La República Dominicana ha alcanzado las metas propuestas de desarrollo del turismo de sol y playa. El turismo cultural y el eco-turismo, que tienen un mayor impacto en las comunidades rurales y ciudades del interior, necesitan un impulso en materia de narrativa, eventos culturales, espacios, infraestructura y actores de la industria cultural.

Ya hemos descubierto algunos de los tesoros históricos, culturales y naturales de Santiago y el Cibao, incluyendo los espacios patrimoniales vinculados a catástrofes. Entre ellos: la Ruta de Colón, el parque eco-arqueológico de Santiago Viejo o Jacagua, el Centro histórico, el genocidio cometido por los haitianos y otros, que hacen de la ciudad una marca cultural-paí. 

Hoy veremos  a la ciudad resistiendo a los  invasores y a sus moradores levantándola de las cenizas, invasiones e incendios que dejaron huellas que no pueden  ser borradas, por el contrario, deben ser patrimonializadas y narradas.

En 1659 Santiago fue invadida, saqueada y sus principales tomados como rehenes para el pago del rescate por el pirata holandés Eduard Mansvelt, acompañado por el filibustero inglés  Henry Morgan, quien fue posteriormente gobernador de Jamaica y uno de los más temidos piratas de la época.

Pirata Henry Morgan que atacó a Santiago 1659. Fuente Anon British 1684.

El 6 de junio de 1690, De Cussy, el gobernador francés de la Tortuga y sus milicias entraron a Santiago, la sometieron a pillaje y la incendiaron. Sus habitantes la habían abandonado para evitar un genocidio. Los franceses dejaron un paisaje desolador en los poblados y hatos de la Línea Noroeste. La respuesta española y de la milicia fue devastadora,  el 21 de enero de 1691, dando origen la fecha religiosa de la tradición católica.

Invasión e incendio de Santiago 1690. Fuente Pierre Francois Xavier de Charlevoix.1730

En 1801,1804 y 1805 la ciudad fue invadida, sometida a genocidio e incendiada por los haitianos. En 1801 las milicias de Santiago resistieron sin éxito la invasión de Toussaint Louverture, éste ordenó matar a toda la población, lo cual fue impedido por Dios con la llegada de las tropas francesas.

En 1804 tropas haitianas ocuparon a Santiago, las cuales fueron luego desalojada a sangre y fuego por la población con ayuda de los franceses, quedando la ciudad libre del dominio español francés, y haitiano. Lo cual puede considerarse como la primera independencia parcial de la R.D.

Esa independencia fue frustrada con la doble invasión de las tropas haitianas en febrero de 1805 y en abril de 1805, de la cual dimos detalles en el artículo anterior. Dichas invasiones son consideradas por los historiadores, como la peor catástrofe ocurrido en el país, por cuanto, al margen de ser invadido, sus ciudades fueron incendiadas y sometidas a genocidios.

Nuevamente, los haitianos invaden la ciudad en 1822 y 1844. En 1822 llegan como una ocupación que dura 22 años. En 1844, el 30 de marzo  invaden para evitar la Independencia, siendo totalmente derrotados por Santiago y sus milicias.

La guerra de la Restauración que tuvo a Santiago como epicentro, trajo la catástrofe el 13 de septiembre de 1863 del incendio de la ciudad,  cometido según unos por los soldados españoles y por otros por los restauradores. Lo relevante es que la ciudad sufrió su tercer incendio general que paró en la calle Benito Monción y de cuyas cenizas se fue levantada por sus moradores.

Monumento a los héroes de la Restauración. Ejemplo de patrimonialización de la Guerra de la Restauración.

En su artículo sobre la patrimonialización,(Acento,17/03/2024 )  César Augusto Zapata, señala:

“De manera que la patrimonialización es un proceso complejo que involucra las políticas públicas, el problema territorial, la visión de los ciudadanos sobre sus objetos identitarios, la cuestión histórica e ideológica, la lengua y su capacidad de simbolizar y resimbolizar. Una cultura en movimiento abre un nuevo discurso sobre el monumento, diría el doctor Odalís Pérez”

Así, el bien patrimonializado pasa a ser un bien para las próximas generaciones con un estatuto que debería obligar y responsabilizar a su preservación”.