La heroína de Chiloé. (Actualmente un archipiélago de Chile) no es la única, sino una más de muchas. Pero en este caso destaca, tanto por lo épica, como por lo desconocida de ella para los hispanos de ambos hemisferios.
En el año 1590, Inés de Bazán quedó viuda. Su marido cayó en una emboscada tendida por los indios. Sin embargo, su espíritu indomable no se quebrantó. ¡Al contrario…!
Ocho años después, en 1598, una expedición corsaria zarpó de un puerto cercano a Rotterdam. La Fidelidad, una urca de doscientas cincuenta toneladas, llegó a las costas septentrionales de la isla de Chiloé en marzo de 1600. Su capitán, Baltasar de Cordes, se apoderó de la ciudad de Castro capital del archipiélago de Chiloé (Actual Chile) también conocida entonces como «Nueva Galicia», mediante una estratagema engañosa y vil, contando con la complicidad de los indígenas de la zona a quienes persuadió ofreciéndoles los niños y las mujeres, como vil botín.
Los hombres de la ciudad de Castro fueron asesinados, las mujeres y los niños hechos prisioneros, con propósito de esclavizarlas sexualmente y como moneda de pago a los nativos colaboradores y la ciudad fue saqueada. Sólo unos pocos españoles hicieron frente a los forajidos, entre ellos la valiente víuda del capitán Oyarzun. Fuera de la ciudad se encontraba el capitán Luis Pérez de Vargas y veinticinco hombres, los únicos varones sobrevivientes.
El capitán Luis Pérez de Vargas, comparado con Guzmán el Bueno por su valor y lealtad, prefirió dejar en poder de Cordes a su mujer, sus hijos y su suegra, ofreciéndole al corsario su puñal para que los degollara, antes que someterse al chantaje del holandés, y prefiriendo enfrentar la muerte, antes que traicionar a su pátria y vecinos. Se parapetó en las cercanías de Castro, y una noche atacó la ciudad prisionera.
Inés de Bazán, confabulada con el soldado Pedro de Torres, aprovechó el estado de embriaguez de los corsarios para sabotear su artillería. Mojó las mechas de los cañones, e incluso les robó pólvora y proyectiles a los corsarios para enviarlos a sus conciudadanos, inutilizando el resto de la pólvora humedeciéndola. Cuando Pérez de Vargas y sus hombres atacaron, los corsarios no pudieron responder con su artillería.
Luis Pérez de Vargas, informado por una misiva de Inés de Bazán, atacó el fuerte donde estaba Cordes, mató a muchos indios y rescató a siete mujeres cautivas. Esta acción influyó en el ánimo de los aborígenes, que comenzaron a desertar del bando invasor.
Sin embargo, ni Torres ni Inés de Bazán lograron huir. Torres fue ahorcado y a Inés de Bazán la sometieron a crudelísimos azotes. Cuando le despojaron de sus ropas le encontraron un crucifijo y con él le desfiguraron la cara.
Expulsada por los holandeses, Inés de Bazán se reunió con los españoles, entre ellos su hijo Juan, quienes la socorrieron. Participó más tarde en la expulsión de los corsarios y en la recuperación de Castro con refuerzos del coronel Francisco del Campo a fines de mayo de 1600.
Inés de Bazán, una digna mujer española de su época, y heroína ninguneada en la historia oficial de la actual república de Chile, hizo alarde de coraje y determinación de los españoles de aquella época.
Algo, que por cierto, lamentablemente no se ve, ni espera en la actualidad…
Baltasar de Cordes, pudo escapar de casualidad, herido por un disparo, del otro héroe de esta historia: «Luis Pérez de vargas». Acabó apresado y ejecutado en las Molucas por los portugueses, que en aquella época, fieles a España, no eran vasallos mamporreros de los piratas ingleses, tal y como luego si lo fueron, hasta entrado el siglo XX; prefiriendo para su desgracia, ser cola de ratón, antes que cabeza de león. Así les fue…
Esta historia, además de evidenciar la gran historia de los españoles de ambos hemisferios, quiere denunciar el ignominioso trato que se hace en las repúblicas nacidas del desmembramiento de España de su propia historia, en las que se pasa un sutil velo a 300 años de historia, adoctrinando en la ignorancia a sus pasadas y futuras generaciones, dando la falsa imagen de que fueron tristes colonias, y que como en este caso a «Chile», le hacen parecer que ha existido desde siempre, camuflando frívolamente su verdadera historia, para ocultar la evidencia de que antes no eran nada, y que fue España, «su madre pátria», quién les creó, desde sociedades de cazadores recolectores, ancladas en el neolítico, llevándolas a la sociedad más avanzada y próspera de su época, y capaces de efectuar las gestas más heroicas; cuando ahora, luchan por emerger del tercer mundo en el que están sumidas desde la independencia, para su desgracia…
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