Tribu F, columna de Arline Bojórquez: Bordeando la vulnerabilidad
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Intento acomodar lo que vivo, lo que pienso y lo que siento. Trato de silenciar la mente para indagar las partes exiliadas de mi cuerpo, no siempre lo logro. Me parece que hago lo posible por descubrir y descifrar los secretos que guardan ciertas circunstancias, me aíslo lo suficiente para sintonizar con verdades ocultas y procuro no perderme con los hechos de la realidad. De igual manera, no siempre lo logro.

Las fantasías habitan las paredes de mi mente como mecanismo de defensa, ellas me han sostenido a lo largo de mi vida. Pasajes en los que mi imaginación vuela, donde no hay límite alguno, donde construye historias, novelas, dramas, principios y finales. Historias que intentan protegerme de alguna psicosis mientras mi cuerpo acepta, procesa y digiere lo que sucede en el mundo físico.

El cuerpo lleva la cuenta como afirma el doctor Bessel van der Kolk, cuando el cuerpo está listo, se desploman las fantasías y me adentro a un mundo desconocido, entonces se abre la puerta a la fragilidad. Bordeo la vulnerabilidad, la habito con suavidad, curiosidad, asombro y con un poco de temor, navego la sensibilidad y me permito sentir la debilidad de mis emociones. Cae la armadura, aquella que me sostiene en los momentos de hostilidad.

De acuerdo con el doctor Gabor Maté, estamos constantemente estimuladas a perder la conexión con sí mismas ante un mundo demandante y violento, estamos condicionadas a protegernos del exterior. Esta desconexión nos lleva a reprimir nuestras emociones, a vivir únicamente con los pensamientos, lo que conlleva a una pérdida de la vitalidad y autenticidad del ser, por lo tanto, a padecer trastornos mentales, que posteriormente se transforman en enfermedades físicas.

Estamos en una sociedad donde las y los seres humanos viven desconectados de sus propias partes, de su historia, de sus lesiones, emociones, silenciando o ignorando los sucesos que causan sufrimiento, huyendo de sentir el dolor, de palparlo y experimentarlo, evitando a toda costa sumergirse en la vulnerabilidad y fragilidad. ¿Cuáles son nuestros mecanismos de defensa que nos impiden contactar con nuestras emociones y experimentar el dolor?

Si caminamos con la consciencia de que lo de afuera ocurre para nosotros, entonces, como nos dice el psicoterapeuta Nathaniel Branden, mostraremos respeto y aceptación por los acontecimientos del entorno, lo que nos lleva paradójicamente a transformar la situación y a nosotros mismos, asumiendo con mayor responsabilidad y tranquilidad dichos eventos. Cuando nos peleamos con los sucesos que nos tocan vivir generamos resistencia a transitar lo que es, evitando la vulnerabilidad, negando la reconexión interna, y a la vez el propio crecimiento.

Solemos mirar a la vulnerabilidad como signo de debilidad y es justamente lo contrario, es la ventana al cambio, sanación y evolución. Somos un todo, somos seres mentales, corporales, espirituales, emocionales -y eso es la Gestalt-, poder darle cabida a cada una de nuestras partes e ir tomando consciencia de lo que habita en nuestra mente, cuerpo y espíritu nos llevará a la reconexión

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