y la formación de dos redes patronales autónomas que competían sobre esta base: el presidente patronal Víktor Yúshchenko, y la primera ministra patronal Yulia Timoshenko. Persistió una red patronal multipiramidal de dos verticales de poder paralelas a través del control neopatrimonial de diferentes aparatos de la maquinaria estatal, incluidas las fuerzas del orden, el servicio de seguridad y el poder judicial.

Esta dualidad impedía que una vertical de poder presionara a la otra. Pero el primer ministro sólo podía tener autonomía en presencia de su propio partido parlamentario como red institucionalizada de patrón-cliente. Esto, a su vez, dependía del apoyo electoral al partido del primer ministro y de si el poder del partido del primer ministro era igual o superior al poder de los recursos del partido del presidente.

La democracia patronal de Ucrania es el resultado de la reforma constitucional que transformó el superpresidencialismo de Kuchma en la dualidad primer ministro-presidente.

Ésta era la realidad política de Ucrania después de 2004, con un régimen que no era ni transitorio ni temporal en su forma. Junto con la introducción de un sistema de representación proporcional, la reforma constitucional tuvo un impacto significativo en las relaciones de poder dentro del ejecutivo al aumentar el poder del primer ministro.

Debido a los cambios constitucionales, se hizo difícil para el presidente imponer su voluntad. Sin embargo, aunque los cambios institucionales son factores explicativos importantes, no se dan por sí solos. Ninguno de los dos primeros ministros (Timoshenko y Yanukóvich) fue un unificador. Ambos se apoyaron en bases de apoyo regionales y, en su mayor parte, orientaron sus políticas en beneficio de sus bases de apoyo.

En el caso de Ucrania después de 2004, esta separación regional y lingüística tendió a ser más beneficiosa para el primer ministro que para el presidente, porque la movilización de los recursos locales permitió al primero dominar sobre el segundo.

Esta dinámica en la relación entre el presidente y el primer ministro se basó en gran medida en explicaciones no institucionales, que hacen hincapié en el hecho de que la consolidación democrática de las instituciones seguía siendo débil.

Las relaciones dentro del ejecutivo en 2005-2009 fueron el resultado de políticas locales, en las que los intereses no institucionales, las divisiones regionales y lingüísticas y el clientelismo dominaron la política ucraniana.[13]

Podemos observar la competencia entre redes clientelares también durante la presidencia de Poroshenko. Poroshenko fue elegido en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, lo que se considera un acontecimiento sin precedentes en la historia política de Ucrania. Bajo la presidencia de Poroshenko, la naturaleza del régimen político, su principio de organización y funcionamiento, siguieron siendo los mismos. Las instituciones informales siguieron dominando sobre las formales.

Las redes patrón-cliente, la lealtad personal y la pertenencia a clanes (como parientes y/o socios comerciales) siguieron siendo los principios de organización del sistema.[14] Estos principios siguieron siendo decisivos en la formación de los partidos políticos, en los nombramientos para la mayoría de los cargos gubernamentales y en la relación entre los actores políticos a nivel estatal y regional.

La paradoja es que estos principios patronales de la política ucraniana, curiosamente, contribuyeron a la institucionalización de un sistema político pluralista en una serie de acuerdos formales e informales entre los principales actores políticos de Euromaidán.

Por eso, el régimen político puede definirse como una democracia clientelar en la que la búsqueda de rentas sigue siendo un motor clave de la competición política. Diversas redes clientelares de oligarcas bajo la apariencia de partidos políticos compiten en el marco de mecanismos electorales formales, pero el principal objetivo y sentido de la lucha política es capturar y dividir el Estado para establecer el control sobre las fuentes de renta.

Lo específico de este sistema es que el ganador viene determinado por la lucha política competitiva, y el resultado no está definido de antemano.

Aunque diferentes partes del Estado quedan bajo control neopatrimonial, el hecho de que no lo haga una red patronal unipiramidal preserva la naturaleza democrática del régimen ucraniano.

Después de que Yanukóvich huyera de Ucrania tras la revolución de Euromaidán, la composición de los grupos oligárquicos no cambió significativamente, pero sí se produjo un cambio en las relaciones entre ellos en el contexto de la transformación de las pirámides patronales. Los oligarcas se dividieron en una red de Donbás, por un lado, y en oligarcas autónomos, por otro.

