Carta a mi hijo - Grupo Milenio
Política

Carta a mi hijo

  • Seguridad ciudadana
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  • Sophia Huett

Querido hijo, hoy siento la necesidad de escribirte esta carta y que quede testimonio, por si la vida no me da la oportunidad de explicártelo.

Primero, platicarte que hasta el día de hoy, puedo verte de frente y con la satisfacción de cumplir con mi deber. En todas las etapas de mi vida existió y existe la posibilidad de tomar la ruta más corta que no siempre es la correcta, pero siempre han sido más fuertes mis valores: si alguien te quiere hablar mal de mí, tendrá que decirte mentiras.

¿Por qué te digo todo esto? Porque este es el caso.

Hace algún tiempo, personas nombradas como representantes del pueblo para tomar decisiones en favor del bien común, en un acto absurdo, presentaron una imagen de mi rostro con una barra negra a la altura de mis ojos, como se presentan a los presuntos delincuentes a los que por ley, hay que proteger su identidad.

Es una imagen que tal vez encuentres en internet y que causa dolor, a ti como hijo al hacerte dudar de tu madre y a mí, como alguien que siempre ha defendido la legalidad.

¿Por qué lo hicieron? Creo que una de las razones fue que creyeron que al agredir a la “rival más débil”, les iba a salir gratis molestar a mi Jefe. Además, utilizaron mis propios impuestos para ello y lo hicieron en recintos institucionales.

Esos cartones que presentaron con mi imagen ES FICTICIA. Ninguna persona o autoridad alguna, me ha señalado por la sospecha de participar en un delito o siquiera en un tema administrativo.

A diferencia de ellos, tengo más de 16 años aprobando evaluaciones de control de confianza, donde se analiza mi estado psicológico, capacidades profesionales, situación patrimonial, sanciones y por supuesto, si existiese algún nexo con delincuentes. Y mis resultados, sin importar el partido (ya llevo tres) que gobierne este país, siempre han sido positivos.

Yo no he dado tumbos políticos o cambiado de bando para mantenerme en algún cargo o llevar agua a mi molino. Soy congruente.

Esta agresión que sufrí la cometieron personas a las que además se les protege con el fuero, es decir, que a diferencia del resto de las y los mexicanos, no pueden ser detenidas. Es una asimetría de poder. Aunque yo sea funcionaria pública, soy una ciudadana de a pie, sin fuero y con la obligación permanente de cumplir la ley.

Tal vez en el México de mañana, tú me preguntes si no había una sanción para quienes mienten. Hoy no sabría cómo contestarte. Primero fui a un órgano electoral local y la respuesta que recibí fue triste: al no ocupar una posición similar a la de ellos, es decir, ser electa, no era procedente mi denuncia. Es decir, si yo fuera política si los podrían sancionar, pero si soy una ciudadana como cualquiera, no tengo el derecho a que se castigue a quienes nos agreden o criminalizan desde una posición de poder.

No me he dado por vencida. El proceso legal continua. ¿Por qué? Debe quedar claro que lo que hicieron fue incorrecto, tiene que haber límites al poder y más aún cuando se agrede a quienes ni la deben ni la temen. Nadie en este país debe de padecer este tipo de agresiones y normalizarlas.

Tus papás no han tenido una vida fácil, porque asumieron el compromiso de trabajar por su país. Y se vive muchas veces con soledad, frustración, ingratitud y hasta agresiones de quienes en lugar de defender la ley, son los primeros en mentir y todo, por hacer “política” de un nivel muy cuestionable.

Nosotros aprendimos que para alcanzar y mantener una posición laboral hay que esforzarse y dar resultados. No basta subirnos en el barco que más nos convenga y ahogar a la dignidad; nosotros remamos con rumbo y la convicción de que siempre llegaremos a buen puerto. Al tiempo.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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