Me ignoran cuando intento charlar con la gente. ¿Cómo puedo mejorar mis habilidades de conversación?
Ilustración: Guardian Design

Escucha atentamente lo que dicen los demás y utiliza los sentimientos, más que los hechos, para conectar en una conversación. Recuerda que los intercambios fructíferos requieren la aportación de dos personas.

¿Cómo puedo conversación? No entiendo cómo funciona. Sólo puedo comunicar información objetiva como: “un café y un cruasán, por favor”.

Parece que los demás hablan de todo, saltan constantemente de un tema a otro en una conversación, pero yo nunca puedo seguirlos. Si alguna vez siento que tengo algo que aportar e intento participar, simplemente me ignoran o cambian de tema. Si intento iniciar una conversación, por ejemplo, felicitando a alguien por su cámara, obviamente cara, al principio responden, pero al cabo de unos 60 segundos se apartan en cuanto se dan cuenta de que estoy “intentando entablar conversación”.

En cambio, me expreso muy bien por escrito. Y lo que es más paradójico, me gano bien la vida como traductor (por escrito) de varios idiomas europeos. En parte, esto se debe a que tengo un enfoque muy analítico del lenguaje y, por tanto, soy capaz de profundizar en el significado de lo que el escritor intenta transmitir.

También me llevo muy bien con los animales, utilizando el lenguaje corporal. Por ejemplo, puedo hacer que los perros me sigan, caminen junto a mí, se sienten o se echen simplemente con gestos.

En el pasado he sido capaz de entablar relaciones románticas duraderas, pero sólo después de un largo periodo de interacción situacional y formal (“un café y un cruasán, por favor”) puedo tener una conversación. En otras palabras, una fase de flirteo preverbal muy prolongada.

Pero estaría bien elevar mis habilidades de conversación un poco más. ¿Algún consejo?

Mucha gente no es tan hábil conversando como cree, así que no estás solo. Lo bueno es que tienes curiosidad y preguntas. Algunas personas se atascan a la hora de transmitir (“divagar”) y piensan que hablar de sí mismas es una buena charla. Otros creen que interrogar a la otra persona es lo correcto. Pero la conversación es el acercamiento de dos personas. Mucha gente confunde hablar con charlar.

Yo tampoco me culparía siempre; una conversación fructífera requiere la aportación de dos personas, no sólo que una haga todo el trabajo pesado.

Acudí al psicoterapeuta y experto conversador Chris Mills, con quien hice un podcast sobre el arte de escuchar, que es un gran cimiento de la conversación.

Mills reflexionó sobre “la diferencia entre una conversación trivial y la transmisión de información objetiva”. Lo fundamental para que una conversación tenga éxito es que establezca un contacto emocional y una lista de hechos (“cruasán y café”), cada uno en por su lado no lo conseguirá. Debe tener una chispa emocional”.

“Mostrar interés y curiosidad, como es evidente, es un buen trampolín para la conversación”.

Así que, para complementar lo que ya haces, puedes añadir a tu conversación: “los cruasanes se ven muy ricos, ¿los hacen aquí?” o “este café me encanta, ¿qué mezcla es?” Estas cosas no desencadenarán una larga conversación, porque los baristas suelen tener cola que atender, pero son un buen punto de partida y de práctica. También tenemos que ser realistas sobre hasta dónde pueden llegar algunas conversaciones en determinados contextos. Creo que es totalmente realista que después de 60 segundos alguien dé por terminada su conversación sobre una cámara. Incluso el más hábil de los conversadores tendría problemas.

Dicho esto, algunas personas necesitan menos estímulos. Otros hablan más despacio. No todo depende de ti.

Mostrar interés y curiosidad en la conversación -como es evidente- es un buen trampolín para la conversación; al fin y al cabo, estamos programados para la conexión. “Para mantener una conversación tienes que ser capaz de imaginar cómo lo que estás diciendo va a conectar en la otra persona. Y eso requiere empatía”, dice Mills.

Los ejemplos que pone sobre la comunicación con animales y la traducción son interesantes, pero en términos de intercambio son calles de un solo sentido. “Los perros, explica Mills, son animales de manada. Reaccionan cuando se les dice lo que tienen que hacer, pero no es una conversación”.

La observación también es una gran herramienta para una conversación: basta con oír de qué hablan los demás. Hay una razón por la que hablar del clima es una tradición en muchos países. Es una conexión, no compromete, no es demasiado personal y puedes tantear el terreno con la otra persona. Si la otra persona responde con un gruñido, es cosa suya. Si habla más de la cuenta, puede que se abra la puerta a charlar un poco más. Pero, como ya he dicho, hay que ser realista. Algunas conversaciones no pasarán de unos pocos intercambios. Cuando lo hagan, escucha atentamente lo que dice la gente y, en lugar de los hechos, piensa en los sentimientos. Si alguien te dice: “Me voy de vacaciones a X”, prueba con algo como: “¿Ya has estado ahí antes? ¿Te hace ilusión ir?”.

Lo que más me gusta para empezar una conversación es un simple “¿Qué tal te va?” Buena suerte.

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Traducción: Ligia M. Oliver

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