San Atilano - Historia del Condado de Castilla
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San Atilano

por Javier Iglesia Aparicio
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San Atilano. Pintura de la catedral de Tarazona

[m. c. 919] Santo y primer obispo de Zamora (900 – c. 919)

Biografía de San Atilano

Los datos veraces sobre su biografía son escasos y proceden de dos fuentes contemporáneas: La Vida de San Froilán (Vita Froilanis o De hortodoxo uiro Frolane)1 y documentos de diversos cartularios en los que participa como testigo o se le nombra.

La Vita Froilanis fue compuesta por Juan Diácono (Joannes Diaconus) entre los años 910 y 920 y se conserva en el códice nº 6 (fol. 101r) del Archivo de la catedral de León, que contiene la Biblia Sacra de León o Biblia de Vimara. Narra la vida de San Froilán, obispo de León, de quien Atilano fue compañero y acólito. Según esta hagiografía, Froilán, tras haber decidido dedicarse a la predicación itinerante en el entorno de la ciudad de León, se retiró en el recóndito monte Curcurrino, en la Valdorría, donde Atilano se reunió con él.

A pesar del alejamiento de ambos y de su vida de anacoretas, la fama de Froilán y Atilano no paró de crecer en el reino. Los dos habían fundado un monasterio cerca de Veseo (Viseo), al sur del Duero. Esta actuación, realizada en las peligrosas tierras fronterizas, llegó a los oídos de Alfonso III, quien los llamó a la corte de Oviedo. Con el respaldo real, ambos fundaron posteriormente el monasterio dúplice en Tábara (Zamora) y el de Moreruela de Tábara, en la margen derecha del río Esla. Quizás como recompensa por esta actividad fundacional en territorios de frontera, Alfonso III los nombró obispos el día de Pentecostés (8 de junio) del año 900: Froilán como obispo de León y Atilano de la sede de Zamora.

Al margen de esta primera narración hagiográfica del siglo X, el nombre de Atilano figura en algunos diplomas por las mismas fechas, entre 907 y 919. Son los siguientes:

  • Un diploma del monasterio de Celanova, escrito en Zamora entre enero y mayo de 907, lleva la mención: «Sub Christi nomine, Adtila episcopus ibi presens fui». Es un testigo confirmante de la donación que hizo Alfonso III a favor del monasterio cercano de San Pedro de Tunis o Turris —actualmente de la Nave—. 2
  • En abril de 909, con motivo de un intercambio de propiedades entre tres personajes llamados Sarracino, Falcón y Dulquito —probablemente presbíteros—, el nombre del santo surge de nuevo como testigo, pero ahora con el título episcopal: «Atila episcopus confirmat» y «Attilanus episcopus confirmat».3
  • 15 de febrero de 911. Atilano firma un documento en León en la curia —palatium regis— del rey García I cuando este entregó una serie de heredades al monasterio de San Isidro de Dueñas.4
  • En un diploma de fecha confusa, puesto que data del 1 de septiembre de 911 o de 912, Atilano aparece citado como testigo junto a Nausto, obispo de Coímbra: «Atila episcopus».5
  • El 30 de agosto de 912, en el séquito del rey García I, en un diploma del monasterio de Eslonza escrito para certificar la donación de una villa que el rey y su esposa entregaban a dicha institución. Atilano aparece por vez primera de forma explícita como obispo titular de la sede de Zamora.6
  • Dos documentos datados el 1 de diciembre y el 6 de diciembre del 914 parecen indicar que Atilano estaba en el reino de Galicia acompañando a Ordoño II.7
  • Un documento del día 29 de enero y dos del 30 de enero de 915, nos informan de que el obispo se hallaba en Zamora en un sínodo. Firma el primer diploma, en el que Ordoño II confirmaba a la Iglesia de Santiago el giro territorial de inmunidad de seis millas, a las que añadía otras más. El texto dice sencillamente: «Attila Zamorensi… Attila episcopus conf.».8 Los otros dos diplomas están relacionados con la donación de la villa de Corneliana a la catedral de Santiago a cambio de los quinientos metcales de oro que le había otorgado anteriormente Alfonso III.9
  • 8 de enero de 916, restauración de Santa Leocadia de Castañeda por el obispo y santo Genadio de Astorga.10
  • 9 de enero de 916, donación que Ordoño II y su mujer Elvira Menéndez hicieron al abad Servando en Valdecésar.11
  • 8 de enero de 917, Atilano aparece en otro documento de la catedral de León. Se trata de una donación efectuada por Ordoño II en la que el rey entrega a Trasmundo y Recesvindo la aldea de Pardomino para que vivieran en el monasterio de San Andrés en ella edificado.12
  • Un documento posterior a la muerte del santo, escrito en 929 pero refiriéndose al año 916, aparece el nombre de Atilano en torno a la consulta llevada a cabo por los obispos del reino sobre la fundación y dotación del monasterio de San Adrián y Santa Natalia de Boñar.13
  • La última cita documentada sobre Atilano es indirecta. Lleva la fecha del 10 de marzo de 922, por lo tanto, posterior a la defunción del obispo, y se encuentra inserta en un diploma de compraventa firmado entre un tal Nepociano y su mujer Gontina, por una parte, y el abad Servodeo y los monjes de San Pedro de la Nave, por otra. Lo más interesante del texto es que cita un topónimo que ya llevaba entonces un lugar con el nombre del obispo recién fallecido: «Uendimus uobis ipso reuoreto ad integro per ubi uobis illum demarkauimus et coram testibus adsignauimus: de fonte de domno Atila episcopo et aquas currentes de auteiro qui est de occiente, deinde ad pinnas et ad fonte usque in termino de Sancto Petro»14

