Los primeros europeos

Esta es la razón por la que Atapuerca es tan especial

El impresionante número de restos fósiles hallados en Atapuerca es clave para estudiar tanto la evolución del género humano como los orígenes del poblamiento de Europa.

Dolina Pano 3 (cropped)

Dolina Pano 3 (cropped)

Excavaciones en Gran Dolina. De este yacimiento proceden los fósiles de Homo antecessor, que en 1997 se publicó en la revista Science como una nueva especie de homínido.

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Gracias a las campañas de excavación en Atapuerca hemos sabido que los primeros humanos llegaron a Europa hace más de un millón de años; hemos modificado la línea evolutiva del género Homo al entender mejor cómo era el último antepasado común que nuestra especie, Homo sapiens, compartió con los neandertales, y tenemos mayor conciencia de cuán profundas son las raíces evolutivas de esta última especie. Por todo ello, no es de extrañar que la Unesco declarase Atapuerca Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.

Los yacimientos de la sierra de Atapuerca se distribuyen en cuatro grandes sectores: la Trinchera del Ferrocarril, el sistema Cueva Mayor-Cueva del Silo, la Cueva del Mirador –ubicada en la ladera sur de la sierra– y, por último, los yacimientos al aire libre, distribuidos en las proximidades de la elevación calcárea. Atapuerca, pues, no es un único yacimiento, sino un complejo de sitios que en su mayor parte corresponden a antiguas cavidades rellenas de sedimentos, algunas de las cuales se pueden visitar  gracias a los programas organizados por la Fundación Atapuerca. 

Los europeos más antiguos

El yacimiento más estudiado es el de Gran Dolina: una antigua cueva seccionada por la construcción de una trinchera para tender la vía de un ferrocarril minero. Sus fértiles estratos conservan evidencias de la vida en el Pleistoceno, el período geológico que corresponde al Paleolítico, la parte más antigua de la Prehistoria, durante la cual el género humano apareció y pobló el mundo.  

En Gran Dolina, en efecto, hallamos restos de herbívoros (rinocerontes, caballos, bisontes...) que hace un millón de años cayeron por esta gruta, convertida en una especie de  trampa natural; así como pruebas del uso de la cueva como cubil de hienas, o el testimonio de diferentes actividades humanas. Pero eso no es todo. En la década de 1990 hubo un intenso debate sobre cuándo llegaron los humanos a Europa. 

Reproducciones del cra´neo (frontal ATD6 15 ) y mandi´bula (parte del esqueleto facial ATD6 69) del Nin~o de la Gran Dolina (Homi´nido 3)  Museo Arqueolo´gico Nacional de Espan~a

Reproducciones del cra´neo (frontal ATD6 15 ) y mandi´bula (parte del esqueleto facial ATD6 69) del Nin~o de la Gran Dolina (Homi´nido 3) Museo Arqueolo´gico Nacional de Espan~a

Los arqueólogos consideran que estos dos fósiles, el frontal ATD6-15 y el maxilar ATD6-69, hallados en el estrato Aurora de Gran Dolina, corresponden a un mismo ser humano. La dentición indica que el maxilar corresponde a alguien que tenía entre 10 y 11 años cuando murió

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Mientras que algunos autores defendían que habían alcanzado el continente menos de medio millón de años atrás, sólidos indicios procedentes de Gran Dolina apuntaban a una llegada muy anterior. Esta controversia alentó la realización de un sondeo de unos seis metros cuadrados en el yacimiento, cuyo resultado zanjaría para siempre el debate, con el añadido de un hallazgo excepcional. 

En efecto, en el nivel llamado TD6, cuya antigüedad se creía superior a 780.000 años, se descubrió durante el verano de 1994 el denominado estrato Aurora: un singular nivel arqueológico repleto de restos de animales con huellas de carnicería –es decir, con marcas de corte en los huesos y fracturas para extraer y consumir su médula–, junto con utensilios líticos y más de 180 restos humanos. No había lugar a dudas: los primeros humanos llegaron a Europa mucho antes de lo aceptado hasta ese momento. 

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La trinchera del ferrocarril. La apertura de este paso para un tren minero cortó las cuevas y dejó al descubierto su interior, como sucedió con Gran Dolina, en la imagen.

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Los fósiles humanos, además, correspondían a una especie humana desconocida que fue bautizada como Homo antecessor, cuyo nombre se inspira en el término latino que significa «el antecesor» o «el que precede», en alusión a los primeros homínidos llegados a Europa. Homo antecessor, que vivió hace 900.000 años, se ha incluido en el modelo general de la evolución humana (en lo que ha sido la puesta de largo de la paleoantropología española) como el último antepasado común de los humanos anatómicamente modernos y los neandertales. Los restos hallados en el nivel TD6.2 desvelaron también episodios de canibalismo entre aquellos humanos, que constituyen la evidencia más antigua de esta práctica. 

A pesar de su edad, Homo antecessor no es el europeo más antiguo conocido: las excavaciones de los niveles inferiores de la Sima del Elefante –una cueva situada en el extremo sur de la Trinchera– mostraron que los primeros humanos llegaron a Europa hace al menos 1,3 millones de años.

Mandible Sima del Elefante

Mandible Sima del Elefante

Hallada en 2008, en la Sima del Elefante, esta mandíbula data de hace 1,3 millones de años y se la ha relacionado con Homo erectus asiáticos.

