Santiago Loza publicó su novela "Un espíritu modesto": "El texto está alimentado de ciertas formas y percepciones que vienen del cine" - GPS Audiovisual
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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Santiago Loza publicó su novela «Un espíritu modesto»: «El texto está alimentado de ciertas formas y percepciones que vienen del cine»

La literatura es otro de los espacios creativos de Santiago Loza. Mientras se encuentra en una impasse como director, se acaba de publicar la novela Un espíritu modesto (Tusquets), en la que a través del vínculo entre una madre y su hija vuelve sobre algunas de sus recurrencias: la soledad, la sensualidad, la libertad.

-Una frase promocional de la novela dice que “simula un plano secuencia”. ¿Escribís pensando en imágenes, imaginás ese texto trasladado al cine?

No. Cuando escribo una novela no trabajo el lenguaje pensando en trasladarlo a una película. Hay una intención de utilizarlo de una manera más poética. Ciertas derivas de la novela no tienen la practicidad de la escritura de un guion: es un trabajo más artesanal, más delicado con la palabra. Aun así, la novela está alimentada de ciertas formas y percepciones que provienen del cine y también del teatro. Ahora que se dio a conocer la novela, las lecturas que se hacen dicen eso: que es muy sensorial, muy visual. Y que están relacionadas con el encuentro y con cierta fascinación que tiene el cine.

-¿Qué temas te interesaron para abordar en la novela?

Cuenta el viaje una madre y una hija que se trasladan a la ciudad y empiezan a habitar en un edificio a unos departamentos de distancia. Ellas van haciendo una suerte de exploración por la zona y al mismo tiempo, también por sus propias identidades. Toca ciertas zonas de soledad y también hay un contacto entre esa soledad y la fe.

A la vez esos personajes, de manera insospechada, empiezan a vivir una relación con la sensualidad. En ese trayecto, el relato se convierte en una especie de novela erótica. Son esos temas que me rondan y también me tocan en teatro: la soledad, la fe y en este caso, un encuentro medio inesperado con la dicha y la sensualidad.

-¿Quiénes fueron tus referencias o tus fuentes de inspiración para introducirte en el universo femenino?

Siento que estos personajes que narra la novela los conozco, los he visto. Son vecinas. O personas que a través de estos años tengo muy identificadas. También hay un gesto travesti en mí, que implica ponerme en ese cuerpo: me gusta mucho escribir personajes femeninos, me siento muy femenino y disfruto de eso. Hay mucho de mi propia experiencia puesta en juego.

También aparece el tema de los vínculos: de madre e hija, de padre e hijo. Vínculos que son dados y que siempre me apasionan y me siguen inquietando entenderlos. Y que me llevan a plantearme cómo se pueden reformular. En la novela parece que la relación está un poco apagada. O que ellas emprenden ese viaje haciendo como que se soportan. Pero el texto propone un redescubrimiento de la otra.

-¿Se puede decir que es un viaje a través de los sentimientos?

Y de los sentidos, y de lo sensual. Hay algo del personaje principal que es Laura -la hija-, que tiene una deriva erótica y se va encontrando con sus propias sensaciones. Hay algo bastante cuir con sus propias sensaciones, de encontrarse con otras cuerpas, con otras presencias. Algo se va contagiando también entre la fe, el entusiasmo y su descubrimiento de su propio erotismo.

-Tu último trabajo en cine fue Amigas en un camino de campo, rodada durante la pandemia. ¿Cuál es tu relación actual?

Es un poco complicada, porque tengo algunos proyectos que están costando que se hagan. Estoy intentando hacer algunas cosas un poco más experimentales. Es una relación delicada en un momento delicado. No debo ser muy original: como otras directoras o directores, en los últimos años se fue haciendo cada vez más difícil filmar. Ahora se complica más todavía: la situación es espantosa. Está el deseo, pero el tipo de cine que hago es más artesanal y los fondos que hay para eso no existen por el momento. No hay forma de llevar mis proyectos adelante. Además, no he trabajado para plataformas.

-¿Cómo repercute a la vez en tu rol como productor?

Como productor colaboro en el trabajo de Eduardo Crespo, pero no soy de los que tienen capital para financiar cine. Si bien Amigas en un camino de campo no se hizo con el apoyo del INCAA, otras películas mías sí lo tuvieron. Más allá de los fondos internacionales, el apoyo del INCAA ha sido crucial. En este momento que se habla del cierre del área de Fomento no se me ocurre cómo será la posibilidad de filmar ahora. Tengo ganas, tengo proyectos, pero soy parte de esta situación colectiva.

-Además de escritor y cineasta, también tenés el foco puesto en el teatro. ¿Qué proyectos hay para llevar tus textos a la escena?

Lisandro Rodríguez va hacer una versión de Diario inconsciente, un libro que tenía algo de no ficción, en su sala, Estudio Los Vidrios. Valeria Lois y Juanse Rausch van a dirigir a Mariano Saborido en un monólogo, Viento blanco, a estrenarse en junio en Santos 4040.

Y cada tanto vuelven obras como La mujer puerca o Nada del amor me produce envidia.

-¿Cuáles son las diferencias más notorias entre el proceso creativo de cada una de las disciplinas?

Este es un momento para el teatro, porque tengo ganas de estar con otros y de compartir proyectos. Tiene otros costos y otros tiempos que el cine. Pero también son procesos largos: Viento blanco fue escrita hace tres años.

Los proyectos de escritura demandan menos esfuerzo físico. De hecho, también se lanza Pequeña novela de Oriente, crónicas de viaje editada por Entropía.

El cine tiene algo de mucha demanda física que me resultaba agotador. Pero siempre tengo proyectos para volver a filmar, esperando la oportunidad.

Julia Montesoro

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