El reciente fallo de la Corte Constitucional que tumbó el Ministerio de la Igualdad de Francia Márquez por vicios de trámite en el Congreso es la oportunidad de corregir un error que el gobierno nacional se ha negado a reconocer, pues la ineficacia e inutilidad de esta cartera, en sus casi nueve meses de “funcionamiento”, es más que evidente.

Con un presupuesto que alcanzaba los 1.3 billones de pesos, de los cuales 900 mil millones estaban destinados a cargos burocráticos, el Ministerio de la Igualdad se convirtió en un símbolo de lo que no debe ser el Estado. Es alarmante descubrir que durante su breve existencia, esta cartera apenas ha ejecutado el 1% de su presupuesto.

Más grave aún es la sorprendente justificación de la vicepresidenta Francia Márquez, quien también ocupaba el cargo de ministra de la Igualdad, al afirmar que en 100 años en Colombia no se había creado un ministerio “desde cero”, declaración que evidencia falta de preparación y de conocimiento de la historia reciente de un país que en los últimos 5 años creó los ministerios de Ciencias y Deporte.

Es evidente que la duplicidad de funciones también contribuyó al fracaso del Ministerio de la Igualdad. Varias dependencias del Estado ya cumplen con las funciones para las cuales fue creado este ministerio, lo que plantea la pregunta obvia: ¿por qué crear una nueva entidad cuando las existentes podrían haber sido fortalecidas para abordar estos temas de manera más eficiente?

Colombia, sin duda, necesita avanzar en temas de igualdad, pero la creación de más cargos no es la solución. Es hora de aterrizar la política y centrarse en establecer la equidad como un principio rector que abarque todas las dependencias del gobierno nacional y se aplique en todos los niveles del sector público.

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