Crítica de Los Bridgerton temporada 3: misma estructura, nuevos romances

Como cada primavera, toca reencuentro con una de las series estrella de Netflix: Los Bridgerton. Tras el éxito de la primera temporada protagonizada por el duque de Hastings y Daphne Bridgerton y de una segunda centrada que nos proponía el romance entre Anthony Bridgerton y Kate Sharma, le tocó el turno al spin-off/precuela La reina Carlota.

Ahora volvemos a la línea temporal de la serie madre con una tercera temporada que nos devuelve a comienzos del siglo XIX va a poner en el foco a una nueva pareja, aunque sea a costa de sacrificar la lógica de la saga literaria de Julia Quinn. La serie se salta la tercera novela, titulada "Te doy mi corazón" para atacar directamente la adaptación de "Seduciendo a Mr. Bridgerton".

Pocas novedades respecto a lo que ya conocemos: la serie siendo muy ecléctica, poco fiel a la época retratada y almibarada a más no poder. Si en Élite lo de las duchas era ya una declaración de intenciones y el lugar estrella para la presentación de cuerpos nuevos, aquí se busca cualquier excusa para mostrar torsos, músculos y looks acicalados hasta la obsesión.

No esconde sus intenciones de repetir fórmulas ni se desmarca ideológicamente de su ensalzamiento del amor romántico propio de los cuentos de hadas (las imágenes promocionales como la que encabeza esta crítica dan cuenta del tono) añadiendo escenas de sexo picantes, si bien esta primera parte es quizás algo más timorata y menos morbosa que las temporadas anteriores, eso sí.

Porque la temporada 3 de Los Bridgerton, por primera vez, se divide en dos tandas de episodios. Los cuatro primeros, titulados "En el candelero", "Bajo la luz de la luna", "Fuerzas de la naturaleza" y "Viejas amistades", llegan el 16 de mayo mientras que los cuatro restantes, "Tic, tac", "Seduciendo a Mr. Bridgerton", "Uniendo manos" y "Hacia la luz" no estarán disponibles hasta el 13 de junio.

Ver galería

Los Bridgerton 3 - Galería de imágenes (4 imágenes)

Hora de florecer... o de dejar de ser un capullo, según se mire

Después de mucho suspirar por Colin Bridgerton, Penélope Featherington tira la toalla y decide dedicarse a encontrar un marido al que quizás no pueda a amar pero al que podría considerar un compañero de vida. Su única exigencia es que le permita ser independiente y disfrutar de los libros y la escritura, lejos de su madre y sus hermanas.

El primer paso será un radical cambio de look que la saque de la hortera estética familiar y la distinga del resto, pero encuentra serias dificultades para triunfar en el "mercado nupcial". No tiene el don de la palabra, se pone nerviosísima cuando habla con los caballeros y sufre mucho por la separación de su mejor amiga, de momento la única que conoce su identidad secreta de Lady Whistledown.

Cuando Colin descubre sus intenciones se le parte el alma, porque a fin de cuentas Pen es la única persona que le ha querido tal y como es, mucho antes de convertirse en un pretendiente de los que se mueve como pez en el agua y colecciona conquistas amorosas.

Entre tanto Eloise Bridgerton ha encontrado una nueva e inesperada mejor amiga y su madre viuda, Violet, empieza a pensar en recomponer su vida sentimental.

Por su parte, Francesca Bridgerton se presenta en sociedad (la actriz original ha sido reemplazada por Hannah Dodd, a quien vimos en Enola Holmes 2) pero no le va a resultar fácil encajar en la medida en que su gran amor es el pianoforte y no consigue encontrar un pretendiente que comparta su pasión por la música y por la tranquilidad.

Ver galería

Los Bridgerton, temporada 3 (5 imágenes)

En esta tercera temporada, se aprecia algo más de interés por elevar la puesta en escena de Shondaland. No faltan las puntillas, los brocados, los tirabuzones y las plumas, que seguirán dejando alucinados a los amantes de los elaborados vestuarios de los que siempre hace gala la serie pero dentro de su infidelidad a la época, hay más cuidado por respetar una estética homogénea y variar un poco.

En concreto, el tercer episodio nos lleva a un gran evento como es una demostración del vuelo de un globo aerostático. Una manera diferente de mostrar un fiestón que se sale de los confines de los bailes habituales.

Molesta un poco que uno de los ejes sea unir a dos personajes que se salen de la estética predominante y que ambos terminen siendo epítome de todo lo contrario: a él sometido a una dieta que lo ha dejado en los huesos y en el caso e ella, embutida en trajes que buscan hacerla parecer más delgada. Aquí la serie, patina. Quiere ser un ejemplo de diversidad pero impone un imagen dominante.

Por lo demás, es bastante predecible. Conocer los códigos en los que se mueve la serie es una ventaja porque entra sin dificultad, pero se pierde el factor sorpresa, así que es a la vez lo mejor y lo peor de la primera parte de esta temporada. Sabemos el "qué", no sabemos el "cómo" pero en realidad se barrunta con mucha antelación.

Los Bridgerton cometieron el error de desvelar de forma muy prematura la identidad real de Lady Whistledown y la serie perdió así una baza importante con la que jugar con los espectadores. Ahora es cosa de unir piezas para alcanzar el final feliz con extra de azúcar y pelín de pimienta que todos sabemos que va a llegar. Bueno.