Crítica de Hasta el fin del mundo, el western de Viggo Mortensen
Menú

'Hasta el fin del mundo', el western romántico que confirma a Viggo Mortensen como un buen director

Viggo Mortensen estrena en cines su segunda película como director, Hasta el fin del mundo.

Viggo Mortensen estrena en cines su segunda película como director, Hasta el fin del mundo.
Hasta el fin del mundo | Wanda

El western Hasta el fin del mundo, segunda película dirigida por Viggo Mortensen (también actor y guionista) es un poco como su protagonista femenina, Vivienne, interpretada por Vicky Krieps. No es del todo, en cuanto a espíritu, una película europea. Pero desde luego, tampoco es una del todo americana, pese al género al que claramente se adscribe. Drama romántico en el Oeste, Mortensen cuenta la historia de una pareja como una triste y verosímil historia de amor entre inmigrantes en plena fundación del país. A la vez, la película -fuertemente inspirada en la historia real de los padres de Mortensen en Argentina- va recorriendo todos los lugares comunes y tópicos del relato fronterizo, solo que con un marcado acento a... ¿Los puentes de Madison?

Se trata, en todo caso, de una nefasta comparación solo justificable por la relación de Clint Eastwood, director y también protagonista de aquella, con el género que nos ocupa. Los juegos temporales con los que Mortensen desenreda el relato de la vida de Holder y Viviene no se parecen nada a otro icono como Sin Perdón y se aproximan más a un drama psicológico contemporáneo, y en base a ello desde luego podrían haber degenerado en un capítulo de ficción televisiva más. Pero Hasta el fin del mundo -tal y como hemos establecido- no es una película americana y tampoco del todo europea, y está elaborada con gusto. Tiene, eso sí, un aire de película clásica "gorda" que, efectivamente y como reza la promoción del filme, podría haber agradado a los grandes referentes del género y que delata un buen aprovechamiento de los medios disponibles.

El protagonista de La Carretera o Una historia de violencia huye de la acción y no enfatiza ciertos enfrentamientos físicos, pero ahí están para cumplir el expediente western. Están tan bien insertados en el devenir vital de la pareja que Mortensen consigue una película de género que sin embargo parece auténtica y sincera como tal. El uso del panorámico para encuadrar paisajes naturales -e interiores con fuertes claroscuros- se revela como el perfecto contrapeso al ritmo tranquilo, algunos dirían lento, que como director y guionista imprime a la función. Su manejo de los dos tiempos en los que fundamentalmente se mueve la historia, y desde luego de los dos puntos de vista que aporta, los de Vivienne y Holder, resultan una maniobra narrativamente justificada y para nada intrusiva.

Hasta el fin del mundo revela, por tanto, una visión madura del western que no pretende leer la cartilla a ninguno de sus referentes, pero que desde luego aporta su propio espíritu al género. Carente de heroísmo pero henchida de bonhomía, incluso el clásico gancho del "rape and revenge" parece en manos de Mortensen un material distinto, ni sensacionalista ni social; una oportunidad más para narrar en base a silencios y miradas pero con una humildad que convence. Una estupenda película.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios