Hollywood se rinde a la Ópera del mallorquín Utzon

Oblicuidad

Hollywood se rinde a la Ópera del mallorquín Utzon

Utzon creó su obra magna en Australia y se retiró en Mallorca.

Utzon creó su obra magna en Australia y se retiró en Mallorca. / BIANCA DE MARCHI/EFE

Matías Vallés

Matías Vallés

Los escenarios de Hollywood se han hecho tan previsibles como sus guiones. Se sabe por anticipado cómo acaba la película, y también que en algún momento aparecerá la Ópera de Sidney, el icono arquitectónico que ha reemplazado a la torre Eiffel como referente planetario. Es un edificio tranquilizador en su enormidad, abraza la confianza en el ser humano. Y su autor Jorn Utzon fue danés por nacimiento, pero mallorquín porque en la isla se instaló definitivamente para vivir la serenidad reflexiva de sus últimos años.

La accidentada construcción y aceptación de la Ópera de Sidney contrastan con su actual sublimación. La rendición de Hollywood no solo se manifiesta en la utilización sistemática de sus conchas como escenario, sino en que se aprovecha la mínima oportunidad para retratarla. Piensen por ejemplo en la muy actual El especialista, donde Ryan Gosling y Emily Blunt derraman su falta de química personal por las escalinatas del monumento, que acaba reconvertido en un protagonista principal de la comedia. Por fortuna, no se procede a su voladura en una película explosiva.

Un rodaje hollywoodiense no justificaría este artículo, por lo que cabe consignar de inmediato que Cualquiera menos tú es otro taquillazo inesperado de 2024 que también recurre como señuelo a la Ópera de Utzon. El gigante refugiado en Mallorca construyó dos casas magistrales, Can Lis junto al mar de la Costa del Silencio y Can Feliz en el interior de s’Horta. Ambas residencias, y muy en especial la primera inabordable, son objeto de culto, peregrinación, imitación y profanación arquitectónicos.

La utilización como fondo estético de la Ópera de Sidney no queda confinada a títulos comerciales de contenido empalagoso. Hotel Royal se inscribe en el género de las películas que presumen de ser desagradables, con vocación de carnicería. Radicada en la Australia polvorienta, tampoco se resiste a una escena inicial que parece incluso inconveniente, salvo que cumplimenta la devoción por la obra que simboliza los hallazgos y tensiones de la arquitectura pública del siglo XX.

Se amontonan las películas que han cumplido con el ritual australiano. En Greenland: El último suspiro, una vez que Gerald Butler ha culminado su tarea de salvar al planeta de la extinción, los acordes de la Ópera de Sidney han sustituido a la Estatua de la Libertad ante la que se arrodillaba Charlton Heston en El planeta de los simios.

La resignificación hollywoodiense de Utzon coloca su arquitectura no euclídea en manos de los mejores fotógrafos del mundo, que la han revitalizado en las antípodas de la sencillez de un creador de enorme influjo pese a su vida retirada. Vinculó a Mallorca con Sáenz de Oiza o Rafael Moneo, dos arquitectos que trabajaron en su estudio. El ministerio de Fomento incluyó a Can Lis en la guía de la mejor arquitectura de España durante el siglo XX, porque «las volumetrías puras y elementales de la arquitectura mediterránea se interpretan de manera radicalmente arcaica». Es un criterio correcto para entender la ubicuidad operática del creador mallorquín.

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