Uno de los fundadores de Libertank habla de la empresa en Colombia

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Parece que empresas son culpables hasta demostrar lo contrario: director de Libertank

Camilo Guzmán, CEO de la empresa Libertank de Medellín.

Camilo Guzmán, CEO de la empresa Libertank de Medellín.

Foto:Jaiver Nieto

Camilo Guzmán tiene 35 años, estudió en Medellín y en esta entrevista explica, desde su punto de vista, la importancia de lo privado para la economía del país.

Estudió Administración de Negocios en la Universidad Eafit en Medellín y se ganó una beca para aprender sobre políticas públicas en el Reino Unido, siendo más joven. La verdad es que desde que fue personero de su colegio ya estaba interesado en hacer algo por Colombia y, aunque en ese momento no lo tuviera tan claro, su vocación terminó siendo una especie de “evangelización” de la empresa privada.

Lleva años tratando de convencer a la gente de que un Estado que permite la iniciativa privada y promueve la libertad económica es mejor que uno que le entrega toda su suerte al sector público. Camilo, un paisa de 35 años, es uno de los fundadores de Libertank, un centro de acción que esparce el mensaje de que es mejor una nación con muchas y sólidas empresas que uno que no les apuesta al emprendimiento y a los negocios.
En esta entrevista, este joven, que habla con gran entusiasmo y persuasión, lo intentará convencer de sus tesis. Déjenme saber qué opinan.

Comenzaste temprano a interesarte por los temas de país. ¿‘Nerdito’ desde chiquito?

Ja, ja. Bien ‘nerdito’ y bien activo y activista en el buen sentido de la palabra. Desde siempre me he preocupado por los grandes asuntos del país. Es que, José Manuel, sin libertades no existen sociedades que puedan progresar.

¿Por qué crees que la defensa de la empresa privada se vuelve tan importante en países como el nuestro?

Lo primero es entender que la función empresarial es la fuente generadora de oportunidades, de bienestar y de progreso. La libertad, en general, es la base para la prosperidad y la libertad económica es la fuente que genera riqueza, pero además soluciona problemas complejos. Yo creo que un país que no tenga un sector empresarial fuerte y libre está condenado al fracaso.

No sé si te lo habrán dicho, pero seguramente hay quienes piensen que lo que estás haciendo es defender ricos…

Estoy defendiendo es a los más pobres, porque el mundo ha vivido un fenómeno que algunos economistas llamarían de “gran enriquecimiento”. Yo, al contrario de lo que piensan algunos, creo que vivimos en el mejor momento en la historia de la humanidad. Eso no quiere decir que no tengamos muchísimos problemas, pero, en realidad, la única manera efectiva que se conoce de sacar a la gente de la pobreza es apostándoles a las libertades económicas. Las empresas privadas generan oportunidades, pero también diseñan productos y servicios que nos permiten vivir mejor. Así que yo no defiendo a los ricos. Ellos que se defiendan solos. 

¿Y tú crees que la mayoría de gente en Colombia hoy comparte esta visión o, al contrario, sientes que hay animadversión frente al sector productivo?

Lastimosamente veo lo segundo. Todos los días hablo con jóvenes, con líderes sociales y veo un profundo sesgo antiempresa que está muy incrustado en nuestra sociedad. En un país como el nuestro donde vemos el lucro como algo inmoral, al empresario como un villano explotador que hay que derrotar, a los negocios como antiderechos, somos absolutamente incompatibles con el éxito. 

¿Cómo es eso?

Aquí ocurre algo muy extraño porque en lugar de sentir envidia –porque envidia es desear lo del otro y trabajar muy duro para conseguirlo– no queremos lo del otro; lo que queremos es que el otro no lo tenga. Cada vez que alguien es exitoso, siempre viene este comentario: “Hum, algo raro estará haciendo”. Vemos con desconfianza el éxito y en ese sentido estamos condenados a quedar cómodamente en la mediocridad.

¿A quién le achacas la culpa de que eso ocurra?

Yo creo que todos somos un poco responsables. Quienes creen profundamente en esto, comenzando por los empresarios, no han tenido ni la valentía, ni la intención ni el tiempo para levantarse todos los días y defender la función social de las empresas en la sociedad. ¡Esto requiere narrativa! Creemos históricamente que las ideas no son tan importantes y que su defensa no vale la pena. Y, luego, por supuesto, hay responsabilidad de quienes alimentan ese sesgo antiempresa. 

¿Crees que ese sesgo antiempresa se traduce en hechos concretos que les hacen difícil a los negocios salir adelante?

No te voy a echar carreta. Te voy a dar algunos datos: Colombia es un infierno tributario. Tenemos la tasa de tributación más alta de los países de la Ocde. En este país, según el Banco Mundial, tenemos un porcentaje de utilidades, que paga realmente un empresario, que corresponde al 70,2 por ciento. En países nórdicos, en Noruega, está alrededor del 30 por ciento. Aquí tenemos un Estado que ordeña constantemente a los empresarios, destruyendo la fuente generadora de riqueza. Por eso yo digo que aquí el empresario es considerado culpable hasta que se demuestre lo contrario.

¿Qué otros datos soportan esto que me estás diciendo?