Estos grupos se unieron a diferentes bandos políticos. Poroshenko y Kolomoiski fueron los únicos oligarcas capaces de formar redes políticas, mientras que la mayoría de los demás oligarcas intentaron proteger sus negocios mediante la adopción por parte de las redes existentes.[15] 

Una característica de las redes clientelares en Ucrania es que las élites empresariales y las élites políticas crean una especie de simbiosis: las élites empresariales, debido a su acceso al poder político, protegen sus intereses económicos, mientras que las élites políticas “se benefician de la financiación empresarial de las campañas electorales y de las rentas administrativas y comisiones ilegales (otkaty)”.[16] Y los grupos de presión, en el caso de estas redes empresariales-estatales, son sólo uno de los medios por los que los oligarcas intentan influir en el poder político.

A diferencia de 2004, muchos diputados oligárquicos siguieron en el bando perdedor. Su antigua conexión con Yanukóvich y la fuerte división del espacio político dificultaron mucho la transición. Los partidos de la oposición no querían quedar mal con los oligarcas.

Como resultado, el número de oligarcas en la Rada Suprema disminuyó de 10 en el período 2000-2014 a 5 en 2015.[17] Este ejemplo muestra la dificultad de la transición a otro bando en ausencia de un mecanismo de negociación.

Una característica clave del sistema político posterior al Euromaidán fue la consolidación del poder por parte del presidente Petró Poroshenko, que logró ampliar tanto el alcance de su control formal como las posibilidades de su influencia informal. En un periodo de tiempo relativamente corto, las instituciones políticas clave, como el cargo de primer ministro, el fiscal general, el Servicio de Seguridad de Ucrania, el Ministerio de Defensa y el complejo militar-industrial, el poder judicial, así como la vertical subnacional del poder de los gobernadores a nivel regional, se encontraban en la esfera de control formal e informal del presidente.

El funcionamiento del mecanismo de “coordinación” informal de intereses y el “retorno” del presidente como principal actor de veto (con el mantenimiento formal del sistema de primer ministro) quedó demostrado durante la rápida victoria de Poroshenko en la reformulación de la coalición gubernamental en abril de 2016. La dimisión de Arseniy Yatsenyuk convirtió al Frente Popular en un socio menor del Bloque de Petró Poroshenko “Solidaridad”, y el nombramiento de Volodymyr Groysman para el cargo de primer ministro creó las condiciones previas para reforzar la influencia del presidente en el gabinete de ministros y en todo el sistema del ejecutivo.

De hecho, el nombramiento de Groysman limitó significativamente el dualismo y la competencia de las redes informales dentro del ejecutivo, e integró al primer ministro en la vertical de la pirámide patronal del presidente. Para la aplicación de sus políticas, Poroshenko tuvo que contar no sólo con los votos del Bloque de Petró Poroshenko “Solidaridad” y del Frente Popular, sino también con los votos de las facciones oligárquicas a cambio de ciertas concesiones y privilegios, la preservación de fuentes de ingresos y la inmunidad frente a la persecución.

La naturaleza oligárquica de la relación entre la política y la economía en su conjunto mantuvo su importancia en Ucrania, sin embargo, las fuentes de renta en las corporaciones estatales, ministerios y regiones fueron controladas sobre la base del principio de cuota por los representantes del cártel del Bloque de Petró Poroshenko “Solidaridad”-Frente Popular con la ayuda de la llamada institución de los “vigilantes” (personas que controlaban los flujos de dinero en la sombra y los esquemas de corrupción en ministerios, corporaciones y regiones).

El reparto de esta renta permitió la financiación en la sombra de la política, y mantuvo la política en Ucrania como el tipo de negocio ucraniano más rentable.

Otra característica que distinguió a este ciclo del régimen político (y a la presidencia de Poroshenko en particular) fue la aplicación de la reforma de la descentralización. El 1 de abril de 2014, el Consejo de Ministros de Ucrania aprobó el Concepto de Reforma de la Autonomía Local y la Estructura Territorial del Poder en Ucrania.

La reforma incluía dos componentes: enmiendas a la Constitución y un paquete de nuevos proyectos de ley sobre las comunidades territoriales fusionadas y la reorganización de sus funciones.

Como resultado, se llevó a cabo la consolidación en comunidades territoriales más grandes (se crearon menos de 1500 comunidades —hromada— de las 11.520 originales)[18] junto con una reorientación de los recursos administrativos y financieros para dichas comunidades más grandes.[19] El rápido desarrollo de la política subnacional en Ucrania se vio sustancialmente estimulado por la relativa autonomización de los clanes locales, debido a la reforma de la descentralización, que condujo a la transferencia de recursos financieros a los niveles regional y local de gobierno.

De hecho, ahora observamos la formación de un nuevo sistema político de dos niveles marcado por el desarrollo de regímenes políticos regionales, que tienen composiciones electorales peculiares y son muy diferentes de la política que tiene lugar a nivel nacional.