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Allí, junto a diferentes útiles de piedra y señales de carnicería en huesos de animales, se hallaron en el nivel TE9 un fragmento de mandíbula, una falange y un resto de húmero que atestiguan la llegada a Iberia de poblaciones humanas aún más primitivas, pero no sabemos con certeza su procedencia geográfica y su raíz evolutiva. La huella de actividad humana más antigua recuperada en Atapuerca es una lasca de sílex procedente del nivel TE8 de la Sima del Elefante, de hace 1,4 millones de años. 

Desde los tiempos de los primeros pobladores de Atapuerca pasa un millón de años hasta que encontramos a otros seres humanos en el yacimiento de Gran Dolina, en el nivel TD10.2. Aquí han aparecido abundantísimos signos del uso de esta cavidad para el aprovechamiento de la carne obtenida mediante la caza masiva y especializada del bisonte, obra de otra especie: Homo heidelbergensis. 

El enigma de Homo heidelbergensis

También se han encontrado pruebas de una intensa actividad humana durante este período en el yacimiento de Galería, a escasos 50 metros de Gran Dolina. De aquí proviene  el achelense más característico de Atapuerca – el achelense es el segundo tipo más antiguo de talla de piedra, y son los tipos de talla los que definen las fases culturales de la Prehistoria–. Pero Galería ha proporcionado algo más: un par de restos humanos también asignados a Homo heidelbergensis. 

Elefante Atapuerca2006

Elefante Atapuerca2006

Arqueólogos trabajando en el yacimiento de la sima del elefante, en el complejo de la trinchera del ferrocarril.

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La misma especie a la que pertenece el excepcional conjunto óseo procedente de otro yacimiento de Atapuerca: la Sima de los Huesos, en el sistema de Cueva Mayor-Cueva del Silo. Allí se han recuperado los restos de al menos 28 seres humanos, casi todos adultos jóvenes y adolescentes. Su estudio, que arrancó en 1976, ha permitido deducir que heidelbergensis es el antepasado directo de los neandertales. 

Pero lo más sorprendente es el resultado de los análisis de ADN o ácido desoxirribonucleico, la molécula portadora de la información genética de los seres vivos. Existen dos tipos de ADN: el nuclear, que se transmite por vía paterna y materna, y el mitocondrial, que se hereda exclusivamente de la madre. Resulta que el ADN nuclear de restos humanos de la Sima de los Huesos confirma plenamente su relación evolutiva con los neandertales. 

Crâne 17 de la Sima de los Huesos

Crâne 17 de la Sima de los Huesos

El cráneo 17 es uno de los mejor conservados que se han encontrado en la Sima de los Huesos.

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Pero no sucede lo mismo con su ADN mitocondrial, que guarda un mayor parecido con otro grupo humano: el de los denisovanos, que toman su nombre de los fósiles de la cueva siberiana de Denisova y vivieron en tiempos de los neandertales. Sin embargo, el ADN mitocondrial de estos últimos es más similar al de los humanos anatómicamente modernos que el de los denisovanos. La interpretación de esta aparente anomalía es uno de los puntos calientes del debate entre los investigadores de la Prehistoria. 

Sobre los propios neandertales, Atapuerca ha ofrecido poca información. Sólo se ha descubierto un fósil: una falange de dedo del pie, procedente de la Galería de las Estatuas, dentro de Cueva Mayor. Sí se han hallado restos de sus herramientas de piedra en tres lugares al aire libre: Hundidero, Hotel California y Fuente Mudarra. Por ello sabemos que vivieron aquí entre 80.000 y 60.000 años atrás. 

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Arqueólogos en el yacimiento de la Gran Dolina.

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Homo sapiens, nuestra especie, que reemplazó en Europa a los neandertales, también dejó huellas de su presencia en Atapuerca. En la Cueva del Mirador se ha documentado su presencia en el último período del Paleolítico, el  magdaleniense. Allí, hace unos 13.500 años, instalaron sus campamentos grupos cuyo modo de vida era el de los cazadores-recolectores, como en otras especies humanas. 

Un mundo nuevo

Poco después comenzaba un nuevo período geológico: el Holoceno (en el que nos encontramos ahora), que hace unos 12.000 años puso punto final a la Edad del Hielo y, con ella, al Paleolítico. La mejora climática dio paso a una lenta transformación de los grupos humanos con la práctica de la agricultura y de la ganadería, y con el empleo de los metales. Este proceso está bien documentado en los yacimientos de El Portalón (en la entrada a Cueva Mayor) y en la Cueva del Mirador. 

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En uno y otro encontramos testimonios de las prácticas funerarias de la Edad del Cobre: en El Portalón destaca el enterramiento de una criatura que murió hacia los siete años, mientras que en El Mirador se ha hallado un enterramiento colectivo de al menos veintidós personas.  

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Excavaciones de agosto de 2005 en Atapuerca.

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En el ámbito de la vida cotidiana, el análisis del ADN de los ganaderos de la Edad del Bronce ha mostrado que hace 3.800 años éstos no disponían aún de la capacidad fisiológica de digerir la lactosa durante la edad adulta. A su vez, el ADN de los animales domésticos está contribuyendo al conocimiento de las primitivas prácticas de domesticación, estilo de vida e incluso intercambio de variantes genéticas de ganado bovino procedente del norte de África. 

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Atapuerca es excepcional por la historia que nos cuentan sus fósiles, desde aquellos humanos desconocidos de hace 1,3 millones de años hasta nuestra especie, pasando por otras tres –antecessor, heidelbergensis y neandertal–. Y también por algo poco frecuente en el ámbito de la ciencia:  el enorme interés que todo lo relacionado con sus descubrimientos despierta en la sociedad española.