Vea pues este: de los 246 días laborales, los empresarios deben destinar 60 días, 477 horas, para cumplir con regulaciones. Es absurdo e impresionante y nos vuelve poco competitivos y es muy superior al de otros países. Este año, según la Heritage Foundation, pasamos al poco honroso listado de países mayormente reprimidos. Ahí tenemos un llamado de atención urgente, pero, lastimosamente, la conversación va por otro lado. 

Por eso dices que los empresarios son vistos como culpables…

Todo el día el empresario le está demostrando al Estado que él no es culpable, que no está haciendo nada malo y así es muy difícil. En los países exitosos es lo contrario: confiamos en que el empresario es una fuente que soluciona problemas. En escenarios donde hay verdadera libertad económica solo se enriquece el que sirve al prójimo y el que la embarra, lo paga muy duro.

¿Qué es Libertank y cómo nace?

Todo el día el empresario le está demostrando al Estado que él no es culpable, que no está haciendo nada malo y así es muy difícil.

Desde 2019, llevamos casi 5 años, un grupo del que hacen parte cuatro amigos fundadores, dedicándonos todos los días a cuidar y proteger la única base de la prosperidad que es la libertad, a través de programas de formación en colegios, universidades, empresas y generando contenidos digitales. La calidad de las ideas que predominan en la sociedad es la que define su futuro y en Colombia hoy abundan las ideas equivocadas. No sabemos vivir en libertad y no entendemos eso para qué sirve.
Bueno, pues nos dedicamos a promover todo esto. Los países libres son 10 veces más ricos que los países reprimidos. 

¿A cuánta gente han impactado con este trabajo?

Hemos impactado directamente 35.000 colaboradores de empresas. Un poco más de 220 jóvenes participan en nuestros talleres de transformación y tenemos un grupo de 600 jóvenes en 22 departamentos que nos ayudan en estos procesos. Alrededor de 7.500 estudiantes de colegio –porque todo empieza ahí– han oído nuestro cuento y tenemos unos 102 empresarios que hacen parte de nuestra red de Libertank. 

Pregunta inevitable: ¿cómo crees que el presidente Gustavo Petro ve y entiende el valor de la empresa privada en Colombia?

Sin duda, la ve como una enemiga y trata a los empresarios como enemigos y algunos empresarios no lo han entendido y han tratado de quitarse y, a veces, uno simplemente no se puede quitar porque cuando a uno lo tildan de enemigo no es una decisión de uno, sino del otro. Lamentablemente, él ve a los mercados como elementos que generan pobreza y al Estado como el gran salvador. Eso es muy triste y retrasa el desarrollo del país.

¿Y entonces qué deberían hacer los empresarios?

Hemos impactado directamente 35.000 colaboradores de empresas. Un poco más de 220 jóvenes participan en nuestros talleres de transformación y tenemos un grupo de 600 jóvenes en 22 departamentos que nos ayudan en estos procesos.

Yo creo que los empresarios deberían es preocuparse por cómo los ve la ciudadanía, porque al final el gobierno pasará, pero es la sociedad la que terminará valorando o no a los empresarios. Por eso tienen que invertirle más tiempo, más dinero y más estrategia a cómo todos los días comunican mejor lo que hacen. Un tema fundamental: tienen que aprender a defender la función empresarial sin pecado original. Bien por la responsabilidad social, pero en su actividad normal, ordinaria, trae progreso y de eso no se pueden avergonzar. ¡Todo lo contrario! 

Hablas de los empresarios como si fueran una especie de santos y algunos de ellos se han equivocado, han incurrido en actos de corrupción, se han olvidado de esa función social. ¿No debería haber un mea culpa de parte de esos que, particularmente, la han embarrado?

Por supuesto. Yo distingo entre empresarios y “empresaurios” y en Colombia tenemos de los dos. Los últimos se han enriquecido con base en favores de los gobiernos o con prácticas irregulares ciertamente y, por eso, más que defender empresarios en particular, nosotros defendemos el libre mercado, las libertades económicas. Si un empresario no piensa en los demás, no tiene cómo irle bien. Los “empresaurios” deberían desaparecer. 

¿A qué empresario admiras más en el mundo?

Esa pregunta está bien difícil, pero admiro profundamente a Warren Buffett, por su filosofía de vida, y creo que Elon Musk está solucionando problemas complejos de la sociedad y mucha gente no se lo reconoce. 

¿Y en Colombia? 

El país es más que los gobiernos y los políticos de turno. Necesitamos sacar el pesimismo que nos lleva a no actuar. Nunca pierde el que no se rinde. Esta sociedad ha pasado por cosas peores y ha logrado superar cosas peores.

Mira, José, yo tengo que ser muy agradecido con tres empresarios en particular que nos han permitido crecer como Libertank. Ricardo Sierra, el presidente de Celsia; Carlos Raúl Yepes, expresidente de Bancolombia, y Jorge Mario Velásquez, presidente del Grupo Argos. Son unos tesos.

La última: ¿qué hacemos para encontrar un antídoto contra el derrotismo y el pesimismo que uno siente que se les está impregnando a muchos? 

El país es más que los gobiernos y los políticos de turno. Necesitamos sacar el pesimismo que nos lleva a no actuar. Nunca pierde el que no se rinde. Esta sociedad ha pasado por cosas peores y ha logrado superar cosas peores. Los colombianos necesitamos una nueva narrativa de país. Yo tengo un hijo de 2 años que es el amor de mi vida, y yo trabajo todos los días duro y sé que vamos a lograr que crezca en una Colombia mejor. Hay que creer que es posible.
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