Falleció en algún momento entre los años 917 y 922, dándose habitualmente la fecha del 919. Sus restos se conservan en la iglesia zamorana de San Pedro y San Ildefonso. Aunque no existe documentación que lo confirme, es muy probable que sus reliquias, junto con las del santo toledano, fuesen elevadas en 1496 a la capilla alta situada en el ábside de la mencionada iglesia, según consta en el rótulo del arco que divide las alturas: “AQUI SE ELEVARON LOS CUERPOS DE S. ILDEFONSO Y SAN ATILANO A 26 DE MAYO DE I496”.

Restos de San Atilano y San Ildefonso en Zamora
Restos de San Atilano y San Ildefonso en Zamora

San Atilano fue canonizado por el papa Urbano II en el año 1092, en la ciudad de Milán, siendo uno de los primeros santos en ser elevado a los altares por la Iglesia Romana, pues hasta entonces lo hacían los obispos en sus respectivas diócesis. El Martirologio Romano actual lo coloca en el día 5 de octubre, con el siguiente texto: “En Zamora, también en Hispania, san Atilano, obispo, que, siendo monje, fue compañero de san Froilán en la predicación de Cristo por las tierras devastadas por los musulmanes (916)”. La diócesis zamorana lo tiene como santo patrón.

De sus restos falta el cráneo, que se conserva en la catedral de Toledo. En 1644 se concedió un hueso del brazo derecho al cabildo y ciudad de Tarazona, por mediación del rey Felipe IV.15 El fémur derecho, procedente del monasterio de Moreruela, al que se donó en 1662, lo posee actualmente la catedral de Zamora. También se conservan en la iglesia zamorana de San Pedro y San Ildefonso otras tres reliquias que la tradición identifica con objetos usados por San Atilano: su anillo pastoral, el nudo y un trozo de la voluta del báculo, y un peine litúrgico.

Tradiciones y confusiones sobre la vida de San Atilano

Ha existido bastante confusión sobre los orígenes y cuándo vivió efectivamente San Atilano debido a que con el paso de los siglos se han ido añadiendo datos, algunos erróneos o legendarios, a la vida de Atilano.

Según la tradición, Atilano procedía de una familia noble cristiana que vivía en Tarazona, una ciudad bajo dominio islámico. Inicio su vida religiosa en un monasterio benedictino de la localidad vecina de Los Fayos. Transcurrido un tiempo, marchó a tierras leonesas. Ya sacerdote, pasó al monasterio de Sahagún (León), donde, se afirma, copió la obra de san Ildefonso, De virginitate Sanctae Mariae, para unirse, después, como anacoreta, y tomándolo por maestro, a Froilán, ermitaño en los montes leoneses del Curueño.16

Tras la noticias del propio siglo X ya citadas, no volvemos a tener noticias de San Atilano en torno a 1282, en que el franciscano fray Juan Gil de Zamora (Historia canonica ac ciuilis liber illustrium personarum) narra la invención de las reliquias de San Ildefonso de Toledo en la iglesia de San Pedro de Zamora, en 1260, y afirma que el cuerpo de San Atilano reposaba en el citado templo.

En el siglo XVI, Lucio Marineo Sículo, cronista de Fernando el Católico y profesor en la Universidad de Salamanca, dedica un extenso relato a San Atilano. Cuenta que el santo, con veinticinco años de edad, se dirigió al monasterio de Moreruela, donde el abad Froilán lo nombró prior, y que ambos fueron consagrados obispos el día de Pentecostés para ocupar las sedes de León y Zamora. Y es el primero que narra el suceso del anillo de Atilano que narramos más adelante.