Los regímenes políticos subnacionales se basan en el predominio de sistemas locales patrón-cliente relativamente autónomos y máquinas políticas que llegan a diversos acuerdos con actores políticos nacionales, en su mayoría con el partido en el poder. Por regla general, las maquinarias políticas subnacionales locales se incorporan a la red presidencial en calidad de socios menores.

A menudo, sin embargo, estas redes mantienen su autonomía formal e informal con respecto a la autoridad central y al partido presidencial en el poder. Esta tendencia produce múltiples configuraciones de acuerdos políticos a nivel local y promueve la aparición de proyectos de partidos regionales independientes y bloques electorales locales.

En la mayoría de los casos, las maquinarias políticas locales han sido capaces de mantener la autonomía política durante mucho tiempo, no sólo en Dnipro y Donetsk, independientes de los recursos antes de 2014, sino también, por ejemplo, en regiones como Zakarpattia, Odesa, Kharkiv y Lviv. En su mayor parte, estas maquinarias políticas subnacionales y redes clientelares dependen de fuentes autónomas de corrupción para obtener rentas.

En resumen, el neopatrimonialismo competitivo-democrático, en comparación con el neopatrimonialismo autoritario-burocrático, se caracteriza por la “parlamentarización” del régimen (debido a las reformas constitucionales) y una red patronal multipiramidal.





Notas:
[1] Henry. E. Hale, “Constitutional performance after Communism: Implications for Ukraine”, en Beyond the Euromaidan: Comparative Perspectives on Advancing Reform in Ukraine, ed. Henry E. Hale y Robert W. Orttung (Stanford: Stanford University Press, 2016), 126.
[2] Fisun, “Neopatrimonialism in Post-Soviet Eurasia”, 86.
[3] Paul. J. D’Anieri, Understanding Ukrainian Politics: Power Politics and Institutional Design (Londres: Routledge, 2015), 213.
[4] Heiko Pleines, “ Oligarchs and Politics in Ukraine”, Demokratizatsiya: The Journal of Post-Soviet Democratization 24, nº 1 (2016): 117.
[5] Pleines, “Oligarchs and Politics in Ukraine”, 126.
[6] Daniel C. Bach y Mamoudou Gazibo, Neopatrimonialism in Africa and Beyond (Routledge, 2011), 126.
[7] Oleksandr Fisun, “Ukrainian Constitutional Politics: Neopatrimonialism, Rent-seeking, and Regime Change”, en Beyond the Euromaidan: Comparative Perspectives on Advancing Reform in Ukraine ed. Henry E. Hale y Robert W. Fisun. Henry E. Hale y Robert W. Orttung (Standford: Stanford University Press, 2016), 108.
[8] D’Anieri, Understanding Ukrainian Politics, 63.
[9] Hans van Zon, The Political Economy of Independent Ukraine:Captured by the Past (Londres: Palgrave Macmillan, 2000), 72.
[10] Fisun, “Ukrainian Constitutional Politics”, 111.
[11] Hale, “ Constitutional performance after Communism”, 136.
[12] Fisun, “ Ukrainian Constitutional Politics”, 116.
[13] Martin Carrier, Executive politics in semi-presidential regimes: power distribution and conflicts between presidents and prime ministers (Lexington Books, 2016), 129.
[14] Oleksandr Fisun, “The Future of Ukraine’s Neopatrimonial Democracy”, PONARS Eurasia Policy Memo, nº 394, octubre de 2015,https://www.ponarseurasia.org/the-future-of-ukraine-s-neopatrimonial-democracy/
[15] Pleines, “Oligarchs and Politics in Ukraine”, 119.
[16] Tetiana Kostiuchenko e Inna Melnykovska, “ Sustaining Business-State Symbiosis in Times of Political Turmoil: The Case of Ukraine 2007–2018”, en Jahrbuch Für Wirtschaftsgeschichte / Economic History Yearbook 60, nº 2 (2019): 367.
[17] Pleines, “Oligarchs and Politics in Ukraine”, 122.
[18] OCDE, Maintaining the Momentum of Decentralisation in Ukraine, OECD Multi-level Governance Studies (París: Ediciones OCDE, 2018).
[19] Francesco Palermo, “The Elephant in the Room: Ukraine between Decentralization and Conflict”, Ethnopolitics 19, no. 4 (2020): 369-82.





Ósip Mandelstam: la destrucción de un poeta

Por Vitali Shentalinski

En la noche del 16 al 17 de mayo de 1934, los agentes de la OGPU Guerásimov, Vepríntsev y Zablovski cumplieron una misión en el piso de Mandelstam en Moscú, en el apartamento 26 del número 5 de la calle Nashokinski.



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