El poso histórico de la Señora de Toro - La Opinión de Zamora

El poso histórico de la Señora de Toro

"María de Molina, cerca del fin", de Paloma Nogués, cuenta la vida y legado de la que fuera reina de Castilla y León y que ha dejado una impronta imborrable en la ciudad

Paloma Nogués, con su libro, «María de Molina, cerca del fin», en Sancti Spiritus. | C. T.

Paloma Nogués, con su libro, «María de Molina, cerca del fin», en Sancti Spiritus. | C. T. / Carmen Toro

La reina María de Molina colocó en 1316 en fecha señalada en la ciudad, el 28 de agosto, la primera piedra del monasterio Sancti Spiritus el Real. Nueve años antes, en 1307, su fundación había sido promovida por otra mujer: Teresa Gil.

El mismo lugar ha acogido, en este año en que se cumplen 760 del nacimiento de la reina y señora de Toro, la presentación del libro "María de Molina, cerca del fin".

El texto, autoría de la historiadora del arte Paloma Nogués Blasco, es una historia novelada escrita en primera persona, en la que es la propia reina María la que, cuando se encuentra en el final de su vida, le va contando a su marido, el rey Sancho IV, fallecido unos veinticinco años atrás, los episodios de su "interesante y desconocida vida" en forma de recuerdos.

Su autora tuvo claro desde el principio que era "imprescindible" presentar el libro en Toro, "lo que no sabía era que me iban a prestar este espacio para presentarlo", dice, mostrándose "encantada" de haberlo hecho "en el lugar adecuado", en el que estuvo acompañada por el también historiador del arte toresano Tomás del Bien.

Paloma Nogués Blasco (derecha) presenta su libro junto a Tomás del Bien. | C. T.

Paloma Nogués Blasco (derecha) presenta su libro junto a Tomás del Bien. | C. T. / Carmen Toro

Nogués escogió a su protagonista porque, debido al tema de su tesis de licenciatura, estudió "mucho" sobre el siglo XIII. "Descubrí a esta reina y me pregunté por qué no estaba en un lugar privilegiado de la Historia" por lo que, atraída, según destaca, sobre todo, por su "carácter pacificador", su "fuerza y paciencia" y el "compromiso con su idea política, que era salvar la Corona para su estirpe, a la que le correspondía", Blasco comenzó a investigar y leer sobre la figura de la reina. "Llevo mucho tiempo leyendo, buscando, no había nada de ella en las crónicas, pero, cuando se hablaba de ella, se hacía muy bien siempre", destaca la autora.

El libro desgrana el reinado de María de Molina durante tres mandatos que supusieron un tiempo total de unos 27 años. El primero de ellos, como consorte de Sancho IV; el segundo, como regente tras la muerte de su marido, durante la minoría de edad de su hijo Fernando, y el último, a la muerte de este, cuando su nieto Alfonso, de un año de edad, heredó la Corona.

En todo este tiempo, se destaca en el texto esa "fuerte" personalidad que fascinó a la escritora que ahora la retrata, además de su "carácter íntegro y conciliador" puesto que, como asegura Nogués en el libro, sus principales objetivos fueron "una política pacifista, un desarrollo cultural y artístico de alto nivel y unas negociaciones diplomáticas" con los reinos vecinos de Portugal, Aragón, Granada y Francia, que permitió "conservar la Corona castellanoleonesa en la estirpe fundada por Sancho IV y ella misma".

Y, como no podía ser de otro modo, la presencia de Toro a lo largo de la narración es constante puesto que, a pesar de haber nacido en Valladolid, la reina María de Molina tenía a Toro como su ciudad. "Así hablaba de ella cuando, en escritos, se refería a Toro como la mía ciudad", aseguró Tomás del Bien en la presentación del libro de Nogués Blasco. No en vano, María de Molina ostentó el título de señora de Toro, como todavía se la denomina en multitud de ocasiones. Del Bien también afirmó que la relación de la reina con la ciudad fue "intensa" y así es.

Legado en la ciudad

Hay constancia de que en el año 1283 ya se encontraba en Toro y en esta ciudad nacen algunos de sus hijos. Concretamente, la primera de sus vástagos, Isabel, y también, la benjamina, Beatriz, que llegó a ser reina de Portugal por su matrimonio con Alfonso IV.

En Toro, no sólo alumbró María de Molina a algunos de sus hijos, sino que también tuvo que vivir la situación de enterrarlos. Así, los restos del infante Alfonso, que murió cuando tenía sólo once años, fueron sepultados en el desaparecido monasterio de San Ildefonso, del que se conservan unos escasos vestigios a cierta altura de la calle de La Reina.

Precisamente, esta calle debe su nombre no a otra reina que a María de Molina. La vía, en pleno casco urbano de Toro, fue denominada así debido a los "paseos" de la monarca por la misma. Y es que esta calle conectaba los lugares en los que la reina María habitó en Toro.

El convento de Santa Clara; el mencionado convento de San Ildefonso, que ella misma mandó construir; el monasterio de Santa Sofía, que María de Molina habitó y sobre el que tuvo un papel "fundamental" para que las norbertinas premonstratenses se asentasen en la ciudad, así como el propio Sancti Spiritus El Real fueron "hogar" de la reina.

Cuatro de los grandes monasterios locales, de los que aún se conservan tres, "son parte fundamental del legado que la reina María de Molina impulsó en Toro", afirma Del Bien. "Esa fuerza que tuvo para querer darle dignidad a la ciudad de la que era señora nos ha dejado un legado inmenso", explica el historiador del arte, que hace hincapié en el "papel relevante" en cuanto a la promoción y el mecenazgo que María de Molina ejerció en Toro.

Otro de los más importantes "regalos" que María de Molina y su esposo, Sancho IV, hicieron a Toro fue impulsar la construcción de la tercera fase de las obras de la Colegiata de Santa María la Mayor.

La inscripción "Este lauor pinto Domingo Pérez criado del Rey Don Sancho" en el dintel de su principal joya, el Pórtico de la Majestad, permite saber que fue ese Domingo Pérez, criado de Sancho IV, el autor de la policromía, aún conservada, de este pórtico por lo que, una vez más, la mano de María de Molina se entrelaza con la de la Historia y el patrimonio monumental de Toro.

Aunque también dejó María de Molina legado natural aquí. El monte comunal conocido como "Monte la Reina" pasa a ser propiedad de la ciudad porque la monarca dona a Toro esos terrenos, que constituyen una superficie de unas 2.000 hectáreas.

A día de hoy, el Ayuntamiento de Toro conserva todavía la escritura de esa donación, lo que se trata de un documento "valiosísimo" ya que el Archivo Municipal de Toro pereció "prácticamente, en su totalidad" en un incendio en 1761.

Nogués Blasco asegura que, gracias a la reina María de Molina, Toro tiene "unos monumentos históricos de primera categoría". Y una historia, la de Toro, que ayudó a forjar la que será su eterna señora.