En el siglo XVI es cuando surge también la confusión sobre los años en los que transcurrió la vida de San Atilano. Una obra de fray Atanasio de Lobera, publicada en 1596 (Grandezas de la ciudad e iglesia de León y vidas del glorioso san Froilán y san Atilano), es clave para comprender la confusión en la que se ha visto envuelta la figura del santo secularmente. Este monje cisterciense, manteniendo la vinculación de los santos Atilano y Froilán, y habiendo encontrando documentos de otro obispo de León llamado Froilán a finales del siglo X y principios del siglo XI, modifica la cronología del San Atilano, situándolo como coetáneo de este último prelado.

Afirma que San Atilano nació en Tarazona –dato que ya había ofrecido con anterioridad Alonso de Villegas– en torno a 939, siendo hijo de padres nobles, que lo concibieron tras un período de esterilidad. Educado en la virtud y después de concluir sus estudios a los quince años, recibió el hábito benedictino en un monasterio cercano a su ciudad natal y posteriormente fue ordenado sacerdote. Estando San Froilán en el monte Cuturrino fue admitido en su compañía y ambos fundaron un monasterio en el valle de Oveso, del que San Froilán fue abad y San Atilano prior.

Admite que pudo ser monje en Sahagún, donde existió un ejemplar del tratado de San Ildefonso de Toledo dedicado a la virginidad de María, copiado de su mano según la inscripción que contenía. Llamados por el rey, recibieron dinero y licencia para fundar otros monasterios: el de Val de Tábara o Moreruela de Tábara, y el de Moreruela, de los que fue prior. En 990, al vacar las sedes de León y Zamora, fueron elegidos para ocuparlas, siendo consagrados ambos el día de Pentecostés.

El padre agustino Manuel Risco, en su obra España Sagrada (Tomo XIV), demuestra el error de Lobera invirtiendo sus argumentos, citando el texto del diácono Juan antes aludido.

Ya en el siglo XX el estudio de Palomeque Torres, demuestra taxativamente que en la sede zamorana sólo hubo un prelado con el nombre de Atilano en los primeros años del siglo X, coetáneo de San Froilán y del rey Alfonso III, con testimonios documentales entre 905 y 917, y afirma la carencia absoluta de otros que prueben la existencia de un obispo del mismo nombre a fines del siglo X, cuando la sucesión episcopal se había interrumpido.17 Y el de Carriedo Tejedo, que propone para San Atilano un largo pontificado de veintitrés años, entre 900 y 922, según la documentación existente, en la que aparece con los nombres de Adtila, Atila, Atilla, Attila y Attilanus, y en ocasiones seguido del título de la sede zamorana.18 El estudio más reciente se debe a Charles García.19

Aun así, en el año 2009 se celebró un evento conmemorando el milenario de la muerte de Atilano organizado en Tarazona.

Leyendas y tradiciones sobre San Atilano

Son varias las leyendas y tradiciones que relatan sucesos milagroso protagonizados por San Atilano.

El anillo de San Atilano

En el tomo XIV de la España Sagrada se narra el milagro del anillo de San Atilano, de gran tradición en la ciudad de Zamora. Asentada ya la diócesis de Zamora, le pareció a Atilano que no había satisfecho suficientemente lo mucho que debía a Dios. Avivado de un vehemente impulso de amor a la penitencia, resolvió hacerla mayor, retirándose de su Iglesia y yendo en peregrinación a los Santos Lugares. Así que, estando el reino en paz, y arreglado el modo con que las rentas se habían de distribuir a los pobres, partió. Y estando ya en el puente arrojó al Duero el anillo episcopal (que tiene una piedra turquesa), diciendo que hasta volverle a ver, no se daría por seguro de haberle Dios perdonado sus pecados.

Anillo de San Atilano
Anillo de San Atilano

Salió con un solo familiar, de quien luego se desprendió, para ser del todo desconocido y emplearse con más desahogo y libertad en actos de penitencia. Mudó el traje y, pidiendo limosna, visitó los Santos Lugares, en cuya peregrinación gastó dos años.

Pasado este tiempo oyó, estando dormido, una voz del Cielo, que le decía, ser ya tiempo de volver a su obispado, porque sus ruegos habían sido oídos. Atilano, obedeciendo a Dios. inició su regreso. Llegó a un arrabal de Zamora al tiempo de entrar la noche, y por esta razón como por venir cansado, determinó quedarse en la Ermita de S. Vicente, arrimada al Santo Sepulcro.

