El Espíritu y la comunidad | Catalunya Religió: Portal religioso de Cataluña Pasar al contenido principal

 

Comentario al evangelio del domingo de Pentecostés. B

Este domingo leemos dos fragmentos del evangelio de Juan (Jn 15, 26-27; 16,12-15). El primero habla del envío del Espíritu y el segundo de la tarea de este dentro de la comunidad.

El envío del Espíritu Santo es la contrapartida al odio del mundo hacia la comunidad cristiana. En los versículos anteriores al texto que leemos (Jn 15,18-25), Jesús ha acusado el mundo. Su culpabilidad se pone de manifiesto en el odio contra él. El Espíritu Santo tiene la misión de dejar claras la culpa y el pecado del mundo. El mundo ha rechazado la verdad de las palabras y las obras de Jesús y así el Espíritu lo demostrará porque es el Espíritu de la verdad. Contrariado por el juicio, el mundo perseguirá a los discípulos de Jesús, para contrarrestar esta persecución será enviado el Espíritu Santo defensor.

Fijémonos en la presencia de términos judiciales: defensor, testigo, condena (término que aparece en el contexto de los fragmentos que leemos). Este lenguaje lleva a imaginarnos una sala de juicio. El Espíritu Santo, el paráclito, tiene el papel de defensor de la comunidad creyente que se ve perseguida y acusada por el mundo ante los poderes hostiles a Jesús. El Espíritu Santo demostrará que el mundo está en el error.

La palabra “Paracletos” que traducimos por consolador, protector, aparece cinco veces en el Nuevo Testamento, cuatro de ellas en el evangelio de Juan para referirse al Espíritu (14,16.26; 15,26; 16,7) y una vez en la primera carta de Juan ( 1 Jn 2,1). “Paracletos” puede significar un abogado que te defiende en un juicio o un testigo que atestigua a tu favor. Puede referirse a una persona que conforta, aconseja o fortalece en momentos de necesidad.

Si nos atenemos a su significado literal, “Paracletos” proviene de la preposición ”pará” y el verbo “kaleo”; este verbo quiere decir gritar, convocar. Un “paracletos” es alguien llamado para ir a auxiliar un persona que está en peligro, en la duda o en el desconcierto. La tarea del Espíritu Santo será, pues, la de apoyar y sostener los creyentes en los momentos difíciles.

Los cristianos que el mundo odiaba – y por qué no decirlo? todavía odia – que eran expulsados de las sinagogas, que Roma perseguía no tenían acceso a un abogado profesional, por eso confiaban en el Espíritu Santo (confían hoy?) siempre presente y siempre dispuesto a ayudar. Lo que decimos se ajusta a las palabras de Jesús recogidas en el evangelio de Lucas: “Cuando os conduzcan a las sinagogas, a los magistrados o a las autoridades, no os preocupéis de cómo os defenderéis ni de que diréis: el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento el que tendréis que decir” (12,11-12).

Además del imaginario judicial, los textos que leemos hoy y su contexto hacen referencia a la acción del Espíritu en la comunidad descrita en los versículos 16,4b-15 entre los cuales hay los que leemos hoy. En esta acción sobresale el guiaje, la enseñanza y la interpretación. El Espíritu conducirá hacia la verdad entera, comunicará lo que ha recibido del Padre y de Jesús y anunciará lo venidero.

Las comunidades receptoras del evangelio de Joan sitúan el guiaje del Espíritu muy por encima del guiaje de los cargos dirigentes que hay dentro de la comunidad. La jerarquía tiene poca importancia cuando se ha hecho la experiencia del Espíritu.

El Paráclito se encargará de manifestar a los discípulos el alcance del mensaje de Jesús que ellos a solas serían incapaces de comprender. El guiaje del Paráclito por el camino de la verdad llena implica, con todo, algo más que el conocimiento profundo de la enseñanza de Jesús porque el Espíritu enseña un estilo de vida en conformidad a la enseñanza de Jesús.

Domingo de Pentecostés. 19 de Mayo de 2024

 

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