¿Qué significa Proverbios 1:7, “El temor del Señor es el principio de la sabiduría”? | TGC

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El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría;
Los necios desprecian la sabiduría y la instrucción (Pr 1:7).

La santidad de Dios

Comencemos considerando estas dos escenas memorables del Antiguo Testamento:

En la primera, Moisés está pastoreando los rebaños de Jetro en el desierto, cuando voltea para contemplar una zarza que ardía. Allí Moisés escucha a Dios advertirle: «No te acerques aquí. Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás parado es tierra santa» (Éx 3:5).

En la segunda, Isaías recibe una visión del Señor sentado gloriosamente en Su trono y rodeado por huestes de serafines. Isaías clama:

¡Ay de mí! Porque perdido estoy,
Pues soy hombre de labios inmundos
Y en medio de un pueblo de labios inmundos habito,
Porque mis ojos han visto al Rey, el SEÑOR de los ejércitos (Is 6:5).

Ambas escenas nos ponen cara a cara con la absoluta santidad y alteridad de Dios. También son una ventana a Proverbios 1:7 con su frase inicial: «El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría». De hecho, la frase, «el temor del SEÑOR», se repite catorce veces en Proverbios y es el lema del libro, el cual recuerda a los lectores la condición preeminente para obtener sabiduría.

Pero ¿qué significa «temer al Señor»? Para responder, dividamos el versículo en tres partes.

El temor del Señor

Todos hemos oído decir que «temer a Dios» se trata más de «reverencia» que de «estremecerse y temblar» ante Dios. Lamento darte malas noticias, porque ese significado no encaja con lo que leemos en las Escrituras.

Considera otra escena del Éxodo, donde Israel se encuentra debajo del monte Sinaí para recibir la ley:

Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte que humeaba. Cuando el pueblo vio aquello, temblaron, y se mantuvieron a distancia. Entonces dijeron a Moisés: «Habla tú con nosotros y escucharemos, pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos» (Éx 20:18-19, énfasis añadido).

«No sea que muramos». Ahora bien, ese es un tipo de miedo genuino, desgarrador y al borde de la muerte.

Tú podrías decir: «Sí, pero eso está en el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento nos presenta a un Dios amoroso y gentil». No tan rápido. Pensemos, por ejemplo, en la escena en la que Jesús se dirige a Sus discípulos, después de calmar una tormenta.

Entonces les dijo: «¿Por qué están atemorizados? ¿Cómo no tienen fe?». Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: «¿Quién, pues, es Este que aun el viento y el mar le obedecen?» (Mr 4:40-41, énfasis añadido).

El Evangelio de Marcos está lleno de gente que tiembla ante las palabras y las obras de Jesús, y este Evangelio no es el único; como podemos ver en la carta de Pablo a los Filipenses:

Así que, amados míos, tal como siempre han obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor. Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención (Fil 2:12-13, énfasis añadido).

El punto aquí no es hacer del cristianismo una religión en la que debamos estar aterrorizados por Dios. Más bien, la imagen del «temor de Dios», tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, ha sido descrita con razón como una paradoja que combina el deleite de adorar a Dios con el temblor ante Su santidad y poder. De hecho, Deuteronomio 10:12 plantea las cosas así, al ordenarnos «temer a Dios» y «amar a Dios» en la misma oración.

En resumen, el temor bíblico es un temor real, pero se trata de un temor que combina el amor y la obediencia. La sabiduría comienza allí.

Lo primero y lo mejor

En segundo lugar, se nos dice que el temor del Señor es el «principio» (heb. rešit) del conocimiento o de la sabiduría (cp. Pr 9:10). La palabra hebrea rēšit es ambigua y podría significar algo como «lo primero» o «lo mejor». Algunos estudiosos creen que esta ambigüedad probablemente sea intencionada. Esto hace del temor el punto de partida en el camino para llegar a ser sabio. No puedes emprender el viaje en ningún otro lugar que no sea el temor del Señor.

El temor bíblico es un temor real, pero se trata de un temor que combina el amor y la obediencia. La sabiduría comienza allí

Pero rešit, como mencioné antes, también es lo mejor. El temor del Señor es la virtud principal que te mantiene en el camino de la sabiduría, una vez que has iniciado a transitarlo. Esto contradice la idea de que la sabiduría consiste en ser una persona inteligente, comprensiva y hábil. La sabiduría no se trata de lo que puedes hacer, sino de cómo vives tu vida delante del Señor. Eso, como vimos antes, es con asombro y adoración.

Humildad y disciplina

Finalmente, miremos la segunda línea de nuestro versículo: «Los necios desprecian la sabiduría y la instrucción» (Pr 1:7b).

Proverbios 1:7 es lo que llamamos un «dicho antitético», donde la primera línea (Pr 1:7a) se opone o contrasta con la segunda (Pr 1:7b). Así vemos que lo opuesto al temor del Señor es el rechazo de la instrucción y la humildad. En esencia, aquellos a quienes no se les puede enseñar o no quieren aprender, nunca alcanzarán la sabiduría. Para apreciar este punto, veamos uno de los otros dichos sobre el «temor del Señor» en Proverbios 15:33:

El temor del SEÑOR es instrucción de sabiduría (33a),
Y antes de la gloria está la humildad (33b).

Este versículo es un «dicho sinónimo», donde la línea 33b concuerda con la línea 33a o la amplía. Observa que tenemos la misma palabra «instrucción» de Proverbios 1:7 en la línea a, pero ahora junto a «humildad» en la línea b. ¿Quieres la sabiduría? Entonces debes amar la instrucción, lo que significa ser humilde. O como leemos en otra parte de Proverbios:

¿Has visto a un hombre que se tiene por sabio?
Más esperanza hay para el necio que para él (26:12).

En resumen, Proverbios 1:7 busca inculcarnos las virtudes indispensables para llegar a ser sabios. Debemos temblar ante la santidad del Señor, así como nos sentimos atraídos hacia Él con amor. Debemos aceptar calurosamente la instrucción y siempre debemos resistir el orgullo que nos desviará de nuestro camino.


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por el Equipo Coalición.
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