Recibiéronle con agrado los ermitaños, que eran marido y mujer, dándole por cena el corto alimento que tuvieron. Por la mañana fueron a la casa del obispo por la limosna que cada día les daban, y en este fueron dos pececillos. Acordáronse del huésped que quedaba recogido en su casa y pidieron limosna para él. Entonces el mayordomo, recogiendo los dos peces pequeños para otros pobres, les dio a estos uno grande, que entregaron a San Atilano para que le abriese, mientras ellos iban á traer lumbre y agua.

Abrióle San Atilano y encontró dentro el Anillo que al salir de la ciudad había arrojado en el río desde el Puente. Al punto se puso de rodillas, dando mil gracias a Dios, con las manos levantadas al cielo. Y a esto se añadió: comenzaron a tocar por si solas todas las campanas de Zamora, con lo que pasmados los ciudadanos, que ignoraban la causa, andaban como fuera de si, investigando el motivo del prodigio, que anunciaba tan grande novedad.

San Atilano, escultura de la iglesia de San Atilano y San Ildefonso de Zamora
San Atilano, escultura de la iglesia de San Atilano y San Ildefonso de Zamora

Acordóse el mayordomo del obispo del pobre que los ermitaños le acababan de decir, que se había hospedado en su casa, y concurriendo allá toda la ciudad obró la mano celestial que andaba en esto, otro milagro: pues el Santo, que estaba cubierto de un saco pobre y lleno de remiendos, apareció á la vista de sus ovejas como pastor, revestido de traje pontifical, para que todos conociesen a su prelado, a cuyos pies se echaron, con el gozo que puede imaginarse, pero no se puede decir.

Con el tiempo la hospedería se convirtió en la ermita de San Atilano (lugar donde se encuentra el cementerio homónimo).

Monumento dedicado al anillo de San Atilano (Zamora)
Monumento dedicado al anillo de San Atilano (Zamora). Escultor: Gregorio Fagúndez

Algunos añadidos, posteriores cuentan que el puente por el que el santo volvió a la ciudad se desmoronó nada más pasarlo Atilano para impedir que los mahometanos penetrasen en la ciudad.

La calavera de San Atilano

Los restos de San Atilano se encuentran enterrados en la iglesia arciprestal de San Pedro y San Ildefonso. A fines del siglo XV los toledanos ofrecieron una importante cantidad de dinero a un sacristán de la parroquia para obtener los restos de San Ildefonso.

Durante la noche el sacristán forzó la puerta de la capilla alta y entró rápidamente la calavera que creía de San Ildefonso y se la entregó a los toledanos que esperaban fuera. Al llegar a la ciudad imperial se organizó una procesión hacia la iglesia de San Ildefonso y cuando cantaban la letanía, la calavera levitó y habló diciendo: “No soy San Ildefonso, que soy San Atilano”

Y es que el sacristán de la iglesia zamorana, con las prisas, se equivocó de urna. Desde entonces el cráneo de San Atilano reposan en Toledo.


  1. Martín Iglesias, José Carlos. 2009. «La Vita Froilanis episcopi Legionensis (BHL 3180) (s. X): introducción, edición crítica y particularidades lingüísticas». En Parva pro magnis munera. Études de littérature tardo-antique et médiévale offertes à François Dolbeau par ses élèves, editado por Monique Goullet, 561-584. Turnhout: Brepols ↩︎
  2. Sáez Emilio y Carlos Sáez. 1996. Colección diplomática del monasterio de Celanova, I (842-942). Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá de Henares: 71; Andrade Cernadas, José Miguel, Marta Díaz Tie y Francisco Javier Pérez
    Rodríguez. 1995. O Tombo de Celanova. Santiago de Compostela: Consello da cultura galega: 589-590, doc. 429 ↩︎
  3. En la documentación del monasterio de Sahagún aparece un obispo Atila firmando en dos documentos que registran donaciones en las que interviene el rey Alfonso III del 28 de abril de 908 (doc. 9: Atila episcopus confirmat; doc. 10: Attilanus episcopus confirmat). Mínguez Fernández, JM: Colección Diplomática del Monasterio de Sahagún. Siglos IX y X. León, 1976. ↩︎
  4. Reglero de la Fuente, Carlos Manuel. 2005. El monasterio de San Isidro de Dueñas en la Edad Media. Un priorato cluniacense hispano (911-1478). León: Centro de estudios e investigación San Isidoro 288, doc. 1, «Adilla episcopus conf.». ↩︎
  5. Carriedo Tejedo, Manuel. 1999. Episcopologio zamorense del siglo X. Anuario de estudios zamoranos Florián de Ocampo 16: 348; Bouza Brey, Fermín. 1971. Lauda sepulcral de Nausto, obispo de Coimbra. En Estudios sobre la monarquía asturiana, 275-286. Oviedo: Instituto de Estudios Asturianos: 277. ↩︎
  6. Ruiz Asencio, José Manuel e Irene Ruiz Albi. 2007. Colección documental del monasterio de San Pedro de Eslonza. I (912-1300). León: Centro de estudios e investigación San Isidoro 50, doc. 1, «concedimus terminum usque ad ipsam fontem qui est in ualle de Cascita… Sub Christi nomine, Attila, Dei gratia Zamorense sedis episcopus»; 53, doc. 2, «Attila, gratia Dei Zamorense sedis episcopus». ↩︎
  7. Los documentos son: Carriedo Tejedo, Manuel. 1999. Episcopologio zamorense del siglo X. Anuario de estudios zamoranos Florián de Ocampo 16: 349, «Attila Dei gratia espiscopus»; y Lucas Álvarez, Manuel. 1998. Tumbo A de la catedral de Santiago. Santiago: Cabildo de la SAMI catedral 85, doc. 25, «Attila espiscopus conf.». ↩︎
  8. Lucas Álvarez, Manuel. 1998. Tumbo A de la catedral de Santiago. Santiago: Cabildo de la SAMI catedral 85, doc. 25: «Attila espiscopus conf.» ↩︎
  9. Lucas Álvarez, Manuel. 1998. Tumbo A de la catedral de Santiago. Santiago: Cabildo de la SAMI catedral, 86, doc. 26, «Attila episcopus conf.»; 88, doc. 27, «Attila episcopus conf.». ↩︎
  10. Cavero Domínguez, Gregoria y Encarnación Martín López. 1999. Colección documental de la catedral de Astorga. I (646-1126). León: Centro de estudios e investigación San Isidoro: 70, doc. 13, «Sub Christi nomine Atilla Dei gratia episcopus». ↩︎
  11. Sáez, Emilio. 1987. Colección documental del archivo de la catedral de León, I (775-952). León: Centro de estudios e investigación San Isidoro. 58, doc. 38, «Attila Dei gratia episcopus» ↩︎
  12. Sáez, Emilio. 1987. Colección documental del archivo de la catedral de León, I (775-952). León: Centro de estudios e investigación San Isidoro. 66, doc. 41, «Sub Christi nomine, Attila, Dei gratia episcopus» ↩︎
  13. Ruiz Asencio, José Manuel e Irene Ruiz Albi. 2007. Colección documental del monasterio de San Pedro de Eslonza. I (912-1300). León: Centro de estudios e investigación San Isidoro 68, doc. 9 «Attila et uiuens Cixilanis siue cunctorum abbatuum» ↩︎
  14. Sáez Emilio y Carlos Sáez. 1996. Colección diplomática del monasterio de Celanova, I (842-942). Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá de Henares: 79, doc. 16; Andrade Cernadas, José Miguel, Marta Díaz Tie y Francisco Javier Pérez
    Rodríguez. 1995. O Tombo de Celanova. Santiago de Compostela: Consello da cultura galega: 591-592, doc. 431 ↩︎
  15. Fuente, Vicente de la; Rodríguez, José: España sagrada, continuada por la Real Academia de la Historia: tomo XLIX, tratado LXXXVII, la Santa iglesia de Tarazona en sus estados antiguo y moderno, 1865, pág. 270 ↩︎
  16. Carriedo Tejedo, Manuel. 2010. Iter Sancti Froilani Episcopi (Lugo, Colcorinho, Viseu, Távora, Esla y León), Rudesindus 6/2010. Páginas 43-103 ↩︎
  17. Palomeque Torres, A.: Episcopologio de las Sedes del Reino de León (siglo X). Atilano, en Archivos Leoneses, XII (1958), págs. 10-15 ↩︎
  18. Carriedo Tejedo, Manuel. 1999. Episcopologio zamorense del siglo X. Anuario de estudios zamoranos Florián de Ocampo 16: 347-365 ↩︎
  19. García, Charles: Atilano de Zamora: Santo, obispo y profeta (ss. IX-X), Hispania Sacra, LXXI 144, julio-diciembre 2019, 389-398, ISSN: 0018-215X ↩︎

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